Quizá alguien pensó que la visita de Patti Smith en 2012 para participar en el Festival del Mil·leni sería de las últimas de la última gran sacerdotisa del Rock. Y aquí está Smith para desmentir al pesimista y firmar un regreso que lleva su inconfundible firma personal. Un regreso a su altura que convierte a Banga en uno de sus mejores trabajos de un tiempo a esta parte, y eso es decir bastante si de quien hablamos es de alguien convertida por derecho propio en un pedazo de la Historia musical norteamericana. Por ART VANDELAY

  • Notable regreso de Patti Smith con Banga, el disco que presenta esta noche en el Palau de la Música dentro de la programación prevista en el Festival del Mil·leni
  • Smith, ganadora de un National Book Award por Éramos Unos Niños, homenajea en su disco a Maria Schneider y Amy Winehouse y le dedica un tema a Johny Depp, la notable Nine

Imagen promocional para el nuevo trabajo de Patti Smith

Vivimos tiempos extraños, en los que mitos como Patti Smith dejan salas como La Riviera a medio llenar -el concierto se retrasó un día por la Huelga General, en cuyas manifestaciones participó Smith- mientras que nombres sin poso en la Historia acumulan llenos o acaparan portadas. El fenómeno, por cierto, dudo que le quite el sueño a una de las grandes musas del rock norteamericano, aunque sirve en parte para hacernos una idea del contexto que nos rodea. Patti Smith está estos días de visita -ya estuvo el pasado mes de Mayo, cuando acompaño en Madrid a Nicanor Parra en la entrega del Premio Cervantes– y lo hace con una serie de conciertos que cristalizará en su visita al Palau de la Música, donde actúa esta noche dentro del Festival del Mil·leni.

Smith, que ya visitó dicho Festival con anterioridad, vuelve así y lo hace con disco bajo el brazo. Justo antes de verano nos llegaba Banga, primer trabajo con material propio desde 2004, el disco que nos recuperaba a una de las grandes, quien ha aprovechado su relativo parón para hacerse un hueco también en la literatura, logrando, con todo merecimiento, un National Book Award por Éramos Unos Niños en el que explicaba su amistad con el fotógrafo Robert Mappelthorpe.

Portada de Éramos Unos Niños, de Patti Smith // Ed. Lumen

Hace ya algunos años, Nick Hornby rememoraba en su 31 Canciones (seguramente el libro más citado en esta web, por cierto) una actuación de Patti Smith en una pequeña iglesia situada a pocos metros de donde vivía por entonces. Reflexionaba el maestro Hornby sobre aquel concierto acústico «que incluía poesía«, sobre lo poco que esperaba obtener de aquella modesta cita, convertida de manera inesperada en una interpretación «fascinante y caótica«, algo que no permitía sugerir «ni por un instante que los mejores días de Smith habían quedado atrás«.

Las reflexiones de Hornby vienen a cuento porqué enlazan con otro elemento que hacía discurrir a continuación. Smith atrapa con su bohemia incansable, exhibiendo un «insaciable apetito por todo lo que tenga que ver con el arte, los libros y la música«, algo que por ejemplo también exhibió en su concierto en La Riviera, donde regaló una inesperada lectura de Neil Young. Y es esa avidez literaria, también cultural y artística, la que sigue haciendo de los directos de Patti Smith algo casi litúrgico, una liturgia a la que enaltece mostrando una total y absoluta indiferencia con la lectura que se hará de su obra, y es esa absoluta declaración de libertad la que legitima su perenne reivindicación.

Patti Smith, en una imagen promocional

Banga es, decíamos, su nuevo disco de estudio, y el motivo principal que le ha hecho volver a la carretera para participar en una larga gira por Europa, la misma que vuelve a acercarle al Festival del Mil·leni acompañada de su banda, certificando de paso un reconocimiento unánime pro la crítica a la hora de valorar el disco como el más valioso desde los tiempos de Horse. Rodeada de su corte de músicos habituales, y con producción propia -que remarca, acaso, el sentido personal de su nueva propuesta- Smith ha firmado con Banga un disco notable, en el que han participado de manera directa sus dos hijos, Jackson y Jesse Paris.

Con varias alusiones a la poesía, ya sea cantada o recitada -el peso de lo literario, de nuevo- Banga incluye reflexiones variadas sobre el arte, los desastres medioambientales, el amor y demás recorridos habituales de la artista, que ha bautizado su nuevo disco con el nombre del perro de la obra The Master & Margarita, de Mikhal Bulgakov, una invitación a lo expuesto con anterioridad, sensación que se realza con homenajes a mitos de siempre (Maria, dedicada a Maria Schneider) y de ahora (This is the girl está dedicado a la memoria de Amy Winehouse), algo que en parte recupera lo que avanzaba Hornby hace ya unos años: a Smith «le importa un carajo» lo que se piense de ella, emanando una sensación constante de estar «benditamente tranquila respecto de su condición de artista: es una artista y eso no le exige más reflexión por su parte«.

Smith, que alternó en Madrid los temas de su último disco con viejos himnos de su larguísima y abundante producción previa como Because the night, Gloria o Ghost dance, vuelve así a Barcelona de la mano de un disco grabado de nuevo en el Electric Lady de Nueva York, donde ya grabara el citado Horses en 1975 que cuenta, además, con un tema como Nine, dedicado a Johny Depp, una de las múltiples caras de este lienzo inabarcable que nos la devuelve al directo una vez más.

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