Mientras fuimos muchos los que nos quedamos con las ganas de ir a Murcia a disfrutar de la (muy) potente edición del SOS 4.8 2012 nuestras In-Expertas Sonoras se plantaron en la Vieja Condomina para disfrutar de uno de los grandes clásicos del inicio de la Primavera. Nos gusta que el SOS 4.8 sea el encargado de inaugurar la temporada de festivales, y nos gusta más aún que sean ellas quienes nos lo cuenten. Así que paramos aquí la intro y nos sumergimos ya en la esencia festivalera del SOS, vía recuerdos In-Expertos. Una crónica de ANDREA GÓMEZ Y ANNA PACHECO

Un gran amigo tiene la definición perfecta para este festival: “El SOS 4.8 es un fin de semana de verano en medio de la cruda realidad”. Y así es. Llegamos a Murcia el jueves, después de muchos kilómetros en coche, comprobar lo bonito que es Benidorm y lo caras que son las carreteras. Pero es es lo de menos. Eran las 23.35h y había que desplegar nuestro arsenal de tiendas en la Vieja Condomina, cámping oficial del festival y que todo SOSer debe probar, sin remilgos. Confesamos que al final uno acaba adorando los Polyclean.

Y ya es viernes. Te levantas a 20ºC, pero con una sensación térmica bajo-la-lona-Quechua de 50ºC. Aún no sabes bien donde estás hasta que un “Juan, ¡nos falta un piquete!” te reubica ante un fin de semana de 48 horas de música sin parar. Tienes esa sensación única de que estás cerca de muchas cosas buenas por venir.

Algo de sol y achicharre en las gradas, charla con los vecinos de parcela, compra de sustento y duchas de agua fría en el vestuario del “equipo local”. Suena Somebody that I used to know en una furgoneta -que ya es un clásico- de Redbull Dj Set, más que apta para ir entrando en ambiente festivalero. Cogemos los carteles de Pedazo Temazo y ya estamos, otra vez, un año más, ahí dentro ante lo que se puede considerar un festival más que consolidado y con identidad.

Alguien nos dijo que el SOS 4.8 es un fin de semana de verano en medio de la cruda realidad.  Llegamos a Murcia el jueves, después de muchos kilómetros en coche, comprobar lo bonito que es Benidorm y lo caras que son las carreteras

Empezamos a correr sin por ello dejar de bailar (modalidad de transporte típica si no quieres perderte ningún horario y evitar solapamientos). Entrada triunfal con The Kills ya en el escenario Estrella Levante -el grande, para entendernos-, nos suena ver algo de leopardo en el fondo, aunque lo que de verdad no olvidamos son esos desgarros de guitarra de Jamie, los sorprendentes cuatro tambores que retumbaban en ese gigantesco escenario en sincronía con los golpetazos de cabeza de Allison. Cazadora de flecos de los ochenta y toque punk en versión malote para darnos la bienvenida al recinto de la FICA. Y qué decir con The last goodbye, ese hit que el público demostró conocer al dedillo.

Un momento de la actuación de The Kills // Chema XX

Con el subidón de The Kills, ahora corre al escenario Jaggermeister que nos llama Ramón. The New Raemon, ya preparado guitarra en mano, para ofrecernos uno de esos recitales que te recuerdan lo bello y lo bestia que es vivir. Y no diremos el orden de la setlist porque eso es pedir demasiado a esas horas de la noche (sí, eran sólo las 21:30h). Pero cuando todo un recinto se desgañita con “y el arroz se me atragaaaaaaaaaaaanta” y sonríe el hombre al que definitivamente le queda mejor la barba del planeta, entonces te crees que, con eso, la noche ya ha valido la pena. Y puedes decir orgullosa “Yo soy Simon y tú -probablemente- Garfunkel”. Siguen temazos, como La cafetera o Sucedáneos, del antiguo disco, y buenísimos temas del nuevo álbum como Consciente hiperconsciente. Y sí, siendo también hiperconscientes que Ramón odia que le pidan ese tema que no es propio, reconocemos que el grupo que a cada silencio gritaba “quiero evitar la baldosa que baila” éramos nosotros. Porque Te debo un baile es la cover más genial que se ha hecho en tiempo. Y esto es así. Ya se nos tirarán al cuello los críticos musicales, que como In-Expertas Sonoras asumimos los riesgos.

