XL sorprendió la pasada primavera con la publicación de uno de los discos más personales presentados el pasado semestre, con un Willis Earl Beal mostrando algunas de las canciones grabadas de manera amateur por él mismo a lo largo de los últimos años. El resultado fue un impactante compendio de canciones en las que recogía una deliberada ruta emocional por su propio estado vital, una rareza de proporciones épicas a las que, esperemos será capaz de dar continuidad de ahora en adelante . Por RUBÉN IZQUIERDO
- Willis Earl Beal pasó de ofrecer algunas de sus canciones en la red a firmar con XL, sello con el que presentó este personalísimo compendio de canciones de gran calado emocional
- Natural de Chicago, Earl Beal llega al llanto en Away my silent lover, una de sus mejores canciones
- Amateurismo bien entendido para un álbum que emana personalidad y un nada autocomplaciente sentido intimista
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Los orígenes de Willis Earl Beal son cuanto menos peculiares. Llevando el sentido amateur de otros cantantes a límites poco frecuentados por sus compañeros de profesión -en un momento de su vida llegó a colocar su nombre en varias etiquetas con su número de teléfono, ofreciendo canciones a todo aquel que le llamase- Earl Beal ha logrado reunir una serie de canciones deliberadamente caseras, unificadas ahora con Accousmatic Sorcery, un trabajo intimista, con casos llevados al extremo como ese Away my silent lover en el que roza el llanto. El desgarro se hace evidente a partir de los tres minutos de canción, tejiendo una línea descendente que le lleva al llanto en su recta final, buena muestra para ver hasta donde llega su implicación emocional en el disco, una implicación que implosiona de modo casi definitivo con Masquerade, bonus track de discurso desgarrador.
Integrado como una sólida recopilación de las canciones compiladas en su casa a lo largo de los últimos años -el amateurismo se agudiza en temas como Angel chorus, uno de los menos accesibles- el disco funciona como estímulo y como una saludable bocanada de aire fresco insuflada a la escena indie, por más que quede la incógnita de saber hasta donde podrá llevar este discurso en apariencia simple, que evoca en algunos pasajes a los Moldy Peaches -esos silbidos en Masquerade-, aventura para la que parece contar el apoyo de XL,, el sello que se ha fijado en esta curiosa compilación casera y amateur, primera estación para el de Chicago.
Vistos los comienzos de nuestro protagonista, se antoja un milagro que de aquel «My name is Willis Earl Beal. Call me and I’ll sing you a song. Write and I’ll draw you a picture» haya acabado publicando un disco profesional, milagro en el que tuvo mucho que ver la atención que le concedió Found Magazine en 2009, cuando publicó parte de su obra con entrevista incluida.
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El artículo de Found le abrió algunas puertas mientras él seguía componiendo y grabando canciones caseras en casa de su abuela, llegándole la reválida, ya con la autopromoción lanzada, a finales del año pasado, cuando empezó a negociar con una filial de XL Records.
Con su prestigio en evidente progresión, Earl Beal tiene previsto llevar a cabo una gira europea que no pasará por España, aunque sí por ciudades de corte británico como Glasgow o festivales como el Paredes de Coura (Portugal), el de Isla de Wright o el de Pukkelpop, en Bélgica.
Escucha Acousmatic Sorcery en Spotify.