Laura Fernández fue periodista antes que escritora, pero sólo porqué vio en el periodismo la vía más rápida para llegar a escribir. Ejerce como crítica en medios reputados, gestionó uno de los mejores blogs literarios que servidor ha tenido el gusto de leer y vio cumplido su sueño publicando dos pequeñas joyas literarias del calibre de Bienvenidos a Welcome y Wendolin Kramer. Hablamos con ella sobre el proceso creativo, su periplo vital y nos asomamos (sin destripar la trama) a su esperadísimo regreso literario, La Chica Zombie. Una  entrevista de RUBÉN IZQUIERDO

Laura Fernández (Terrassa, 1981) es periodista. Actualmente colabora en El Cultural, Metrópoli, El Mundo, Vanity Fair, Go–Mag y Mondo Sonoro. Antes pasó por Súper Pop y fue reportera de televisión. Mucho antes trabajó en un videoclub y montó una banda. Como Laura Malasaña, ha publicado la antología de relatos negros y absurdos ‘Dos y dos son cinco. Los casos de Manuel Molina’ (Barataria, 2006) y ya como Laura Fernández, la ‘sit–com’ galáctica ‘Bienvenidos a Welcome’ (Elipsis, 2008). Su relato ‘Oh, Vinnie Kansas, ¿no harías tú lo mismo?’ fue incluido en la antología ‘La lista negra. Los nuevos culpables del policial español’ (Salto de Página, 2009).

Quimera ha publicado la primera de sus ‘Historias de Rethrick’: ‘¿Por qué, por todos los dioses galácticos, tenía que ser ELLA?’, y la revista italiana Storie (www.storie.it) publicará la segunda: ‘Una cita (mejor la próxima vez)’. En febrero de 2011, Seix Barral publicó su segunda novela: ‘Wendolin Kramer’. Ya terminada su tercera novela, ‘La chica zombie’, que verá la luz el próximo año, trabaja en la cuarta, la historia de un escritor de ciencia ficción muerto y una azafata adicta al ‘speed dating’.

Los días previos a la entrevista me preparo a fondo las preguntas. Laura ha escrito dos de mis novelas favoritas y publicado algunas de las mejores críticas musicales (y literarias) que he leído de un tiempo a esta parte, así que no quiero dejarme temas en el tintero. Pero nuestra entrevistada logra aquello que pasa muy de cuando en cuando: que la entrevista mute en conversación y las preguntas den paso a una charla sin fórmulas ni guión. Lo que sigue es un fragmento de aquel encuentro, interrumpido por el click de una grabadora tal vez exhausta, tal vez enfadada por no haber revisado a fondo el espacio disponible.

Laura Fernández

Rubén: ¿Qué hubo antes: una Laura periodista o una escritora?
Laura: En realidad empecé como periodista, pero yo tenía claro, desde niña, que quería escribir novelas. Con doce años leí El Diario de Ana Frank, y ella decía que quería ser periodista y escritora. Y ahí me di cuenta que muchos escritores eran periodistas también, así que…

Rubén:¿De ahí a la carrera?
Laura: Pensé que igual era la manera. Yo venía de un barrio muy obrero de Terrassa. Mis padres no tenían libros en casa y no les gustaba leer, y yo leía casi en secreto… La única manera de tener una coartada, por decirlo de alguna manera, era ser periodista, así que estudié mucho para lograr una plaza.

Rubén: Hasta que entraste. ¿Con qué expectativas comenzaste?
Laura: En aquel momento  no tenía ni idea de como se trabajaba en un periódico ni de lo que suponía ser periodista, más allá de que podías entrevistar a los músicos que te gustaban, los actores… Y además  tenía un grupo de música, así que en parte aquella era mi motivación.

Rubén: ¿Y qué recorrido tuvo el grupo?
Laura: Sacamos una maqueta e hicimos una pequeña gira por el Vallés. Al final rompimos, pero algo quedó. Ahora hubiese sido más guay…

Rubén: ¿Qué referentes teniáis?
Laura: Piensa que era la época de Dover… Lo cierto es que siempre digo que mi primer trabajo fue como músico, porqué nos pagabanpor los bolos. Ganamos un concurso de maquetas y cobrábamos 35.000 pesetas de la época por tocar 50 minutos.  Y aquello, con 17 años, era increible.

Rubén: Supongo que esa experiencia ya marcó tu orientación hacia el periodismo cultural
Laura
: Lo cierto es que entré en la carrera con la intención de dedicarme a la cultura y al periodismo cultural. En la carrera tuve algunas desilusiones. Asignaturas que no me gustaban… supongo que a ti también te pasó.

