Ya es sábado. Día de descanso nacional. Pero para los sounders es día de leñe-que-nervios esta noche veremos en directo Kakkmaddafakka y Two Door Cinema Club. Se dice rápido. Pero que estos grupazos visiten Burriana no es el pan de cada día. Os ahorramos el despertar, la ingesta de desayuno como si no hubiera mañana, las colas en el Polyclean con cara de pocos amigos, los bocadillos de pan Bimbo en la playa y lo bonito que empezaba a estar ya el cámping tras tantos días de ¿fiesta loca?. Al tema. Por ANDREA GÓMEZ y AITOR ÁLVAREZ. Fotografías de ARENAL SOUND

  • Kakkmadaddafakka alargaron su periplo triunfal por los principales festivales del panorama estatal, ahora con un nuevo triunfo en Burriana
  • Two Door Cinema y Kaiser Chiefs cumplieron como cabezas de cartel, en dos de los conciertos más multitudinarios del Festival
  • Lori Meyers, entre los grupos estatales con más espectadores

Sábado
Al final fue Kakkmadafakka el grupo que más nos hizo disfrutar. Todavía era de día y a la entrada regalaban sombreros publicitarios. Qué bonito es el márketing y qué borregos somos cuando nos regalan algo. Todo Burriana con sombrero blanco. La orden del día: lanzamiento de sombrero al aire en señal de nerviosismo ante un concierto. La actuación de los noruegos fue un festival en sí mismo. Salieron al escenario con una bandera de cuatro por cuatro con tan fácil nombre de deletrear en letras grandes. Se nota que son un grupo de amigotes del cole. Estaban ahí para pasárselo bien. Y eso es de rápido contagio. Lo suyo es buena música, canciones como Your girl o Is she son puro milagro. Aire nuevo para una escena indie, surfera, reggea, dance, pop bailable -escoja la etiqueta que más rabia le dé- un tanto saturada. Restless se la reservaron para el final. Creo que ni ellos mismos se esperaban que el público cantara al unísono. Qué gusto da ver cuando un grupo se emociona cuando la gente responde bien. A la buena música hay que sumarle el espectáculo que ofrecieron. Acompañando a los cuatro miembros de la banda había dos bailarines-musculitos en bermudas y tirantes que amenizaron cada canción con bailes y movimientos aeróbicos que a falta de cansancio el público no dudó en imitar. Hicieron participar a un público que se fue convirtiendo en más incondicional a medida que avanzaba el espectáculo. Tenían Burriana comprada. Si consigues que la gente haga movimientos arrítmicos, se descontrole con tus canciones y encima se vaya con tu nombre aprendido a casa y gritando al aire ¡el mejor concierto de mi vida!, es que ya te puedes retirar. Bueno no, queremos más, y ahí estaremos.

Kakkmadafakka, uno de los conciertos más celebrados // A. Sound

El chute de energía terminó a las diez de la noche. Aún quedaban tres cuartos de hora para que Lori Meyers llegara al escenario Desperados. Lo justo para hacer la cola para conseguir un bocadillo. Con el ketchup aún goteando, Noni ya gritaba “Buenas noches Burriana”. Al contrario que Kakkmadafakka, Lori Meyers se disfruta si los (las) fans se saben las canciones. Bien vestiditos, en su uniforme habitual, tradicional, corriente, repetitivo (escojan el adjetivo a su gusto según admiración) con corbata y camisa blanca recién planchada, ofrecieron un buen concierto. Punto y aparte. Si los has visto en las fiesta grande de tu ciudad, en esa sala alternativa a principios de año o en algún vídeo colgado en la red, sí, hubo el mismo setlist, los mismos gritos desenfrenados en Mi realidad y Luces de neón, ese mismo recuerdo nostálgico de 2006 con Sus nuevos zapatos, la bajada de rigor de Noni a pie de público y ese a cappela de Alta fidelidad que queda siempre reservado para el final con el ya inconfundible “y todo eso es culpa de la gente” que termina a toque de palma y ritmo andaluz. Sí, la mayoría de temas son hits generacionales y alegran todo festival donde van con sus letras preciosistas sabidas por infinidad de personas. Pero desde aquí reconocemos que a veces se alejan del buen directo, de la novedad y de la innovación. Lo de siempre, vamos. Pero  es escuchar “Dime mi amor, nos falta pista de baile para bailar tu canción” y se nos olvida todo. Carne débil.

Two Door cinema congregó a 50.000 personas // Arenal Sound

Y llegó la hora de Two Door Cinema Club. Eran los cabezas de cartel, el grupo revelación, ese grupo que sorprendió al SOS 4.8 con un colapso total del escenario pequeño. Ese grupo que ha conseguido que cuando alguien oye las primeras notas de What you know entre en un estado de éxtasis. Ese mismo grupo lo reventó en Burriana. Lleno total. De ese que hay roce y cariño, y sudor compartido. Eran las 2,45 y el escenario se empezaba a iluminar. La marea de gente era brutal. Empezaron con canciones de su primer disco, conocidas por la mayoría y que todos coreamos en nuestro mejor inglishpitinglish. Había cierto miedo a que las canciones del nuevo álbum tan esperado -saldrá en septiembre- crearan un parón festivo. Fueron cinco nuevas canciones, incluida Sleep alone. Quedan aún horas de Spotify para llegar al ritmo bailable del grandísimo Tourist History (2010).