Pulp, de los más aclamados de la noche // Isabel Cortés

Llega el plato fuerte de la noche y es hora de recomponer las formas. De ponerse serios ante Pulp, aclamadísimos, queridos y así lo demostraron las letras en neón que ocupaban todo el escenario. Y de qué manera. Jarvis habrá pasado sus épocas mozas, pero aún se oye el clásico “queremos un hijo tuyo” entre el público femenino (y no solo femenino). Y es que esos movimientos de cadera, y ese rollo con el micro que solo él, agarrado y contorneándose alrededor del cable, lograba fusionar. Hubo taconeo incluido entre canción y canción, perdón, rectificamos, entre hit-bueno y hit-mejor. Se desbocó el publico con Razzmatazz y Underwear, y cuando parecía que no era posible más palmas al aire llegaba Disco 2000. Pero eso no acababa ahí. El público lo sabía y lo esperaba y Cocker también. Era como un pacto tácito, en secreto, que todos sabíamos que iba a llegar. Y así es como la catarsis final aterrizó con Common people, instaurándose en la retina de todos como uno de esos momentos, vitales, para nunca olvidar. Gente corriente, todos a una, con un aullido final “and screw because there’s nothing else to do”.

Gossip no convenció a nuestras In-Expertas // Isabel Cortés

Tras la deshidratación y esa sensación de haberlo dado todo, llega el break para ir a cenar. Y oye, que Murcia tendrá una gastronomía muy maja, pero lo bien que nos fue el McDonalds de “a 500 m.” no nos lo quita nadie. Sagradas hamburguesas de medianoche, que parecía que había más gente pidiendo un Bigmac que en todo el recinto murciano. Y vuelta a los sprint, que el festival no se detiene, y llegaba la hora de Gossip. Pero sería el McFlurry que se aposentó mal o que quizas nos metimos del todo entre el gentío, pero Beth Ditto no consiguió desenfrenarnos hasta muy al final con Heavy cross. Y mira que hubo intentonas: el look diva, el show de sé-como-ganarme-el-público, la versión de Nirvana infiltrada por ahí a medio set o un final dedicado a Whitney con el clásico y melodramático “we’ll always love you”. Pero no, que nada. Que lo de Gossip recordaba más a una final de X- Factor que a otra cosa.

Pero no hay tiempo para apoltronarse, porque a esas horas el cuerpo te sigue pidiendo más. Turno para electrónica, y reconózcamoslo, son muchos los que se acercan al festival sólo por estos momentos de remixes y decibelios acompasados. Es la hora de la entrada de los buhos al recinto, esos que solo se dejan ver de madrugada. Llegan los movimientos sincrónicos, el desfase puro y duro. Que el cuerpo no pare que tan sólo son las tres de la mañana. Y empezamos salvajes con Buraka Som Sistema, o como darle el toque africano a una buena sesión de electrónica. Y es que esta gente sabe como hacer bailar al público y recordarte que tus piernas llevan más de 7 horas bailando, pero siguen ahí, vivas.

Zombie Kids animaron el final de la noche // Chema

Si algo envidiamos la gente de Barcelona son los miércoles de Zombie Club en la Sala Heineken de Madrid. Los madrileños The Zombie Kids están acostumbrados a resucitar almas a altas horas y el SOS 4.8 no fue una excepción. Mientras una parte de ti te decía “vuelve al Cámping, duerme algo”, tu versión zombie se transformaba al oir los primeros bits de Face. No será la mejor composición musical del mundo, pero el subidón que conlleva hace que la despedida sea mucho más llevadera.

Una última mirada atrás y vuelta a la Condomina. Buscar tu casa entre ese mar de tiendas de colores. Y pijama, que a las diez esto vuelve a estar en marcha.

Buenas noches, Murcia.