Ruben: En mi caso fue las asignaturas de Radio. Entre sin saber nada de Radio y me fui igual
Laura:
 En el mío las de Tele. En Radio tuve suerte porqué pude colaborar en programas de radios locales sobre cultura. De hecho tuve un programa en una radio local, emisoras piratas. Era un fanzine  que se emitía los sábados, en el que podíamos entrevistar casi a quien quisiéramos. De allí pasé a la SER sin cobrar… ¡hice el Carrusel Deportivo por las mañanas!

Rubén: ¿En prácticas?
Laura: No, mis prácticas fueron en Europa Press. Dio la casualidad que la chica que lo llevaba lo dejó justo entonces, y me tocó abarcar más temas de los que pensaba al inicio. Ahí tuve mucha suerte y pude foguearme, aunque seguía viendo el Periodismo como un medio para escribir, y para entrevistar a gente que me gustaba. También me sirvió para ver, poco a poco, que lo de la redacción no era para mí. Hay una paranoia muy kafkiana en las redacciones…

Rubén: Pues en eso coincidimos. Opino parecido.
Laura:
Y estaba el añadido de que era una agencia. «Esto lo han sacado antes que tú», me decían. Y yo pensaba: «si cobro 100 euros al mes, ¿qué quieres que haga?» En las agencias siempre hay el estrés de sacarlo antes. Y al final lo dejé. Yo había trabajado en el videoclub, en una panadería… no se me caían los anillos por dejarlo. Yo quería ser una persona normal, así que lo dejé.

Ruben: Y te lanzas a la novela
Laura: La primera es la que publiqué con pseudónimo, Laura Malasaña. En aquella época entré a trabajar en una editorial, aunque duré muy poco porque tampoco era para mi

Ruben: ¿Qué hiciste entonces?
Laura: En esa época hice una entrevista para la Súper Pop. Tenía que escribir una noticia y demás, y me cogieron. Estuve cuatro meses delirantes. Piensa que sólo teníamos un ordenador con Internet y teníamos que sacar la revista cada semana. Hacías cola para coger información y no estábamos solos, habían tres revistas.

Ruben: Al final lo dejaste
Laura: Estaba muy bien pagado, pero no era sano. Demasiado delirante… Así que volví a la agencia cobrando menos que antes durante un tiempo. Poco después, cuando empecé en El Mundo cobrando por pieza,  empezó mi vida freelance. Y así desde entonces.

Ruben: Con el cambio ganaste libertad. 
Laura: Mucha. En las redacciones  sólo veía convocatorias de prensa… No era para mí.

Ruben: Es que en día a día todo está muy marcado, sobre todo en el periodismo cultural, donde predomina la agenda. 
Laura: Y encima están los horarios. En la carrera te avisan: «el periodismo es como el sacerdocio«, y a la larga es verdad, tienes que casarte con él. Yo digamos que vivo en pareja con él, pero es más una relación abierta que un matrimonio.

Portada de la primera novela de L. Fernández, con pseudónimo

En mi primera publicación tuve que suprimir una de las cuarto partes que la integraban por cuestiones de espacio. Al quedar coja, firmé con pseudónimo

La conversación sigue y hablamos sobre cómo vemos el estado del periodismo actual. Las dificultades, los sacrificios… Ojeo por un momento la grabadora y me sorprende ver el rato que llevamos hablando, sobre todo si consideramos que sólo he formulado la primera pregunta de las que traía preparadas, así que aparcamos nuestras respectivas visiones del estado del periodismo y nos centramos en su origen como novelista.

Ruben: ¿Y con las novelas, cómo empiezas?
Laura: Empecé con editoriales muy pequeñas, enviando borradores.  Cuando ya estaba hecha me dijeron que había que quitar un capítulo. Eran cuatro partes, e implicaba quitar una divertida. Al final lo hice, pero tenía poco tiempo. Quedó un poco coja y decidí ponerme pseudónimo.

Ruben: ¿Qué motivo te dieron?
Laura: El espacio. Para una autora novel no había tanto espacio. Lo malo es que me lo dijeron con muy poco tiempo y que suprimir un capítulo implicaba que quedasen cosas sin contar.

Ruben: De todas formas funcionó, fue el inicio de algo
Laura: Me sirvió sobre todo para que me llamasen para otras cosas. A partir de ahí me puse ya con la siguiente, que fue Bienvenidos a Welcome y salió con editorial, Elipsis. Lo malo es que al poco quebró y se convirtió en El Libro Perdido.

