Zahara arrancó ayer la nueva gira de Budweiser Live -el ciclo se encuentra en un imparable momento de crecimiento, como lo prueba la confirmación de su última incorporación, anunciada ayer mismo– y lo hizo desgranando los temas más reconocibles de sus dos álbumes de estudio, en un concierto presentado en formato trío al que dará continuidad en Valencia y Alicante este fin de semana. El resto de fechas, aquíPor RUBÉN IZQUIERDO

El peso de los ritos propios, importante ya en el anterior disco, se acentúa ahora por el recorrido vital de nuestra protagonista, más madura en lo musical  y con el mismo entusiasmo de entonces a la hora de conectar sinergias con el público.

Zahara, en un momento de la actuación en Music Hall // R.Izquierdo

Ya hemos hablado en varias ocasiones del giro que ha dado Zahara con La Pareja Tóxica, y que el decidido paso adelante que emprendió una vez rompió su relación contractual con Universal. Cuando hablamos con ella el pasado mes de abril, nos comentaba aquello de «por suerte funciono muy bien en Internet y tengo claro el sonido que me gusta y hacia donde quiero ir, así que tener a tantas personas decidiendo por mí no me sentaba demasiado bien«, valorando la libertad creativa que se encontró al aterrizar en Music Bus, donde ha podido ejecutar su volver a empezar particular con nota y manteniendo una notable sintonía con el público.

Cuando uno va a un concierto de Zahara, de hecho, sabe que reconocerá entre el público a muchas caras aunque no haya intercambiado nunca una palabra con ellas. Con un público fiel como pocos -«una parte de mi público, aquel al que le gustaba La Fabulosa Historia ha cambiado de gusto conmigo«, nos comentó entonces, los conciertos de la autora de L.A. se benefician de ese ambiente especial, algo que la jienense aprovecha para interactuar constantemente con el público entre tema y tema, un discurso entre irónico y divertido que forma parte del show como lo forman sus canciones. El peso de los ritos propios, importante ya en el anterior disco, se acentúa ahora por el recorrido vital de nuestra protagonista, más madura en lo musical  y con el mismo entusiasmo de entonces a la hora de conectar sinergias con el público.

El concierto de Barcelona inauguraba su gira Budweiser Live // R. Izquierdo

Parte de la parroquia que se dio cita ayer en el Music Hall de Barcelona, pues, estuvo ya en la puesta de largo del disco en el Festival de la Guitarra la pasada Primavera, cuando Zahara presentó La Pareja Tóxica con banda en un gran despliegue musical del que salió victoriosa en su vertiente más rockera. Ayer tocaba un repaso a los hits de siempre en formato más intimista, y lo hizo acompañada por Sergio Sastre y Miguel Sospedra, en un concierto donde las cuerdas fueron protagonistas -la percusión apareció en cuentagotas, con la propia Zahara como protagonista- y en donde el formato permitió una (re)lectura a los temas de La Pareja Tóxica, ahondando en los cambios a los que ha sometido a algunos de los hits del primer álbum.

Arrancó la noche con El universo para enlazar rápido con La mujer mayúscula y el Mar, un inicio potente con dos de los temas más celebrados de La Pareja Tóxica que sirvió para introducirnos en materia. Instalados ya en su imaginario artístico, Zahara siguió con El deshielo, nuevo tema presentado a finales de Agosto en Radio 3, grabado por ella misma para August Songs, y que puede escucharse en el siguiente link.

General Sherman y como Sam Bell volvió de la luna se ha convertido en una de las razones más poderosas para defender el carácter lírico de su segundo disco. La ingenuidad que se respiraba en algunas canciones del primer álbum dan paso a unas composiciones más maduras, con esa introducción tan literariamente bella que nos traslada a pasajes remotos «tanto he crecido, al final me he perdido en las ramas gigantes del General Sherman. Vivo en su copa a 83 metros, sois como hormigas, ya no puedo ver«, susurra el tema en una suerte de interludio del concierto dentro del concierto. El manejo del tempo, impecable. Poco después pasamos a la intimidad recogida de la mano de Pablo Garrido, habitual colaborador con el que tocó Pregúntale al polvo y con el que nos emocionó con I will follow you into the dark, cover de Death Cab For Cutie, que puede disfrutarse aquí y protagonista de uno de esos momentos en los que el silencio se apodera de la sala. Escuchar y disfrutar.

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Frágiles y Fotonish sirvieron para arrancar el tramo final de la noche, antes de la irrupción de Olor a mandarinas, otro de esos temas felizmente recuperados en un concierto que tuvo más de repaso global que de nueva presentación de La Pareja Tóxica. «Gracias a los que habéis repetido hoy, a los que venís por primera vez y a los que lo hacéis como acompañantes. A estos últimos paciencia, que voy a repasar los dos discos«, comentó divertida mientras desgranaba el repaso. Abocados ya al desenlace, llegó el turno de Mariposas, tema de Javier Ochoa que brilla con luz propia en el disco, sobre todo por su declarado sentido optimista. «Muchas de las nuevas canciones son tristes pero esta no lo es«, vino a decir antes de tocar el tema, todo luz y de un colorismo fugaz que pasó como un destello amable.

Zahara, en un momento de su actuación // R. Izquierdo

Siguió el repaso con nuevos himnos –Leñador y La Mujer América lo es, en el sentido que refleja el aquí y ahora de la jienense- para cerrar el primer tramo con Funeral, redundando en la madurez ya comentada. Y de ahí a los bises, donde la batería de clásicos sirvió de colofón. El cover de Grease, la crudeza de L.A. -la letra y el estado anímico y vital de Zahara en el momento de escribirla daría para un post- o Merezco, seguramente el tema del primer disco que mejor ha envejecido con el tiempo.

Hablábamos de la capacidad de Zahara para (re)construir sus hits anteriores y sirva Merezco como ejemplo. El tema, uno de sus más icónicos desde que fuese escogido por La Vuelta Ciclista a España como sintonía oficial en 2009 -algo que sirvió como base para una de sus interacciones más divertidas- ha crecido exponencialmente en esta nueva gira hasta convertirse en uno de sus pequeños (grandes) himnos.

Se consumió la noche, acabó el concierto y llegó la calma. Pasan los meses y las sensaciones de que La Pareja Tóxica ha colocado a Zahara donde debía se consolida. Su éxito y reformulación lejos de las majors debería ser una invitación para estas a la hora de gestionar sus nuevos talentos. En el caso que nos ocupa con el cambio ganamos todos. Que dure.

Primer plano de Zahara, a su paso por el Music Hall // R. Izquierdo