Érase una vez un antiguo icono del punk que, después de coquetear con otras propuestas musicales, lo abandonó todo para trabajar como cartero en el norte de Londres, dejando un legado inabarcable como testamento artístico y un reducido número de reapariciones fugaces como único consuelo para sus fans.

Vic Godard, nombre clave en la explosión punk de la década de los setenta, sorprendió al mundo anunciado su retirada de la música para ejercer como cartero, aunque este pionero del post-punk ha protagonizado esporádicos regresos desde entonces, en los que ha facturado álbumes como o Sansend  o We come as aliens. Han sido regresos sencillos y sinceros, alejados de la grandilocuencia de las grandes giras de retorno y siempre con un motivo de peso para volver. A Vic Godard, cartero de profesión, la fama le importó siempre más bien poco, siendo más un peaje que pagar que no su verdadera meta.

Su primera parada en Barcelona se produjo en 2006, cuando presentó el recopilatorio de parte de su carrera, Singles Anthology, en una recordada visita por el Mercat de les Flors, y el año pasado repitió presencia en una doble visita a Vic y Barcelona, municipios a los que regresa la próxima semana para actuar en la Cava Jazz de la capital de Osona, el próximo día 18, y en La [2] de Apolo, un día después. Lo hará, como entonces, con la recuperada para la causa The Subway Sect, banda en la que se inició como leyenda del punk en 1976 y con la que ha seguido colaborando esporádicamente.

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Vic Godard tuvo tiempo de erigirse en una pequeña gran personalidad dentro de la ola punk de finales de los setenta. Arrancó su periplo al frente de The Subway Sect, en una memorable actuación dentro del 100 Club Punk Festival de 1976. Allí llegó acompañado de otros fans de los Sex Pistols animado por Malcom Maldowell, quien buscaba cerrar el cartel del festival con alguna banda emergente. Un año después la banda ejercía ya de telonera de los Smiths en el White Riot Tour, en el que banda desplegó sus principales señas de identidad: un punk-rock vitamínico, pura distorsión y geometría, que situó al grupo en el epicentro de la ola británica, de la que el propio Godard pareció dimitir antes de tiempo. Y es que antes de hacer pública su retirada, Godard ya había dejado el punk en busca de otras vías de expresión musical, como el northern soul, el rock velvetiano o el swing, género en el que destacó como crooner en  el Club Left de Londres poco antes de anunciar su adiós.

Hastiado del punk, pues, Godard se abrazó al northern soul. Creó una delicia como What’s The Matter Boy?  y se cansó. Se cansó de la fama, de la industria musical, añadidos que estorbaban su pasión. «No es culpa mía», respondió Godard a Chris Salewicz en The Face, cuando éste le inquirió por su progresivo éxito en el mercado. Así que se casó con la responsable de la pequeña hamburguesería donde trabajaba por las mañanas y lo dejó todo para repartir cartas a finales de los ochenta, tal y como confirmó su madre en 1988. Y así nació el mito del cartero cantante. El hombre que pudo ser una estrella, pero eligió no serlo.

El sello barcelonés Famelic Records anunció ayer el doble concierto, que servirá además para que Godard filtree con la ciudad con la que comparte nombre. Vic permanecerá en Vic, si permiten la redundancia, para grabar un single inédito con la banda local Mates Mates, una de las nuevas incorporaciones del sello -con la que tocará en el concierto de La Cava- y para formar parte de un documental, con el título provisional de Vic to Vic en el que se seguirán explicando las claves de este genio dimitido de una industria en la que nunca se sintió cómodo y de la que huyó buscando tranquilidad.

En esa tranquilidad se apoya ahora para buscar nuevos retos. Pequeños placeres para un cartero de Bristol de sombra alargada. La de sus éxitos. R. IZQUIERDO

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*Ilustración de David Sota para Famèlic Records