Rubén: Y el libro pasó a ser casi una obra de culto. A mi me encontró mucho encontrarla. Al final me la dejaron
Laura: Es muy difícil de encontrar, la verdad. Lo cierto es que gustó bastante… A partir de ahí me cogió un agente, y pude encontrar editorial para Wendolin. Si vas tú a nivel independiente cuesta mucho, hay más filtros que pasar, y lo primero que leen las editoriales es aquello que viene con agente. De hecho, antes de enviarla con agente la envié sin y entonces no me llamaron. Al final la edité con Seix Barral.

Rubén: ¿Ves relación entre todos tus empleos?
Laura: Creo que si, que tengo la fortuna de ver como todos mis trabajos se retroalimentan.

Ruben: En el caso del periodiosmo es adrenalítico
Laura:
Sobre todo cuando empiezas. Entrevistar a alguien que te gusta, hacerte la foto con él… A mi al principio a mi me pasaba. Iba a la entrevista y pensaba: le estás robando una hora a tal…  una hora de su vida conmigo, una tía que venía de barrio… Era una sensación de privilegio. Yo he aprendido mucho de la gente a la que he entrevistado. Y aprendes a ser humilde y escuchar.

Ruben: Un periodista al que admiro me dijo que su género preferido es la entrevista. El trabajo lo hace el entrevistado, me dijo a modo de broma. Quizá es el único género en el que el contenido lo genera otro, porqué en la crónica ya es como lo ves tú
Laura:
 Bueno en la entrevista pasa un poco también. Tú describes al entrevistado. Dices como va vestido, como gesticula… aunque el contenido te lo da él. Es algo que siempre me ha gustado mucho: que la gente me cuente, más que contar yo.

Portada del Libro Perdido, Bienvenidos a Welcome

¿Crees que Wendolin marca tu estilo de ahora en adelante?
Laura: No, para nada. Wendolin ha sido como una isla entre Welcome y La Chica Zombie. Mi intención es la de crear un tipo de novela más cercano a Bienvenidos a Welcome, donde predomine la locura. Y que no esté totalmente localizada.

Ruben: Eso es cierto. En Wendolin todo pasa en Barcelona
Laura: Y los personajes tenían que ser «reales».  A mi lo que me gusta de la literatura es… el otro día fui a un programa de radio y  me preguntaban porqué introducía siempre cosas fantásticas. El caso es que a mí la realidad no me gusta.  Ya la veo cada día… Vengo de un barrio muy humilde, en el que no había nada que hacer. De niña estaba sola porqué mis dos padres trabajaban y era hija única… y en vacaciones siempre íbamos al mismo pueblo, en Almería, donde tampoco tenía mucho que hacer. Siempre he querido evadirme de la realidad

Rubén: Visto así, la literatura fue casi un ejercicio de evasión
Laura: No había mucho más que hacer. Jugar cuando eras niña y leer más adelante. Y de ahí me viene que la realidad ni me interese ni me guste especialmente. Prefiero jugar y crear personajes, que sean como muñecas.  En el caso de Wendolin el informe de lectura me ayudó mucho a concretar y acotar en torno al personaje central. En parte localicé el universo de Wendolin por eso. Ahora volveré al otro estilo, pero de una manera diferente

Ruben: ¿Cómo será?
Laura: Serán 9 capítulos en una ciudad inventada.

Rubén: Con Wendolin me pasó una cosa curiosa. Los personajes eran quijotescos, me recordaban también a Jonathan Ames. ¿Te gusta Ames?
Laura: Me gusta Ames, si.

Ruben: Te lo pregunto porqué, tal y como yo lo veo, en los dos casos hay cierto realismo mágico. Brooklyn en Bored To Death, y Barcelona en Wendolin
Laura: Es cierto. Su personaje vive muy al margen de la realidad. Tiene una realidad paralela… A Wendolin le pasa con los cómics. Cuando le encargan un caso se va a la tienda de cómics y busca el referente, para saber como lo solucionaría un superhéroe. A Ames le pasaba con Marlowe, y eso me gusta: no deja de ser naif, muy de nuestra generación.

Rubén: Comentabas que ahora vuelves un poco a ese espíritu, el de Welcome. 
 Laura: En Bienvenidos a Welcome habían muchos personajes delirantes. Gente que encoje… en cierto modo la ciudad era Barcelona, aunque era una Barcelona exagerada y llevada al límite. Veías gente loca… en realidad era una crítica a Barcelona. Ahora, en la nueva novela, la acción pasará en una ciudad llamada Elron, que es pequeñita y está inspirada en Terrassa.

