Ya hace mucho tiempo que la crítica, sobre todo la más reaccionaria, dio la espalda al cine de Steven Spielberg. Poco importa que el director de ET beba de las fuentes más tradicionales -en Campo de Batalla la fijación por los encuadres muy abiertos nos llevan a una época ya olvidada a nivel cinematográfico- ni que tome como base novelas de la calidad de War Horse: Spielberg se ha acostumbrado a vivir en el punto de mira de la crítica y aún así se las ha apañado para seguir regalando lecciones de cine. Caballo de Batalla, con sus limitaciones, también lo es. Por ART VANDELAY.

  • Spielberg apela a las emociones para facturar un bello homenaje a un cine ya perdido
  • La excelente fotografía de Janusz Kaminski y los encuadres de Spielberg aluden a John Ford
  • El director de ET, con buen criterio, decidió omitir la voz en off de Joey, presente en la novela
Ficha Técnica: Caballo de Batalla, 2011.
Dirección: Steven Spielberg. Guión: Richard Curtis, Lee Hall 
Intérpretes
: Jeremy Irvine, Peter Mullan, Emily Watson, Niels Arestrup, David Thewlis, Celine Buckens.
Fecha de estreno: 10/02/2012

Poco después del estreno del film, blogueros de culto y críticos especializados cargaron las tintas contra Caballo de Batalla. Ello hizo desinflar las opciones del film en los Óscars -la omisión de Spielberg en la categoría de Mejor Director le deja prácticamente sin opciones, aún metiéndose en el Top 10 de la larga lista de películas seleccionadas en la categoría de Mejor Film, para sumar un total de seis candidaturas- y evidenció que el director estadounidense debe de dar el 200%100 para obtener el reconocimiento de la crítica. Sólo ello explica que algunas de sus mejores películas, como Inteligencia Artificial o Munich, tuviesen un peso anecdótico en los listados de Premios y que sus propuestas más comerciales hayan sido vilipendiadas sin reparo en fechas recientes.

Campo de Batalla nos recupera a Emily Watson, notable en su papel como esposa de Peter Mullan

Quizá por ello, cansado del evidente divorcio existente entre sus filmes y la élite intelectual de Hollywood -muy relativa, visto el criterio que rige en los últimos años a la Academia- en Campo de Batalla Spielberg ha puesto en escena todos los tópicos que acostumbran a sacar de quicio a sus detractores, cocinando un film de corte clásico en lo estético y en su contenido, dando como resultado una fábula edulcorada, lanzada a la búsqueda de la lágrima y la emoción del espectador partiendo de un cuidado escénico de primer orden. El resultado es un film algo irregular -notable en su primer tramo, con alguna bajada de tensión mediado el metraje y excelente en su resolución final-, al que le sobra algo de metraje pero que contiene imágenes de gran belleza visual y secuencias del todo emotivas.

La fotografía es de hecho uno de los puntos fuertes del film y una de las categorías en donde tendrá algo que decir el próximo 27 de febrero en la entrega de Premios de la Academia, haciendo de la tierra, los espacios abiertos en los que se filma, un protagonista más. Spielberg nos brinda así encuadres notablemente abiertos, huyendo de los primeros planos y situando a sus personajes en un entorno muy determinado, donde la acción pivota a través de Joey, el caballo protagonista del film, y las diferentes personas con las que interactúa -y un acierto claro de Spielberg: omitir la voz en off de Joey le da al film un verismo mayor del que hubiese tenido con el planteamiento original de la novela-.

La incursión para Joey condiciona para bien, a los diferentes personajes con los que interactua

La 1GM, bajo otro punto de vista
El punto de partida de la película nos lleva a las vísperas de la Primera Guerra Mundial, cuando Ted (Peter Mullan), un granjero borrachín, adquiere un caballo en una subasta que no se ajusta a lo que necesita para las labores de su granja. Su adquisición se debe más a las diferencias que lleva con el propietario de la misma que con lo que realmente pueda sacar de él, lo que desconsuela a su mujer -notable Emily Watson en su esperadísimo regreso al primer plano de la actualidad- e ilusiona a su hijo Albert (Jeremy Irvine, una de las sorpresas agradables de la película), con el que rápidamente establece un irrompible lazo de amistad. Cuando la cosecha parece a punto de dar al traste de las aspiraciones económicas de la familia de Ted, Joey y Albert logran lo imposible y aran un campo impracticable para salvar la temporada, aunque una terrible tormenta da al traste con sus aspiraciones y obliga a Ted a vender al Ejército  a Joey contra la voluntad de su familia.

Spielberg traslada entonces la acción al campo de batalla, omitiendo realizar un filme bélico en la línea de Salvar al Soldado Ryan para mostrar como la presencia de Joey va cambiando la vida de los diferentes combatientes que le rodean. Desde el oficial que lo adquiere, que le muestra un respeto reverencial, a dos hermanos alemanes pasando por un abuelo francés y su nieta que ven en él un rayo de esperanza, y ello por no hablar de una de las escenas de la película, en la que Joey intercede en la trinchera para protagonizar una de las grandes secuencias del film, donde queda clara la capacidad de Spielberg para apelar a los sentimientos incluso en los momentos más delicados, una secuencia quizá edulcorada pero resuelta de manera extraordinaria por el cineasta de Ohio.

Pese a no ser una película bélica en su sentido más estricto, la película cuenta con momentos para el recuerdo también en ese sentido. La huida de Joey en las trincheras es un momento puramente spielbergiano, una brillante secuencia que deja sin aliento al espectador, en un film al que se debe entrar con el ánimo indicado: Caballo de Batalla sólo se disfruta si se acepta la premisa inicial de que Spielberg alude a un cine ya olvidado, en el que las emociones son convenientemente manipuladas para buscar la lágrima del espectador y en el que la emoción buscada desembocada en un torrente emotivo sobre todo en sus últimas escenas.

Campo de Batalla brilla además por el respeto reverencial de Spielberg hacia los grandes nombres icónicos de la cinematografía estadounidense, partiendo de una emotividad que roza lo cursi por momentos pero hace de la apología del buenismo -gran definición de Cinemanía- su principal activo.

La escena de las trincheras sintetiza lo mejor de Spielberg como director

Respeto a los clásicos
Spielberg se ha referido al respeto casi reverencial que siente por el cine clásico en repetidas ocasiones. En Campo de Batalla, queda evidente desde la misma composición de los planos que John Ford juega un papel decisivo en su formación como cineasta. Tanto los personajes secundarios -sobre todo el de Emily Watson, aunque también el de Peter Mullan- son puramente fordianos, como lo es la esencia de un film ambientado en Francia e Inglaterra pero de marcado acento Spielberg en todos y cada uno de sus poros.

El resultado convencerá a los que acepten entrar en el juego planteado por Spielberg -hemos venido a llorar- y aburrirá a aquellos que siguen anquilosados en despreciar su cine, una actitud vital que les privará de disfrutar una propuesta notable en su facturación y cercana a lo excelente en su paleta visual, en un filme que si bien no pretende aleccionarnos sobre la Historia (así, en mayúsculas) sí que rescata un elemento ya olvidado de la 1GM, que no es otro que la incidencia decisiva del caballo como elemento de batalla y el fin de la caballería armada en conflictos militares a gran escala utilizada hasta entonces.

[youtube id=»xRf3SfeMRD4″ width=»600″ height=»350″]