Hubo aumento de decibelios con “to the basement people!” de una primerísima apertura del directo con Undercover Martyn, baile rítmico en Something good I can work, descontrol de más de 25.000 voces con “What you know” y cierre de honor con I can talk. Tienen suerte de ser mentes creadoras de canciones tan pegadizas porque si dependiera de su inexistente capacidad de showmans y su falta de charla (¡no hubo ni saludo para Burriana!) la cosa hubiera sido un bajón de manual. La perfección es cosa de pocos. Menos simpatía arrolladora y más temazos es también una buena ecuación.

A las 4 y media de la noche salía en el escenario grande Felix Da Housecat para dejar a los sounders sin pies, ofreciendo a Burriana lo mejorcito del house de Chicago. Y qué viva la globalización. Con remixes para dar y vender y temas propios de electrónica potente que a las 5 de la mañana sentaron como agua de mayo. Y es que la apertura con el remix de Nina Simone Sinnerman compensa con creces cualquier dolor corporal que puedas sentir a esas horas.

Domingo
Todo lo bueno se acaba. El clásico día de sofá y película de mediodía se convierte en el Arenal en el día más loco por excelencia. Rumba, rumbera para acabar la fiesta. Recuerda, amigo lector, nunca te juegues a piedra-papel-o-tijera un concierto, porque en vez de estar cantando Vacaciones en el mar de Sr. Chinarro te encuentras escuchando Mari Carmen sin tiempo a rechistar. Qué bonito es ir a festivales con amigos de gustos variopintos. Bueno, venga va, reconozcámoslo, La Pegatina fue una fiesta mayor de las divertidas de verdad. El Beach Club, un escenario que dices «ay mira que bien en la playa, que sitio más paradisíaco«, pero que al quinto salto de las miles de personas ahí metidas con su correspondiente levantamiento de polvo el paraíso desaparece. Y ahí estábamos a las 8 y media de la tarde, con un sol de infarto y bailando rumba. Ay, Indies del mundo no vayan ustedes a estirarse de los pelos que en cuestión de gustos, ya saben lo que dicen, y cuando es agosto y toca fiesta nadie le hace un feo a un “Mira que mira, Miranda, tus zapatos no son de tacón…”. Incorporaremos desmadre como sinónimo de este grupo rumbero catalán. Una confirmación más que hay festivales serios y fiestas lejos de la seriedad. Fiestas a modo vacaciones low cost en la playa donde por la noche tienes a tu disposición música en directo. Indie el último.

The Tings Tings llegaban al escenario grande con disco nuevo bajo el brazo. El toque hiphopero de las nuevas canciones no acabó de despertar a un público que necesitaba fuerzas para sacudir los 4 días de festival. Katie White con su melena rubia enfundada en gorra rapera y su voz de niña buena levantó pasiones con los temas más conocidos de la banda británica That’s not my name y Shut up and let me go. Quizás poca potencia para un día de resaca físico-mental. Ella le puso intención, simplemente no era el día ni la hora. Con un dulce español Katie abrió la actuación con un “perdonen, mi español es una mierda, así que me voy a callar para haceros bailar”. Y lo hizo.

A las 3 menos cuarto de la noche llegaban de Liverpool The Wombats, una de aquellas bandas que a todo el mundo le suena pero pocos conocen su discografía. Los que habían teloneado en su momento a Kasier Chiefs ahora se encontraban en el mismo escenario, no con el mismo lleno, pero si con un público ávido de ese hitazo que es Let’s Dance to Joy Division. Lanzaron frases en español a discreción. Y quizás cuando uno espera poco la sorpresa es mayor. Así fue. Hicieron un directo de los de notable en alza, canciones como “Moving to New York” sonaron de maravilla, y a pesar de no ser la locura de otros días (más por culpa de las fuerzas del personal que otra cosa) consiguieron cautivar al público.

Los escenarios llenos, una constante en el Festival // Arenal Sound

Y podría haber más, mucho más. Muchos más grupos, electrónica, bandas, momentos musicales varios, pero el cuerpo es sólo uno y las fuerzas -queda comprobado ya- muy limitadas, Y más cuando uno duerme encima de una esterilla quechua y se alimenta como puede lejos de la olla de mamá. No habrá resumen ni recomendaciones finales. Ha quedado claro que se trata de sobrevivir en el cámping y saber escoger en el tema musical. O más que saber escoger adaptarse a los gustos de uno. Porque si algo queda claro con este tipo de festivales es que la idea del festival-para-unos-pocos es cosa del pasado. El título de indie está de oferta. Si lo quieres, cógelo al vuelo. Y si no te va esto de las etiquetas, conformarte en decir que estuviste en primera fila de _ _ _ _ _ _ _ (rellenar al gusto).