Django Desencadenado nacía como un reto enorme, el de ver hasta donde podría llevar Quentin Tarantino su particular modo de entender el cine en un género tan mitificado (para él y buena parte de sus seguidores) como el western, además de retomar su discurso cinematográfico después del monumental éxito de crítica y público que supuso su gran obra  maestra, Malditos Bastardos. El resultado, un southern abrumador. Por ART VANDELAY

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Django Unchained. Dirección y guión: Quentin Tarantino. Intérpetres: Jamie Foxx, Christopher Waltz, Leonardo Dicaprio, Samuel L. Jackson, Kerry Washington, Walton Goggins, Don Johnson.

Quentin Tarantino no se ha cansado de explicar el proceso creativo de su esperada primera incursión en el mundo del western, el laborioso tratamiento de guión que arrancó sobre el mismo al poco de acabar su anterior film, y la estrecha colaboración que Christopher Waltz le brindó a la hora de construir los pilares centrales de su monumental y excesivo homenaje al spaghetti western, 165 minutos de salvaje adoración al género, edificados bajo la abrumadora personalidad de sus protagonistas principales y sostenido con el habitual toque pulp con el que Tarantino acostumbra a sazonar sus mejores obras.

Explica Tarantino, también Waltz, que ambos trabajaron en la composición del guión de manera casi febril. El director contó así con la inestimable colaboración del oscarizado actor, en clara sintonía artística después de su sonada colaboración conjunta en Malditos Bastardos. «Leí el guión a medida que Quentin lo escribía«, comenta en las notas de producción Waltz, al tiempo que afirma que éste «se fue revelando a medida que se escribía frente a mis ojos: fui a casa de Quentin, me sentó frente al escritorio y me puso delante el guión, mirándome mientras lo leía«, afirma el gran favorito a llevarse su segundo Óscar como Actor de Reparto.

La ascendencia alemana del dentista/cazador de recompensas que interpreta Waltz en el film hizo que Tarantino pensase en él casi al instante, beneficiándose además del gusto por el género del actor austriaco, quien comenta en las mismas notas que el cénit del género se produjo «justo cuando empecé a interesarme por el cine«, lo que le permitió acumular un feedback básico a la hora de dar forma a su personaje.

Confirmado Waltz como co-protagonista, la búsqueda del Django idóneo fue también laboriosa, llegando a tantearse a varios actores afroamericanos hasta que la opción de Jamie Foxx se impuso al resto de forma natural. Como Tarantino ha comentado en varias entrevistas, Foxx es de Texas, el caballo que aparece en el film es de su propiedad y su carisma arrollador encajaba a la perfección en las consideraciones fundamentales del personaje, segundo integrante del triángulo protagonista a partir del cual Tarantino edifica la historia.

DiCaprio caracterizado como el villano Calvin Candie

DiCaprio caracterizado como el villano Calvin Candie

El tercero en discordia es Leonardo diCaprio, quien da vida a Calvin Candie, gran «villano» de la proyección, muy hábil a la hora de darle a su personaje el sentido sarcástico que éste requería. Centrándonos en la trama propiamente dicha, conviene recordar las líneas maestras de su argumento. Vamos a ello.

El doctor King Schultz recorre los estados del Sur presentándose como dentista, a pesar que hace años que no ejerce. Su verdadera naturaleza es la de cazarecompensas, propósito que le lleva a liberar a Django, un esclavo que le permitirá localizar a los hermanos Brittle, sobre los que pesa una orden de captura «vivos o muertos». A medida que la relación entre ambos se estrecha, ambos irán a la búsqueda de Broomhilda, esposa del esclavo liderado retenida en Candyland, una infame plantación donde los esclavos son preparados para luchar unos contra otros por mera diversión.

Este es el punto de partida que da paso a la larguísima historia ideada por Tarantino, que se va a los 165 minutos y que recupera la figura de Django, una institución para los seguidores del género spaghetti. Franco Nero, el primer Django cinematográfico de la historia, disfruta de hecho de un pequeño cameo en el film, siendo otros de los homenajes al género incluido por Tarantino en el film, que mantiene algunas de las constantes de su cine, tales como la excelente banda sonora que acompaña la puesta en escena de la historia, su notable fotografí­a o un montaje trepidante, que hecha en falta sólo por momentos a la habitual colaboradora de Tarantino, la fallecida Sally Menke.

Quizá por ser la primera película sin Menke, el único reproche que se le puede atribuir a la por otra parte excelente Django Desencadenado es el metraje excesivo que relantiza la trama en algunos pasajes, algo que Tarantino corrige con un guión trufado de frases inolvidables y con su habitual (y formidable) dirección de actores, que se beneficia del talento de nombres como diCaprio y Samuel L. Jakcson y del permanente estado de gracia en el que se encuentra Waltz desde el estreno de Malditos Bastardos.

Fiel a si mismo resulta también Tarantino en las set piece más celebradas de la trama. El tiroteo final se revela insuperable, como lo es también la escena del Ku Klux Kan o la magnífica escena inicial, aquella en la que Django y el doctor Schultz se conocen, punto en el que los dos protagonistas principales empiezan a sentar las bases de su relación, confiriéndole a Waltz en esta ocasión un rol positivo, tras su tremebundo papel en Malditos Bastardos. Que el personaje alemán fuese de los positivos de la historia era un modo de «hacer las paces con los alemanes, a los que dejé muy mal parados en Malditos Bastardos», cuenta Tarantino este mes en Imágenes de Actualidad (pag. 76), definiendo a su personaje como un «exiliado que no se puede quedar en Alemania y que ya no tiene país«.

Django Desencadenado es, en fin, el homenaje pendiente que Tarantino tenía con uno de sus géneros de cabecera, la excusa ideal para disfrutar de una banda sonora simplemente espectacular y el reencuentro de Tarantino con Waltz dos años después de su primera y gloriosa colaboración conjunta. Otra obra monumental épicamente tarantiniana y la película, al fin y al cabo, con la que Tarantino afrontaba un reto mayúsculo, pasar página a su «gran obra maestra«. Palabra de Brad Pitt en Malditos Bastardos.

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  • Lincoln. Director: Steven Spielberg
  • Tabú. Director: Miguel Gomes
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