Maria Rodés regresaba ayer a La [2] de Apolo para seguir presentando su último disco. Su presencia servía además para arrancar ya a pleno gas  la nueva etapa del ciclo Caprichos -tras los conciertos de la semana pasada, y contaba con el aliciente de disfrutar del setlist en formato banda, puesta en escena que permite saborear  con mayor precisión los ricos y variados matices que la autora de Una Forma de Hablar le ha dado a su último trabajo. Por RUBÉN IZQUIERDO

Maria Rodés presentó ayer en formato banda Sueño Triangular, álbum que supone la consagración definitiva de su autora, protagonista de uno de los discos del año, distinguido por medios del prestigio de Gent Normal o Time Out como el Mejor LP de 2012. Su directo no defraudó

Maria Rodés, hacia el final de la noche // R. Izquierdo

Maria Rodés, ayer // R. Izquierdo

Desde la entrevista han pasado muchas cosas, y muchas de ellas buenas para nuestra protagonista. Sueño Triangular se ha convertido en uno de los discos de la temporada, su paso por el BAM dejó un paso imborrable y su presencia ayer abría, tras el aperitivo de la semana pasada, el nuevo ciclo vital de Caprichos. Las expectativas por disfrutar del concierto eran elevadas, y Rodés no falló, corroborando que ese paso hacia adelante dado con Sueño Triangular va más allá del disco, trasliterándolo también a su directo, más maduro y con mayor empaque que los disfrutados en su primera etapa en solitario. Conviene celebrar además que esa madurez escénica no ha adormilado la espontanedad y frescura de la autora de Mirall, manteniendo la simpatia y el carisma habitual y añadiendo a ambas cualidades un directo reforzado con la espléndida banda que la arropó ayer.

No era esta la primera vez que podíamos disfrutar de Sueño Triangular en formato banda en Barcelona. Fresco aún su paso por la última edición del BAM, el concierto de ayer nos permitía el reencuentro con algunas de las mejores canciones del año, temas surgidos del inconsciente, un ejercicio autoral que ha musicalizado alguños de los sueños y pesadillas que nuestra protagonista ha tenido a lo largo de los últimos años.

Arrancó el concierto con una de las mejores canciones del álbum, Haz lo que te de la gana y el tema sirvió para fijar la atmósfera del concierta. Cercana ella y precisa la banda la combinación funcionó con una precisión notable a lo largo de toda la noche, en la que se alternaron temas de sus discos en solitario con alguna versión , además de algún guiño a Oniric. Siguió el setlist con A lo mejor, rescatado de Una Forma de Hablar, instante que sirvió para remacar la evolución antes comentada. Y es que las canciones del disco anterior se vieron reforzadas, dándoles una sugerente segunda vida del todo celebrable.

Un instante del concierto de ayer en La 2 // R. Izquierdo

Un instante del concierto de ayer en La 2 // R. Izquierdo

Siguió la noche con Qué facil y El Lobo, repitiéndose así la alternancia inicial para cerrar el primer tramo de la noche con Invisible. Para entonces supimos que sí, que la noche sería grande y que el Capricho de Apolo brindado para la ocasión estaría a la altura de la excelencia de un Sueño Triangular cuyos vértices convergían ayer entre Rodés, la banda y el público. En ese triple eje se fijó el equilibrio de una noche que se nos hizo tan corta -ella misma lo diría en los bises, donde añadió Aquesta nit a los inicialmente previstos- como entrañable.

Cumplido el primer tramo, el arpa introdujo a Te vi, canción con la que se abre el disco, y cuya puesta de largo en formato banda nos mantuvo en el estado que requiere el álbum, una vigilia sostenida y amparada por la complicidad entre solista y formación. Cae lo que fuego fue y Hum!con exclamación, ¿o era admiración?«, se preguntaba divertida Rodés- siguieron entonces, con Desorden, otro tema recuperado del álbum anterior, haciendo las veces de visagra. Llegó entonces el turno de las versiones, uno de los instantes más cautivadormente bellos de la noche.

Tiene Maria la (muy meritoria) capacidad de dar nuevas lecturas a los temas que adapta de músicos a los que admira y con los que comparte cierto espacio vital en nuestro imaginario musical. Los covers de la noche fueron Noi coix, de Anímic -banda a la que dedicó el tema, mostrando una admiración compartida desde aquí, aprovechamos para apuntar- y un clásico en el repertorio de Maria, L’ocell. «Em tindràs que perdonar, Joan, però me l’he aprés canviada, i ara sempre la canto així«, comentó dirigiéndose a Joan Colomo, presente en la sala y autor de una de las canciones más bellas escritas en catalán -sinó la que más- de los últimos años.

Maria, en solitario interpretando L'Ocell // R. Izquierdo

Maria, en solitario interpretando L’Ocell // R. Izquierdo

El díptico de covers, la primera interpretada junto a la arpista Maru de Piace, la segunda en solitario, abrió el tramo final del concierto, con Transiciones y Anabeluna al frente. Sonaron trambién en este tramo final Una forma de hablar, la afable Lejos de Pekín, tema que homenajea la novela escrita por su hermana, Lluny de Pekin, y Busy, rescatada de su primer proyecto musical, Oniric, canción que sirvió como punto final del setlist propiamente dicho antes de la interpretación de lo bises.

Para entonces, y con la noche ya ganada, Rodés añadió a los previstos la citada Aquesta nit, tema compuesto junto a Jordi Tost (Gos Binari) que nos hizo recordar los acústicos celebrados a propósito de Una Forma de Hablar. Como comentábamos al principio, la noche nos dejó la sensación que, desde entonces y hasta aquí, el directo de Rodés se ha reforzado de manera notoria, por más que el recuerdo de aquellos conciertos pequeñitos nos dejaran un gratísimo recuerdo, haciendo de sus acústicos noches tan especiales como la de ayer, remachada Escondite y Mírate primero y Noches de consciencia después, canción/reflexión que reivindica su capacidad natural para convertirse en una gran creadora (y narradora) de pequeañas grandes historias.

Para el final quedó Mirall, una de las canciones en catalán del año, perfecto broche de oro para una solista que ha acentuado en 2012 su etiqueta de autora con una solvencia arrebatadora. Todo lo que intuíamos en Una Forma de Hablar ha terminado por estallar en Sueño Triangular. Sin renunciar a la frescura de entonces pero añadiendo (necesarias) nuevas capas que convierten, también en directo, a Sueño Triangular en un fabuloso salto hacia adelante.

Rodés y Guillem Caballero, en plena actuación // R. Izquierdo

Rodés y Guillem Caballero, ayer // R. Izquierdo