Colaboraron juntos por primera vez en Inland Empire, aunque se conocían desde bastante antes. Intentaron sacar un disco juntos y terminaron por asociarse tras el buen resultado de su primera colaboración, aquel Polish poem incluido en la banda sonora de Inland Empire. Chrysta Bell y David Lynch han terminado por asociar plenamente sus respectivas carreras con un nuevo trabajo puramente lynchiano. Y Bell sale airosa del reto, que no es poco. Por RUBÉN IZQUIERDO

  • El director y la cantante se conocieron en 1998, aunque su primera colaboración profesional llegó diez años después, con el estreno de Inland Empire
  • La nueva musa de David Lynch encaja plenamente en su iconografía clásica, una belleza muy Mulholland Drive en la que Bell se siente cómoda y brilla con luz propia
  • El disco recupera su primera colaboración, la muy celebrada Polish poem, tema que cerraba el film y que ilustró bien la buena entente entre ambos

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Nunca sabremos que habría sido de Chrysta Bell Euchtb si David Lynch no se hubiese cruzado en su carrera. Hasta que el cineasta de Carretera Perdida o Twin Peaks contó con ella para interpretar un tema compuesto por el propio Lynch para Inland Empire, su carrera se movía en territorios poco esperanzadores, sujetos a subproductos cinematográficos de nulo interés artístico y comercial.

Pero Lynch -en realidad la asociación entre ambos pudo producirse antes, con un disco que jamás llegó a ver la luz- contó con ella para Polish poem, tema escrito por él mismo para el filme protagonizado por Laura Dern y el resto es historia: la relación entre ambos se ha consolidado en lo profesional hasta el punto de volver a colaborar juntos en su nuevo proyecto artístico, empujando a Bell a la consagración definitiva.

This Train, el álbum que Bell defiende esta temporada, cuenta con el sello Lynch de modo inconfudible. El cineasta -con los ecos de su debut musical aún atronando, especialmente en lo relativo a la notable Pinky dream-escribió y produjo el álbum en su totalidad, un nuevo vehículo de lucimiento para la buena de Bell, utilizando prácticamente la misma fórmula que en su día utilizó con Julee Cruise para su mítico Floating Into The Night. Y como en aquel, la autoría de Lynch condiciona para bien y para mal el trabajo, sujeto en su totalidad al estilo lynchiano, con poco margen para la improvisación y para que Bell de salida a un estilo propio, algo que en realidad tampoco parece importarle en demasía, sintiéndose cómoda en el universo Lynch desde su primer tema, puede que el perteneciente a ese estilo tan Twin Peaks marca de la casa.

Pese a todo, el disco dispone de una mayor accesibilidad de su denso Crazy Clown Time, el barroco y celebrado debut del cineasta norteamericano como músico, un disco de contrastes que parece moverse en sus por otra parte habituales recovecos. Como la mayoría de sus personajes -pensar en el agente Cooper y compañía resulta inevitable durante su escucha, la atmósfera es similar- los temas repartidos por This Train transitan entre opuestos con resultados no siempre notables -la pretendida oscuridad de Bird of flames termina por resultar algo impostada-, aunque la recuperada Polish Poem le permita al disco (re)alzar el vuelo y volverlo a territorio Lynch.

La cantante, en una imagen promocional para This Train

Lynch según Bell
Lo que queda claro desde la misma portada -el rostro de Bell aparece tatuado con la inscripción David, toda una declaración de principios- es la admiración nada disimulada de Bell al particular universo de su productor y casi mentor desde los tiempos de Inland Empire, film por lo demás excelente del que hablaremos pronto en ArtMovies. La cantante se abraza al particular estilo del artista -cada vez cuesta más acotar a Lynch a una sola rama artística-, lo que termina por ir en contra de la definición de su estilo, limitándose en fin en vehicular su última genialidad: componer un disco cargado con su esencia para servirlo en bandeja de plata a una de sus ahijadas artísticas.

Bell según Lynch
Con todo, sería injusto restarle méritos a Chrysta y resumir su paso por This Train como la voz, sin más, de la última creación del hacedor de Crazy Clown Time. La actriz y cantante se ajusta a lo planteado por su productor -onírico de entrada, entre dos atmósferas en temas como I die- para terminar por mostrar galones en Angel star o Down by Babylon, poco antes de la recuperación del Polish poem con el que ambos sellaron su unión profesional. La cantante se convierte así en la enésima musa de Lynch, y sale airosa del envite destacando en un álbum en el que el cineasta de Missoula se ha rodeado de parte de su equipo habitual, entre los que destaca, claro, el coautor de su citado debut como músico en solitario, Dean Hurley.

El resultado final termina por resultar satisfactorio para las dos partes. Lynch amplia su legado musical firmando por entero un nuevo trabajo discográfico y Bell sobrevive a la difuminación de su personalidad artística en un reto de entrada mayúsculo resuelto con solvencia. Para entender un poco mejor el proceso de creación de un trabajo con el habitual tono hipnótico de Lynch, puede que valga más el making off de ocho minutos que dejamos a continuación que todo lo dicho con anterioridad. Sin más, el feliz encuentro de dos creadores natos.

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