Ayer se estrenaba el documental This Ain’t No Mouse Music!, dirigido por Chris Simon y Maureen Gosling. Las dos directoras estuvieron presentes en el estreno, atendiendo a la audiciencia al final de la proyección. Hemos escrito algunas notas sobre el film. Por RUBÉN IZQUIERDO

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This Ain’t No Mouse Music! es el resultado de muchos años de investigación, así como el de un copioso esfuerzo realizado con pocos medios, que tenía como fin analizar el desarrollo anímico y cronológico de Arhoolie Records, uno de esos sellos milagro que florece de mucho en mucho, impulsado por la arrebatadora presencia de su fundador, Chris Strachwitz.

La película conjuga bien la propia biografía de Strachwitz y la del sello, tal vez porqué Strachwtiz ha vivido por y para Arhoolie Records, algo que en cierto modo él mismo explica en algunos tramos de la proyección, donde se le ve como un coleccionista apasionado, partidario de grabar siempre en directo y con un gusto ecléctico y muy personal que podría resumirse con una mera apreciación: Strachwitz ha grabado y producido aquella música con la que ha conectado, sin reparar mucho en el peso de la etiqueta ni de la comercialidad (antes al contrario), dejando como resultado un fresco que trasciende lo cronológico y lo demográfico y que abarca prácticamente hasta nuevos días, cuando el fin de la era de los sellos discográficos entendidos como los veíamos hasta el momento nos queda cada vez más cerca.

Strachwitz, en 1960 junto a Mance Lipscomb

Strachwitz, en 1960 junto a Mance Lipscomb

De montaje ágil y economizando bien los pocos recursos disponibles, las dos directoras salen airosas de casi todos los retos planteados por el film. El más evidente, claro, el de ordenar de forma más o menos inteligible el enorme caudal discográfico acumulado por Strachwitz -de blues a country, pasando por música Tex-Mex, Cajun o R&B de Nueva Orleans-, resuelto con una suerte de ordenación cronológica aproximativa, que enmarca diferentes estilos y ámbitos geográficos, pasando por Texas, San Antonio, California… Las directoras reconstruyen así el ciclo vital del gran sello sureño, encargado de cambiar a su manera el curso de la historia del rock si atendemos a los testimonios dejados por Ry Cooder, Richard Thompson y Bonnie Raitt, algunas de las voces que acompañan a Strachwitz en su recorrido vital, en un trabajo que funciona bien como lienzo viviente, un bonito collage de sabores, marcos geográficos y sonido que nos invitan a seguir las andanzas de su protagonista más allá del propio documental, ya sea re-escuchando la inabarcable banda sonora de la que disfruta el film como ahondando en las particularidades en las que se desarrolló la gestación del sello.

Las dos directoras destacaron antes de trabajo aquí como ayudantes de Les Blank, y centran su mirada sobre todo en este emigrado de Silesia, que tuvo en la música un motivo para volver a empezar, enamorándose de su proceso de fabricación de manera paulatina. Conmueve la honestidad y la integridad de su protagonista -quien no tiene reparos en afirmar que de joven no era muy progresista, algo que contrasta con la naturalidad en la que se sumerge en sus distintos viajes iniciáticos, tomando como brújula la pasión por aquello que más le entusiasma: la música por la que siente devoción, a la que se entrega en cuerpo y alma hasta hacer de Arhoolie Records un sello de impronta y personalidad