Llevábamos varios días queriendo hablar de Soledad Vélez y de su elegante folk de cuna, un camino abierto en 2010 con la publicación de su primer EP -después vendría otro-, que ahora ha ampliado con el lanzamiento de su primer largo. Wild Fishing supone la confirmación de todo lo bueno apuntado hasta la fecha y la señala, con todo mérito, como uno de los nuevos nombres a seguir dentro de la actual escena musical. Por RUBÉN IZQUIERDO

  • La artista chilena presenta su primer LP después de la gran acogida que tuvieron sus dos EP’s previos, donde empezó a construir un discurso propio ahora reforzado con gran solvencia de la mano de su nueva aportación discográfica
  • A medio camino entre el folk y el rock, y con una densidad más oscura que lumínica, Vélez factura un notable disco de debut que tiene en temas como Birds o Sea Man motivos de peso para disfrutar de su escucha en bucle
  • Afincada actualmente en España, Soledad clausura el disco con el homónimo Wild Fishing, largo corte de cinco minutos donde condensa los lugares comunes de su universo particular

Imagen promocional de Soledad Vélez, extraída de su bandcamp // Soledad Vélez

Afincada en Valencia pero natural de Concepción, Chile, Soledad Vélez publicó en 2010 su primer trabajo discográfico. El autoeditado Four Reasons To Sing abrió la veda de una trayectoria ampliada un año después con el lanzamiento de Black Light In Forest (Salvaje, 2011) y definitivamente consolidada ahora con Wild Fishing (Absolute Beginners, 2012), primer largo de una carrera incipiente que empieza a recoger sus frutos visto el gran reconocimiento que está obteniendo desde la aparición del disco el pasado 23 de abril y que ofrece en su personalísimo estilo folk una irrechazable propuesta folk ideal para ser disfrutada en el crepúsculo del día.

A medio camino entre el folk  más marcado (o folk weird, tal y como anuncian en su sello) -como la recuperada Black light in the forest con la que abre el LP- o un rock sombrío y de gran empaque, como la soberbia Hug me, Vélez se ha marcado con su debut una buena muestra de solvencia musical bien entendida, con un trabajo solido que sabe leer los tiempos y que cuenta con Jesús de Santos, antiguo miembro de Polar, en tareas de producción y músico, participando en el disco como guitarra eléctrica, teclados y percusión, entre otros.

 El disco cuenta con el decisivo trabajo de Jesús de Santos en tareas de producción, asumiendo a su vez un marcado protagonismo en el apartado instrumental

Hay en la música de Soledad Vélez -ya lo había en sus dos primeros EP, que generaron gran expectación- mucho de empaque clásico, un deje de respeto casi ancestral por las influencias más marcadas y que se ha visto beneficiada por la amplia gira que llevó a cabo el año pasado a lo largo de toda España, experiencia que le valió para pulir aún más su sonido, reforzado por la presencia de De Santos y Javier Marcos, encargado de la batería.

Avanza el disco en temas como Sea Man por la senda de un folk casi minimalista, en el que sus letras, breves, suenan contundentes por lo enérgico de su discurso, una voz cálida trufada de energía que funciona con acierto como su mejor baza, un calculado ejercicio llevado a cabo por la propia Vélez que le da réditos en temas como Birds, puede que el más cercano a PJ Harvey, sobre todo en su arranque, por más que la artista chilena logra, con gran acierto, tejer un discurso propio, de deliberado recorrido personal.

Sorprende y agrada el universo instrumental que mece sus canciones. Banjos, coros, guitarra acústica… todo ello para confeccionar un sonido clásico reforzado con su voz y su puesta en escena, elegante y reflexiva, ideal para escuchar al atardecer, canciones para el crepúsculo esculpidas a golpe de banjo y de, sobre todo, la poderosa voz de Soledad, gran aval.