El pasado 6 de Mayo Big City volvían a la carga. Lo hacían con The Way The Trees Are, su cuarto disco en 14 años de carrera, una carrera de fondo que les ha proporcionado grandes alegrías musicales… y un espíritu crítico y combativo que conviene escuchar. Hablamos con su solista, Javier Vicente, para comprobar de cerca cómo se ha preparado este esperado álbum de regreso y cómo ve el pasado inmediato de la banda. Una entrevista de RUBÉN IZQUIERDO

Imagen promocional de Big City

Imagen promocional de Big City

Grabado entre Madrid y Zaragoza, con 14 canciones que se van a los 70 minutos, Big City parecían tener las ideas muy claras a la hora de escenificar su vuelta al ruedo, un retorno de notable alto, con el que recuperan viejas sensaciones del pasado, manteniendo el gusto ya mostrado en publicaciones anteriores, y el ánimo intacto en el noble arte de hacer canciones, manteniendo su «sentido ecléctico», sin obsesionarse «con lo ya realizado» en el pasado y tratando de seguir «progresando sin quedarse anclado en ninguna fórmula».

La charla con Javier Vicente nos sirve para conocer de cerca sus sensaciones sobre una carrera ya de largo recorrido, lo que les ha permitido pulir un sonido cada vez más reconocible, tal y como se desprende de la escucha del álbum. ¿El resultado? Un retorno a la altura de las expectativas, con un (necesario) espirítu crítico que crece y crece para dar forma a lo que ellos mismos consideran «un paso adelante». ¡Que siga el camino!

Cuatro discos en 14 años de carrera. ¿Es buen momento para hacer balance interno?
Cualquier momento es bueno, pero tampoco hay que obsesionarse con lo que has hecho. Está hecho y ya está. Creo que lo importante es progresar y no quedarte anclado en ninguna fórmula, ni en las letras ni en la música. Tienes 25 años una vez en la vida, y 34 una vez en la vida, y así con todo; cada vez conoces más grupos y cada vez te interesan más unas cosas y menos otras y creo que la música, o lo que sea que hace cualquier artista,  tiene que reflejar esos cambios.

Para el que os escuche ahora por primera vez. ¿Cómo se podría definir el sonido de vuestra banda? Por este disco y en relación a los demás. 
Big City siempre ha sido un grupo muy ecléctico, aunque tiene una serie de referentes que permanecen: la melodía, los arreglos intrincados pero “bonitos”, el gusto por la belleza… ese tipo de cosas. Digamos que hay gente como  Brian Wilson, Laura Nyro o Tom Verlaine que siempre nos han gustado. Y cosas que nunca nos han gustado, también. Todo eso subyace en las canciones, aunque cada disco haya sido distinto al anterior.

¿Podrías ponernos un ejemplo?
El primero, A Spring Of Summers (2003) era muy psicodélico y muy “cosmic American music”. En Call An Ambulance (2006) había más teclados y un pop más actual, mientras que en Celebrate It All (2010) el sonido era más crudo y más parco, con canciones más largas y más rock. The Way the Trees Are, nuestro último disco, sigue fiel a esas referencias que subyacen, pero tiene elementos de pop electrónico, piezas instrumentales, folk… es muy variado. Un paso adelante.

The Way The Trees Are se grabó en Zaragoza y Madrid y se va a los 70 minutos, algo poco usual hoy en día.
Es un disco muy arriesgado, porque intentamos dejarnos llevar en todo momento y eso es un arma de doble filo. Tienes que tener ese desparrame de ideas controlado de alguna forma porque si no te puede salir un menú incomible en lugar de un plato delicioso. Las letras son casi todas pequeñas fábulas sobre personas cercanas al grupo y a nuestras vidas, e intentan describir lo complejo que tiene cada relación entre dos (o más) individuos. Musicalmente intentamos crear una sensación para cada una de esas relaciones-fábulas, y como cada una es diferente, hay mucha variedad de estilos… Creo que lo he explicado fatal

Hemos vuelto a escuchar e incorporar cosas que tal vez habíamos olvidado, que en los discos anteriores no estaban tan presentes

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En el disco hay algo de shoegaze, psicodelia… ¿Qué escuchabais en el momento de componer?
La verdad es que de todo, como casi siempre. Lo que sí creo es que en este disco no ha habido cortapisas de ningún tipo, y hemos vuelto a oír y a incorporar cosas que quizá habíamos “olvidado” (es un decir) o que en los anteriores no estaban tan presentes, desde Ride o Guided By Voices a Sandy Denny o Sagittarius. También es cierto que ha habido una renovación de los 90 y 60 últimamente. Deerhunter, Jonathan Wilson y otros no hacen nada nuevo, y tampoco creo que Big City lo haga, pero sus discos son una maravilla y es inevitable que después de escucharlos no te den ganas de ponerte otras cosas que tenías en la estantería ahí, muertas de risa.

Vuestro primer largo llegó en 2003 y logró editarse en Estados Unidos. ¿Qué recordáis en aquella etapa?
Con el primer disco, si te va bien, es natural pensar que te va a ir incluso mejor con los siguientes. Que puedes hacer casi cualquier cosa. Eres inexperto y, en nuestro caso, un poco bocazas. Creo que eso hizo que nos labráramos algunas enemistades, y en la escena española es lo peor que te puede pasar, porque es una escena microscópica. Con el tiempo aprendes a guardar ciertas cosas para ti y a aguantar ciertas otras. También recuerdo que eran días de muchísimos ensayos y de muchísimo descubrimiento musical, cada poco tiempo llegaba a nuestras manos un disco que ahora consideraríamos “un clásico”, pero en aquella época era algo nuevo para nosotros, éramos muy jóvenes. Eso y los primeros viajes en furgoneta con el grupo, unido a las juergas patrocinadas por Ron Brugal que nos corríamos en El Fantasma, el Central y La Lata, hizo que fuera una de las épocas de nuestras vidas que recuerdo con más cariño.

