Más de diez años de colaboración desde su feliz encuentro en 1997 para tocar en el HORDE Festival dan para mucho. Entre otras cosas, para formar junto con Justin Vernon DeYarmond Edison o seguir juntos tras la salida de aquel en Megafaun, el proyecto que ya en formato mantienen desde entonces . Brad Cook, su hermano Phil y el batería Joe Westerlund exhibieron ayer un extraordinario momento de forma para presentar su tercer disco de estudio, el homónimo Megafaun. Una crónica de RUBÉN IZQUIERDO.

  • Pletóricos durante toda la noche, Megafaun repasó algunos de los tema más destacados de su último disco, añadiendo además algunas de sus canciones más celebradas de sus álbumes anteriores
  • La entente entre los miembros del grupo nos regaló una noche para el recuerdo, con los hermanos Cook pletóricos y un Joe Westerlund sembrado en los bises
  • El concierto se cerró con un apoteósico bis, con la banda fundida entre el público coreando Worried mind desde el centro de la sala.

Megafaun volvía ayer a los Caprichos de Apolo después de su paso en 2010, cuando llegaron para sustituir del cartel a Yeasayer. Este año regresaban con uno de los mejores discos de la temporada pasada, el homónimo Megafaun, disco que sintetiza a la perfección la esencia de una banda que ha hecho de la alternanza de estilos su principal carta de presentación, y que demostró tener ayer en el directo una de sus bazas más poderosas a la hora de defender un repertorio que ya pintaba  a grande con sus dos trabajos anteriores pero que ha terminado de trascender con el último.

Megafaun exhibió ayer una compenetración total entre sus miembros, demostrando el valor de disfrutar con el directo para convertirlo en episodio trascendental, casi litúrgico al final

Conscientes de tener una pequeña joya entre sus manos, Megafaun seleccionó con mimo el setlist, alternando los mejores temas de su último trabajo con otros ya icónicos del grupo, piezas memorables que nos transportaron a su Wisconsin natal gracias a la naturalidad del trío, ayer cuarteto, y que nos mostró lo mejor de cada miembro del grupo en una exhibición de músculo que nos dejó para el recuerdo la pasión y entusiasmo con la que escenificaron los temas principales del trabajo que mejor les defie como grupo. Si la esencia de Megafaun está en su tercer trabajo de estudio, ayer pudimos empaparnos de ella, dejándonos arrastrar por la vorágine de entusiasmo y vitalidad y hacernos un poco más devotos del sonido Wisconsin marca de la casa que nos remite a otros grupos de la escena -e inclúyase en la cursiva toda la prudencia que pueda caber en ella- a la que acostumbra a asociarse al trío.

Heretofore fue de los primeros temas en sonar, un buen modo de entrar en materia y empezar a dejarnos llevar por la vorágine Megafaun. Los hermanos Cook empezaron a cocinar su repertorio bien custodiados por un Westerlund que era la viva imagen del entusiasmo. Puede que en esa felicidad compartida –Phill fue un derroche de expresión al tiempo que Brad lo fue de eficiencia y entrega- resida parte del éxito de un grupo que demostró ayer que apuesta por convertir en pequeñas liturgias -todo entrega y derroche- sus apariciones en público, llevando a su música más allá del folk (psicodélico o no) con el que suele asociarse su música para facturar una feliz amalgama de géneros en los que los diferentes temas ayer presentados salieron a flote con notables rersultados. Get right y Hope you know nos metieron ya en situación con el tercer álbum antes de aterrizar a Isadora, el primer gran momento de la noche.

Phill Cook, anoche en La 2 de Apolo // A.V.

Y es que Isadora es uno de esos temas que lo tienen todo para funcionar en directo, más aún cuando todas las piezas aparecen ensagradas y la noche se propone bucear entre lo mejor de una banda. El éxito de Isadora -para entonces el público estaba ya entregado y a Phill, reflejo del mapa emocional de banda, se le veía con una sonrisa permanente en el rostro- nos llevó a sobrevolar por primera vez el escenario, evocando montañas rocosas y tópicos similares de esa Norteamérica rural a la que cuesta no abrazar con bandas sonoras como la de ayer. Y ello gracias a las variaciones instrumentales que Megafaun fue trufando a lo largo de toda la noche, convirtiendo cada uno de los temas tocados por la varita del cambio de tempo en reinterpretaciones de facto de su versión original, algo que elevó en nivel en la propia Isadora o en Real slow, maravilloso cierre del show contradiciéndose a sí mismos una vez repasadas las setlists de algunos de sus conciertos en Estados Unidos, cuando escogieron a la citada Real slow como punto de partida y no de llegada.

Brad Cook, pletórico durante su concierto en Barcelona // A. V

Tras Isadora, vino algo de respiro con The Longest Day, primer guiño al banjo por parte de Phill Cook y Kauffman’s ballad, dos temas que sirvieron para tomar aire antes del viraje a la americana ofrecida por His robe, en una nueva muestra de la variedad de registros exhibida a lo largo de toda la noche, algo que ya se percibía en sus tres LP -sobre todo en el último- y que en su traslado al directo en Sala quedó aún mejor explicado.

Aprovechemos la pausa, el impass de este tramo del concierto, para realizar una puntualización. Servidor no es muy amigo de ordenar las crónicas basándose únicamente a través del listado de temas seleccionados por el grupo de marras a la hora de ofrecer su directo, anteponiendo el componente emocional -el del músico, pero también el del público- antes del mero orden, pero en ocasiones el mecanismo de las grandes noches hace click y todo encaja. Lo hace el músico, lo hace el público y el repertorio. El orden presentado ayer por Megafaun, el modo en el que se trufaron los temas más destacados del último disco con algunas de las joyas ya publicadas anteriormente funcionó con tal precisión que mantener la hoja de rutal vital de la noche se antoja como algo (casi) obligatorio.

La variación instrumental fue una de las constantes de la noche // A.V.

Retomando el hilo, la noche siguió grande con You’re the light, la balada con la que Phill Cook se sentó al piano para suspendernos en otro de los momentos cúspide de la noche antes de volver a la épica con Resurrection, tema de gran densidad sónora hábilmente introducida por la guitarra de Brad, enérgico durante toda la noche, en constante derroche consigo mismo dominando la escena con sus constantes movimientos a lo largo de la sala.

Para entonces, con todo ya ganado, sólo quedaba levitar. Y levitamos. Carolina days fue el preludio de dos momentos únicos que justificarían de por sí el concierto, en caso que necesitara de mayores justificaciones que lo visto hasta entonces. Real slow, el mejor tema del mejor disco de Megafaun, hizo justicia a lo esperado y se fue mucho más allá de los casi cinco minutos que dura en realidad. Los añadidos instrumentales, el alargado punto y final en forma de variaciones con la que cerraron el concierto dignifican más si cabe a un tema esencial ya en su formación, enriquecida con uno de esos cierres que dejan huella, destinados a perdurar.

Joe Westerlund, durante su divertido bis final // A. V.

Como perdurará el bis final, previo show de Joe Westerlund, alejado de las baquetas por un momento para regalar el momento más divertido de la noche, con el que la noche se cerro feliz.

Worried mind fue el mejor broche para una noche redonda, con la banda tocando el tema mezclado entre el público después de bajar del escenario y cantar a capela algunas de las estrofas finales. «Come on ease your mind«, cantamos todos en una asociación final perfecta y redonda. Feliz.