Hay en Portamento mucho de redención personal, compartida por los tres supervivientes de The Drums y personificada en la figura de Jonathan Pierce, principio y fin de la historia. El éxito de The Drums (Universal, 2010), su debut homónimo, estuvo a punto de llevarse por delante a la banda, víctima de un éxito monumental que quizá no esperaban y que acabó por provocar fricciones irrecuperables entre algunos de sus miembros.

La marcha de su guitarrista Adam Kessler, hoy sin relación con el resto de la banda, sacudió al grupo en primera instancia, aunque algunas declaraciones posteriores -recomendabilísima la entrevista que les realizaron en El País– muestran cierto alivio por la  conversión de los supervivientes en trío, evidenciando que el grupo entró en realidad en una constante discusión consigo mismo del que aún hoy no ha conseguido salir. Un año después y con nuevo disco en el mercado, el proyecto The Drums sigue enmarañado en un diálogo interior del que se concretará, tal vez, una definitiva reinvención cuando Portamento logre, si lo logra, lo pretendido por Pierce: volver a empezar.

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El tsunami que generó aquella ola surfera que era Let’ Go Surfing elevó las expectativas de un grupo al que se le sigue quedando como asignatura pendiente el directo, acelerado y excesivo, todo ruido y furia, sensaciones a las que la pose deliberadamente histriónica de su líder espiritual, Pierce, no ayuda precisamente a corregir. A la fragilidad del directo, su talón de Aquiles, The Drums añadía hasta ahora cierto espíritu autodestructivo que terminó por derivar en el adiós forzado de Kessler, espantada que terminó por actuar  como punto de inflexión y que invita a la entrada en la madurez (acelerada) de unos The Drums que parecen querer corregirse cuando antes en pos de su consolidación definitiva por encima del hit con el que saludaron al mundo.

Aún es pronto para saber si determinadas decisiones, excluir a Let’s Go Surfing resulta una loable declaración de intenciones de resultado incierto y veremos si permanente, se quedan en la pose o contribuyen a apuntalar una propuesta más madura –también más reposada, su nuevo se grabó en casa el propio Pierce- y comedida de la anterior, primando cierta sensación de nostalgia y recogimiento, lo que ahonda en el pequeño punto de ruptura, en realidad no tanto, que parecen haber facturado en su retorno.

Y es que allí donde el disco de debut evocaba al verano, explosión juvenil sin innecesarios rubores, Portamento se abraza al crepúsculo de lo otoñal y ofrece un trabajo más reflexivo y consciente de sí mismo . Melodías mejor trabajadas, un ligero pesimismo existencial en las letras y un sonido más trabajado, convierten a Portamento en una propuesta mucho más personal que la explosión lumínica de su precedente.

Puede que al disco se le vean demasiado las hechuras, que sean tantas las ganas de Pierce en evidenciar su evolución y remarcar su maduración como artista que quizá haya llevado demasiado lejos esa voluntad como para creernos del todo la melancolía dibujada.

Habrá quien añore el tiempo en que The Drums eran jóvenes y despreocupados, que diría aquel. Conviene, empero, aplaudir la valentía del que aparca lo seguro y se aboca a la (auto)exploración. Siempre estaremos a tiempo de volver al verano. La gran ola esperará el paso de las estaciones, aunque a Pierce no parece importarle demasiado. En el fondo, a nosotros tampoco. R. IZQUIERDO

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(versión acústica de How It Ended para Berlin Sessions)