Rubén: Crear la ciudad te da una libertad mayor que reproduciendo espacios reales. ¿Qué finalidad tiene?
Laura: Es casi un gusto personal. Me gusta crear también la ciudad, sobre todo porqué ella va con los personajes. A mi entender, lo de inventarse también la ciudad es algo muy válido. En ésta última hay un componente que en parte es fantástico, porqué la protagonista cree ser un zombie.

La entrañable portada de Bienvenidos a Welcome, el blog

Una de las críticas de la que estoy más orgullosa es 1983, de David Peace. Creo que sintetiza muy bien el tipo de crítica que me gusta escribir

Entrados en este punto, Laura me explica su nuevo proyecto. La Chica Zombie promete mantener el estilo inconfundible de Bienvenidos a Welcome, y las líneas maestras de su guión hacen de él uno de los proyectos más esperados del próximo curso. La conversación avanza hablando del nuevo libro, los paralelismos con la adolescencia, una época complicada que irremediablemente deja huella. La grabadora aguanta, pero empieza a flaquear.

Ruben: Por lo que comentas, es un libro muy marcado por la adolescencia
Laura: Es una época de cambios, complicada. Si ahora ves fotos de cuando eras adolescente… No sé tú, pero yo me veo y veo un monstruo, literal

Ruben: Hay un trauma cuando lo ves. Y entonces lo veías normal
Laura: Y mira que mi madre decía: no salgas así de casa. Pero tu salías igual. Los 16 años es una época ultratraumática y la vives un poco como diciendo: ahí voy.

Ruben: Antes de acabar, me gustaría hablar del blog, Bienvenidos a Welcome. Yo leí Wendolin el verano pasado, y a partir de ahí acabé en tu blog. Me maravilló
Laura: Me gustaba mucho hacerlo, pero lo tengo algo abandonado…

Ruben: A mi me encantaba. Era casi una guía para leerte
Laura:
 Me da mucha pena haberlo dejado. Me planteé hacer uno cada dos martes, pero al final no pude seguirlo. Realmente era un esfuerzo, y cuando tu trabajo ya consiste en eso hacerlo fuera es complicado. Pero siempre pienso en retomarlo, aunque sea con textos más cortos.

Rubén: Además mantenías el estilo de escritura.
Laura: Lo fuerte es que me dejen mantener el estilo en las novelas (risas).

Rubén: Es que es un estilo muy personal… ¿Nunca te han propuesto adaptar tus obras al cine?
Laura: De hecho hay un productor italiano que quería adaptar Wendolin. Lo está moviendo a raíz de que se publicase en Italia. Me preguntó que actriz me gustaría y demás, pero no sé en qué punto está el proceso.

Rubén: A la hora de ejercer crítica, ya sea literaria o musical. ¿Cómo se logra mantener el mango, retener que es aquello que quieres hacer?
Laura: En cierto modo lo he conseguido. Ya saben que me gusta un cierto tipo de libros, y poco a poco he ido consiguiendo eso, que me den lo que me gusta

Ruben: Seguramente es el estado ideal para un crítico. Hacer crítica de autor
Laura: Yo lo que intento sobre todo es mantener el estilo.  Si puedes, lee la que escribí de 1983, el libro de David Peace, que es un gran libro, por cierto… Ahí verás el estilo de crítica que me gusta hacer, y que trato de aplicar. Creo que es de la que estoy más orgullosa.  En PlayGround tengo mucha libertad también, y puedo hacerla con un estilo muy mío, lo cual es muy de agradecer.

Ruben: ¿Y la crónica como la ves?
Laura: Yo estoy muy a favor de lo que predica Kiko Amat. Los discos pueden ser objetivamente buenos o malos, pero también pueden serlos subjetivamente. Sobre todo dependiendo del momento en el que los escuchas. Si tienes un buen día, si llueve… El crítico no puede ser un robot.

Me dispongo a replicar cuando nos interrumpe el último destello de la grabadora, que dice adiós de manera irremediable. Ha sido casi una hora de entrevista, más la charla anterior y la que tendremos a posteriori. El objetivo del encuentro era indagar en la formación de una de las autoras con mayor personalidad literaria de su generación y empezar a conocer de cerca los detalles de La Chica Zombie. Al volver a casa me entran unas ganas tremendas de leer Mary Anne, You’re Better Than The World. Maldigo mi inglés y vuelvo a Ames. No es Welcome, pero es Brooklyn. Y ya es más que la realidad, aunque Wendolin viva aquí.