El pasado 28 de Enero Gem Club publicaba su segundo LP, In Roses, con el que el proyecto liderado por Christopher Barnes mantenía la delicada esencia de sus trabajos anteriores, en un ejercicio de estilo conmovedor que presenta aquí uno de sus resultados más altos hasta el momento… y eso es decir mucho viendo lo mucho que gustaron con su dos entregas anteriores, de las que rescatamos unas líneas más abajo su debut de 2011 en formato EP. La referencia le permite además a su sello, Hardly Art, mantener la buena estrella demostrada hasta el momento en un proyecto que carece de techo. Que siga así. Por RUBÉN IZQUIERDO

  • Tras adelantar tres temas con anterioridad Gem Club lanzaban su nuevo álbum de la mano de Hardly Art el pasado martes
  • El disco ha contado con la decisiva aportación en los arreglos de Minna Choi

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Gem Club

Portada de lo nuevo de Gem Club. a la venta el 28/01

Hardly Art se ha convertido por méritos propios en uno de nuestros sellos favoritos. El exquisito gusto del sello de Seattle ha hecho que, con el tiempo, no se les recuerde una mala publicación, en claro contraste que las alegrías graduales que nos han ido proporcionado desde la edición de sus trabajos. Ahí están los casos de La Luz (Mejor Disco 2014 para esta casa) o La Sera, el nuevo proyecto de Katy Goodman, una vez disuelta del todo su etapa con Vivian Girls, cuya presencia está confirmada para el próximo Primavera Sound desde el pasado martes.

A nivel estilístico, la fina elegancia de Gem Club contrasta con los estilos de las dos bandas comentadas unas líneas más arriba, pero encaja bien con la filosofía del sello y su excelente racha de publicaciones. Ya ha pasado un tiempo desde que nos sedujeran con aquel Acid & Everything que aquí recuperamos y, sin embargo, su capacidad para enamorarnos sigue ahí, inamovible. Recuperamos aquel trabajo de 6 temas vía Deezer:

Para su regreso este 2013 -entre medio hubo el también destacado BreakersGem Club nos habían destilado ya tres adelantos, antes de permitir la escucha en streaming íntegra en NPR y de poner a la venta el disco el pasado 28 de Enero. Un disco que les confirma a través de 11 canciones como una de las propuestas más elegantes del momento, en una melancolía que recuerda a la de Basia Bulat a ratos (¡qué bien estuvo la canadiense el viernes, por cierto!), y que tiene en sus acompañamientos de piano sus llamadas a la nostalgia más evidentes.

Gem Club, que presentaron el disco en un marco de inconfundible elegancia como es el Boston Museum of Fine Arts, estarán hoy en Nueva York, dando uno de sus primeros conciertos de la temporada en la tienda de Rought Trade de Brooklyn, punto de partida para lo nuevo de Christopher Barnes, Kristen Drymala y Ieva Berberian, de nuevo con piezas intimistas y melancólicas, entre las que sobresale la delicada Braid, seguramente una de sus cumbres hasta el momento, siguiendo la buena línea de sus trabajos anteriores.

El minimalismo de Breakers alcanza aquí cierto sentimiento catárquico, una trascendencia concebida en los estudios Tiny Telephone (en compañía de John Vanderlisce) y que ha contado con las aportaciones de Minna Choi, de The Magik*Magic Orchestra, cuyo trabajo ha resultado decisivo para dar paso a un sonido «más expansivo», que brilla casi con la misma intensidad en Polly, otra de las canciones que nos dejaron escuchar antes del estreno. Igualmente emocionante es Soft season, dedicada a Joey Stefano, actor de cine para adultos de corte homosexual o Beauty and sadness, que toma su delicado nombre de una novela del autor japonés publicada originariamente en 1964, seguramente el track de nombre más metafórico para definir el delicado, profundamente bello, sonido de una formación en evidente línea ascendente, algo que también disfrutamos en la más soleada Hypericum.

El segundo LP de Gem Club consagra el camino ya realizado, en un relativo camino continuista que tiene en su enorme sensibilidad la mejor baja para seguir creciendo con paso firme. A falta de poder disfrutar de su cálido directo dejamos, a modo de cierre, el precioso vídeo realizado para la edición norteamericana de Esquire. Pura delicia.

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