De origen judío, James Levy llevaba años intentando encontrar su camino en el mundo de la música. Inspirado por clásicas figuras que hablan de pareja, de la muerte de la pareja o de la muerte sin más, como Gainsbourg o Lee Hazlewood, terminó encontrando en reconocimiento formando un dúo con Allison Pierce. Sus temas, deliciosamente dolorosos, se incluyeron en el primer álbum de esta pareja musical, titulado Pray To Be Free y publicado a principios de 2012 en Heavenly Records. Por NORMA SOLANO.

  • Levy lideró anteriormente una banda que llevaba su apellido por nombre, LEVY, y con la que publicó dos álbumes que nunca terminaron de encajar.
  • El proyecto James Levy and the Blood Red Rose llegó cuando menos se esperaba. La unión con Allison Pierce y la producción a cargo de Guy Berryman (Coldplay) fueron claves para su ascenso.

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I tend to write about death and relationships, and the death of relationships, but I cannot tell you why

Así explica su estilo James Levy, que abandonó sus estudios para dedicarse de pleno a su carrera musical, y que tuvo que luchar durante varios años hasta encontrar su espacio en el mundo de la música. Abandonó su Vermont natal y se mudó a Nueva York, donde, con la cabeza puesta en Leonard Cohen y Bob Dylan, participaba en sesiones de micro abierto en el Sidewalk Café, en el East Village, el templo del Anti-Folk, que poco encajaba con su estilo.

Poco tiempo después, consiguió formar una banda, llamada LEVY, con la que  publicó dos álbums, titulados Rotten Love y Glorious, en una etapa que ocupó desde 2004 hasta 2007. Consiguieron firmar con el sello One Little Indian, y llegaron a realizar una gira por Europa, acompañando a The Macabees. Tras ella, Levy dedició disolver la banda.

Unos años después, y tras una especie de exilio reflexivo a Texas, Levy volvió a Nueva York. En Brooklyn se gestó este nuevo proyecto, y el definitivo para James. El primer paso fue encontrar la voz femenina necesaria para conseguir ese toque de dueto de los 60 que Levy buscaba desde hacía años, y para ello contó con su amiga Allison Pierce, con las que conseguía unas maravillosas melodías vocales.

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Pero el otro pilar del proyecto fue su productor, el bajista de Coldplay Guy Berryman, quién escuchó los temas de Levy y se enamoró de inmediato, y quién le recomendó no cambiar las cosas, sino adaptarlas para que sonaran mejor. Así, entre los estudios Electric Ladyland de Nueva York y el estudio de Guy en su casa en Londres, Allison y James grabaron 12 canciones, viejas y nuevas. 11 eran de James y Cry Myself To Sleep fue la aportación compositiva de Allison.

El resultado es Pray To Be Free, un álbum muy cuidado y que presenta una realidad de pareja deliciosamente dolorosa, con un pop-folk de carácter clásico y con el que recibieron grandes críticas, además de aparecer en muchas listas de lo mejor de 2012. James encontró la vía para transmitir lo que quería y del modo que lo quería hacer. El dúo presentó su proyecto en el Reino Unido durante 2012, y siguen haciéndolo ahora en Estados Unidos.