Siempre ha habido en el grupo una especie de enamoramiento hacia la figura del galán romántico, ese trobador de gala de fin de año de Televisión de Galicia que se pasea entre las mesas cantándole a las mujeres de todas las edades con una rosa en el micro. Un texto de MANOS DE TOPO para SHOOK DOWN

A pesar de los desaguisados, el público estalló en un sonoro aplauso y todos nos fuimos a casa felices y con la sensación de haber sobrevivido a la primera polémica de Manos de Topo. Lo de «romántico» había quedado claro, lo del «galán» no tanto, pero nos quedaban muchas galas de televisión de Galicia por delante para demostrarlo…

Manos de Topo, en una imagen promocional // Sones

Tenía muy poco tiempo de vida el grupo cuando decidimos emular a estos genios del sentimentalismo con un concierto muy especial en una pequeña galería de arte del barrio de Gràcia. El concepto era bien sencillo y a la vez de una carga conceptual enorme. ¿Y si hacemos un concierto solo para mujeres? Miguel Ángel se apresuró a puntualizar, no, no, haremos un concierto «only for women«. Es más, a los pocos segundos empezamos a fantasear con la idea de que hubiese un solo hombre entre el público vestido de frac y sirviendo cocktails a las sedientas damas, pero nos empezamos a dar cuenta de que nos estábamos dejando llevar por nuestra innata tendencia al surrealismo y a la puesta en escena pseudo-humorística.

Comenzamos a hacer una lista de amigas, conocidas, familiares, jefas, profesoras, compañeras, novias… Buscamos feminidad hasta debajo de la piedras para reunir los 50 nombres que habrían de llenar la sala. No tardaron en empezar a llovernos críticas por nuestro sincero tributo a la fémina, comentarios que nos tildaban de machistas y otros improperios despistados que no pocas veces ocultaban ciertos celos por parte de la dama al no haber sido invitada. En general el sentido del humor cundió y el día señalado la pequeña sala se llenó de la dulce melodía de la feminidad. Solamente se nos coló un hombre, un entrañable vasco fuerte y peludo, compañero de clase, que puso el ingrediente perfecto al sofisticado cocktail que allí se estaba gestando. Sin más dilación salieron los Manos de Topo al minúsculo escenario a ras de suelo. En seguida nos dimos cuenta de que la cosa había sido un poco fallida: en vez de emular la elegancia de los cantantes clásicos, la cosa tenía un tinte más garrulo, más a lo Elvis Presley en las fiestas de la mina. La comunión humorística había sido perfecta y las damas se habían lanzado a una suerte de entusiasmo que se traducía en exagerados gritos histéricos.

El concierto transcurrió por estos derroteros hasta que llegó el clímax de la velada: el que aquí escribe salió con su guitarra a interpretar uno de los platos fuertes de la cita con Pau, nuestro bajista de entonces a la batería. Se trataba de una versión de «Cuando zarpa el amor» de Camela, que iba que ni pintada para el tono de la contienda. Antes había comentado lo reducido de las dimensiones del escenario, pues bien, el tamaño de nuestro bajista no era muy compatible con el mínimo espacio del que disponía para ejecutar su colección de redobles «camelescos«. El resultado fue una balada a medio tiempo con un bombo histérico sonando a mi espalda… el pobre Pau se había quedado atascado con el pie en el pedal y la cosa era una auténtica esquizofrenia musical. Poned en casa Everybody hurts y cualquiera de ratos de porâo a la vez y tendréis la misma sensación.

A pesar de los desaguisados, el público estalló en un sonoro aplauso y todos nos fuimos a casa felices y con la sensación de haber sobrevivido a la primera polémica de Manos de Topo. Lo de «romántico» había quedado claro, lo del «galán» no tanto, pero nos quedaban muchas galas de televisión de Galicia por delante para demostrarlo…

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Texto original de Rafa de los Arcos, batería de Manos de Top. Manos de Topo participaron este año en el ciclo Caprichos de Apolo, triunfaron en México y siguieron presentando Escapando del Anticiclón por todo el país.

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