Gracias a Rodrigo Katafú, el pasado 10 de marzo tuve la oportunidad de organizar una conferencia con Mike Watt en Hangar, centro de creación artístico de  Barcelona, para analizar sus trabajos con el artista visual Raymond Pettibon. Para quienes no le conozcáis, él es desde mi punto de vista, uno de músicos más icónicos de la cultura alternativa de los EUA de los 80’s y 90’s, sobretodo en el estado de California. Ha tocado con bandas y músicos de la altura de Minutemen (su propia banda de los inicios), Sonic Youth, Iggy Pop and the Stooges, Dave Grohl, Eddie Vedder, R.H.C.P., Frank Black, Porno for Pyros, Joe Mascis, Carla Bouzolich y un larguísimo etcétera de músicos y bandas referentes de la escena alternativa.

Mike Watt toca el bajo. Y aunque seguramente interpreta varios instrumentos más, él mismo se define como bajista. Me atrevería a decir que con ese instrumento se comunica de una manera realmente original y única. El peculiar sonido grave que brota de él y los ritmos – melodías extrañas “funk fuzz rock” que interpreta hacen que su música sea muy característica.

Para algunos es un constante innovador, cuya investigación y orientación creativa se considera imprescindible para entender la escena musical underground de los estados unidos actual. Un referente a la hora de descubrir creación íntegra  que se desarrolla en los circuitos de música (y arte) no convencionales. Es además un compositor obsesivo y un prolífico activista artístico, fundador de diversas discográficas (New Alliance, Clenchedwrench), ilustrador y escritor (como se puede observar a través de su web – blog en el que casi a diario recoge sus impresiones y experiencias en el mundo).

Después de la conferencia, organizamos una comida entre él, los miembros de su banda y de las otras que iban de gira con ellos, y algunos artistas visuales residentes en La Escocesa, centro que organizaba el evento. La experiencia que compartimos ese día me pareció tan especial, que de alguna manera me sentí en deuda con él  y con sus músicos. Quería devolverles el favor, y se me ocurrió hacerlo a través de este artículo, quizás a modo de homenaje, o quizás para continuar manteniendo el contacto él/ellos…

Durante la conferencia, Mike explicó que cerca de donde vive, en San Pedro, California (EEUU), frente a la playa, se encuentra la escultura pública “Jacob’s Ladder” (Escalera de Jacob) del artista Jasper D’Ambrosi  (realizada a mediados de los años 80). Esta escultura muestra a dos marinos mercantes que se agarran mutuamente mientras están siendo rescatados del mar. Ambos se agarran a una escalera que presumiblemente cuelga de un helicóptero de salvamento. El detalle simbólico que la hace especial está en el hecho de que la segunda persona que está siendo rescatada, está entregando su chaleco salvavidas a alguien que está por debajo, en el mar, antes incluso de haber subido al helicóptero.

Mike Watt

De alguna manera, esta obra simboliza una metáfora importante para entender a Mike Watt y su filosofía sobre la vida y sobre la creación artística. Se encuentra en San Pedro, la ciudad que le ha visto crecer y en la que vive actualmente, y expresa un claro mensaje de solidaridad -o quizás, mejor dicho, de forzosa solidaridad- entre los seres humanos. Representa, por tanto, el territorio cercano y la necesaria colaboración entre las personas. Ambos conceptos nutrieron a sus protagonistas, entre los cuales él fue un activo importante, y fueron esenciales para el desarrollo de la escena local art punk. Sin el espíritu cómplice del barrio ni el apoyo mutuo no se habría creado un caldo de cultivo alternativo tan potente que agrupase a personas con gustos tan dispares, cuyo denominador común era la libertad de expresión personal y artística, y una feroz crítica al conformismo, al mercado consumista políticamente correcto para las masas, y a la falta de valores solidarios imperante. Se generó una cultura de ayuda recíproca que permitió también que esta micro escena artística pudiese conectar con otras escenas y circuitos alternativos exteriores, dándose así la posibilidad de reconocimiento global, primero en Los Angeles y después en los Estados Unidos.

El padre de Mike fue marino durante toda su vida, así que se hace obvio entender el importante vínculo que él tiene con esta obra. El mar y los viajes estuvieron siempre muy presentes en su niñez, estimulándole muy posiblemente ese constante afán de viajar, de girar con bandas y de descubrir nuevos mundos hasta fecha de hoy.

Si a todo esto se le añade que, no tan solo él, sino varios de sus colegas iniciales, en la actualidad deambulan por el mundo mostrando su trabajo, haciendo conciertos y todo tipo de actividades constantemente, sin que las condiciones económicas (tanto sean limitadas como abundantes) supongan una barrera para desarrollarlas, considero que su aportación es ejemplar. Parece que se hayan comprometido consigo mismos para poder realizar proyectos que les permitan dar rienda suelta a su libertad creativa y a sus valores éticos, y que mientras puedan cubrir los gastos para vivir con lo justo lo seguirán haciendo así toda la vida. Son, por tanto, un gran ejemplo de obstinación y de humildad, que se debe apreciar muy especialmente.

Arte, comunidad y solidaridad son quizás una base filosófica para este tipo de activistas culturales, que a mi parecer son realmente interesantes, y fundamentan muchos de los movimientos culturales o sociales importantes del reciente pasado y del presente.

Esos individuos que expresan el mensaje “Piensa globalmente, actúa localmente”, explícita o implícitamente, a través del ejemplo individual, me parecen muy necesarios hoy en día. La sobrecarga de información globalizada actual a la que estamos sometidos, distorsiona nuestra perspectiva y no nos permite vislumbrar aquellos modelos brillantes y especiales tan a menudo como necesitamos. Y encontrar ejemplos que se sustentan en la cotidianidad y en la accesibilidad, como los que nos proponen activistas como Mike Watt, nos ayudan a encontrar sentido a las personas que buscamos referentes para desarrollarnos en lo personal, en lo creativo y en lo artístico.

Kike Bela es miembro de Murnau B y director de la FiM Vila-seca

  • Texto: Kike Bela
  • Fotografía: Abigail Johnson