Tiene Wes Anderson una sensibilidad especial que convierte a sus películas en pequeñas joyas de orfebrería a las que conviene acudir en días específicos. Su arrebatadora nostalgia, su estilo cautivador y la particularidad de sus personajes -seres frágiles, al borde del colapso emocional- son marca de la casa e irreconocibles: el toque Anderson trasciende más allá de la historia que narra.

De todas las historias explicadas por Anderson, puede que la de Viaje a Darjeeling sea la que más me gusta. La historia de los hermanos Whitman de viaje imposible en la India, después de ser convocados por uno de ellos para reencontrarse con su madre un año después de la muerte de su padre es la excusa de Anderson para sumergirse en el Darjeeling Limited, un tren de lujo que deja en nada el Orient Express y que sirve como inmejorable marco para conocer de cerca los traumas acumulados por los Whitman.

Francis (Owen Wilson) tiene la cara echa un cromo después de un accidente que casi le cuesta la vida y trata, sin éxito, en convertirse en el cabecilla del trío. A Jack (Jason Schwartzman) le rompieron el corazón en París y aún no lo ha superado. Escribe historias «ficticias» demasiado parecidas a la realidad y, como su otro hermano Peter (Adrian Brody) ignora qué demonios hace en el Darjeeling. Atrofiado emocionalmente, a punto de ser padre y  convencido de ser el favorito del difunto patriarca, su afán en heredar pequeños objetos de aquel despertará los celos de Francis, incapaz de mantener el orden en una ruta que se complicará después de ser expulsados del tren y perder por el camino al guía que habían contratado. En una entrevista concedida a los medios en el Festival de Venecia, Anderson incidió en el hecho de que la trama se centra en «tres tipos que no saben nada de la India y que piensan que pueden tener una experiencia iluminadora siguiendo un plan elaborado para ello despertándose a las siete de la mañana para alcanzar el clímax a mediodía», para añadir que «sólo cuando sus planes se tuercen y son expulsados del tren empezarán a sentir algo».

Cartel promocional USA de Darjeeling Limited (Wes Anderson, 2009)

Anderson escribió el guión a seis manos con dos de sus mejores amigos. Así, el propio Schwartzman y Roman Coppola, ayudante de cámara en Life Aquatic, firman con él el guión, formando así un remedo de los propio Whitman con los que escribió el primer borrador en nueve meses, antes de partir de viaje hacia la India para acabar de pulir su obra.  La experiencia les llevó casi dos años -nueve meses para el borrador, viaje en tren por la India posterior y el rodaje en sí-, manteniendo las constantes vitales de su cine y puliendo una metodología ya exhibida en Life Aquatic y corregida y aumentada en la personalísima Fantastic Mr. Fox.

No suele citarse a Darjeeling Limited como la mejor película de Anderson, aunque tiene todos los ingredientes para serlo. Su poderío visual supera al de la citada Life Aquatic, que ya era excelente, y convierte el trayecto por el Darjeeling en un festín visual, apoyado en un equipo de grabación formado en Bollywood que convierte a cada plano en una coquetería similar a las maletas Louis Vuitton que acompañan a los Whitman a lo largo de todo el viaje -esas carreras en las andanas-, metáfora emocional, tal vez, de la carga emocional que cada uno de ellos soporta en su interior.

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Como es marca de la casa, la banda sonora juega un papel esencial en la trama. Play with fire, de los Rolling Stone, contribuye a acentuar el torrente emocional por el que pasan los personajes, alternándose con la música instrumental de Satyajit Ray, con temas de los Kinks y con el leit motiv musical de la trama, el excelente Where do you go to (My lovely) de Peter Sarstedt, que introduce el film con el cortometraje previo protagonizado por Schwarztman y Natalie Portman. Hotel Chevalier, el cortometraje, narra el reencuentro entre Jack y su ex, una Natalie Portman que tritura emocionalmente al mediano de los Whitman en un cortometraje que dejó para el recuerdo el primer desnudo de la actriz de Cisne Negro.

Los otros totems de Anderson
Más allá de un estilo de grabación irrenunciable y del sentimiento de delicada nostalgia -uno de los motores de Anderson-, el film se reconoce en su peculiar filmografía gracias a la presencia de sellos muy concretos que nos reencuentran con su cine. Anjelica Houston repite con rol matriarcal (ya lo fue en Los Tenembaums y en Life Aquatic), mientras que Bill Murray introduce el relato en una enigmática secuencia donde le vemos perder el Darjeeling, bonita metáfora de los trenes perdidos. Junto a ellos Kumar Pallana, actor indio habitual en su cine como lo es, claro, el clan Wilson, con los que trabajado en todas y cada una de sus películas.

Más allá de la presencia de sus actores fetiche, son los recorridos emocionales los más reconocibles en el cine de Anderson. Tienen las últimas películas del director de Los Tenembaum la búsqueda de lo quimérico como eje central. De la última expedición del capitán Bill Murray para honrar a su amigo y compañero de fatigas desaparecido en Life Aquatic a los preparativos del último golpe de Mr. Fox en las aventuras del zorro fantástico interpretado por George Clooney, es la concreción de planes imposibles aquello que da sentido a los films de Anderson, facturados todos ellos con esa capacidad suya de facturar encuadres imposibles en secuencias de gran belleza visual. «Intento no repetirme, aunque parece que siempre haga la misma película«, confesó en la previa de Venecia en 2009 refiriéndose a su lucha por «mantener mi propia personalidad«, a la que acentúa con los gadget marca de la casa con la que que acompaña a sus personajes de manera recurrente. En el caso de Viaje a Darjeeling, las maletas diseñadas por Marc Jacobs para Louis Vuitton son un leit motiv más de la trama, una figura narrativa de profunda carga metafórica. Un reportaje de ART VANDELAY

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