En el pasado fuimos un poco bocazas, y eso en una escena como la española es lo peor que te puede pasar, aunque con el tiempo aprendes a guardarte las cosas para ti

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No es el único disco que habéis podido distribuir en el mercado internacional, algo que en la escena independiente no es del todo común. ¿Tenéis sinergias con bandas de fuera?
Bueno, no lo llamaría sinergias porque en realidad nunca han ido más allá de tocar juntos una o dos noches. Sí que es verdad que hemos conocido, lo poco que se puede llegar a conocer, a mucha gente gracias a esto. Tenemos buenos recuerdos y de vez en cuando hablas o te escribes con alguien de un grupo que está lejos. Es divertido estar en contacto con alguien de Elf Power o que ha estado en Teenage Fanclub, pero la mayoría de las veces no pasa nada más. Otras veces un grupo o solista con el que has tocado vuelve a España y está interesado en un teloneo o similares. Lo verdaderamente bonito sería grabar con algunos de ellos. Quizá se pueda hacer en el futuro.

Celebrate It All logró buenas críticas de manera unánime. No sé si lo consideráis vuestro mejor disco -para mi está a la par con el último- pero sí que fue uno de los que generó mayores halagos. ¿Consideráis vuestra carrera como una carrera de fondo?
Sí, sin duda. No puede verse de otra forma. Somos un grupo pequeño, casi minúsculo. Intentamos hacer discos de los que estemos orgullosos, tardemos lo que tardemos en hacerlos. Intentamos ofrecer algo que perdure en la vida de los demás, aunque esos “demás” no sean miles de personas sino más bien cientos. En ese sentido lo que queremos es grabar canciones que no sean de consumo inmediato, sino que tengan estructuras y arreglos que las hagan interesantes. No infumables – porque no se trata de eso – pero sí interesantes.

Nos sentimos desubicados respecto al indie español, ese género-cajón-de-sastre en que el deberíamos estar por motivos geográficos

Eso va, en cierto modo, a contracorriente con lo que impera hoy
Choca con el llamado “indie español”, esa especie de género-cajón-de-sastre en el que deberíamos estar por motivos geográficos pero en el que nos sentimos completamente desubicados. Supongo que eso también suma para que tengamos que llamar a nuestra carrera “de fondo” y no “fulgurante”, pero no es algo que nos quite el sueño, tampoco. Estamos contentos con lo que hacemos y con la repercusión que tiene.

Habéis colaborado con varias bandas a lo largo de estos últimos años. ¿De cuál estáis particularmente orgullosas?
Supongo que de todas. Colaborar con otra gente es siempre enriquecedor y además en mi caso me pide muchísimo menos esfuerzo que el que dedico a Big City, así que lo considero una especie de “premio”; algo que me reporta mucho habiendo invertido menos que con Big City. Tengo grandes recuerdos de conciertos o grabaciones con The Secret Society, Bigott o Tachenko; ahora estoy colaborando con Tulsa, con Gabriel y Vencerás y con algún otro. Los otros Big Cities también han grabado y tocado con mucha gente, con El Brindador, con Tachenko también, etc. y Borja está grabando a otros grupos en el estudio. Es muy importante conocer a otra gente, ver qué hacen y entender por qué lo hacen; te aporta otra perspectiva.

Siempre os he visto como banda de culto, en el buen sentido. ¿Cómo se equilibra la balanza entre crítica y público?
La balanza no está muy equilibrada, a decir verdad. Big City siempre ha recibido muy buenas críticas en los medios, y afortunadamente nunca nos han faltado conciertos o público, pero sí es verdad que a veces tienes la sensación de estar trabajando en el límite de lo sostenible; piensas demasiado a menudo que te la estás jugando, que quizá no venga suficiente gente, que el alquiler de la furgo y la gasolina suman tanto o cuanto, te sorprendes a ti mismo haciendo cálculos cuando lo ideal sería poder olvidarse de todo eso y centrarse en la música y en disfrutar, pero no vivimos en un mundo ideal, mucho menos cuando se trata de España y la Cultura.

Cuando repaso los lineups de los festivales acostumbro a echar a faltar bandas como la vuestra. ¿Falta riesgo en los promotores a la hora de componer sus carteles?
Falta muchísimo riesgo, pero algunos de ellos se están jugando la comida o los libros de texto de sus chavales, y no se les puede pedir más. Otros en cambio son los reyes del mambo y básicamente se dedican a apostar por el caballo ganador, los 2-3 grupos que aparecen en el cartel del pueblo de al lado, la “fiesta” como meta del festival y poco más. Son la imagen del prototipo (negativo) de empresario español venido a promotor de conciertos. También es responsabilidad del público saber dónde se deja los cuartos y saber qué tipo de iniciativas está apoyando con su dinero. Nosotros hacemos discos, e intentamos que sean buenos, pero no podemos decirle a ningún promotor lo que debe programar o al público lo que debe apoyar. Eso es responsabilidad de cada uno.