Es probable que lo peor de El Lado Bueno De Las Cosas sea su titulo, al menos el traducido al castellano. La película supone el retorno de David O. Russell después de la notable The Fighter, film con el que amasó nominaciones y prestigio y que en cierto modo le recuperó para la causa tras verse envuelto en varias polémicas tiempo atrás.
Cuenta O. Russell en varias entrevistas -en España Imágenes recogía una de ellas en el número del mes de Enero- que el primer contacto con la novela que dio paso a la película le llegó a través de Sidney Pollack, cineasta veterano que un año antes de morir le contó las virtudes de la novela cuyos derechos acababa de adquirir. O Russell sintió propio el proyecto desde su primera lectura, algo que le debemos agradecer, ya que su nervio le da vida a un guión que tenía el (serio) riesgo de caer en cierto tono moralista, más al menos que el de una parte de la crítica le ha achacado.
El cineasta optó por dar los papeles protagonistas a Bradley Cooper y Jennifer Lawrence al considerar que ambos resumían bien la esencia de su personaje. Del primero ha elogiado las diferentes capas que le da al mismo, y de la segunda su capacidad para hacer creibles todo tipo de personajes, quedando prendado de ella en el casting online que realizó contando de entrada con pocas opciones para hacerse con el papel.
Como apuntábamos al principio, la presencia de David O R. Russell asumiendo tareas de dirección y guión ayuda a que lo podía ser un film previsible gane cuerpo. Los dos personajes -él tirando a bipolar, en un brete después de propiciarle una sonora paliza al amante de su mujer, ella viuda desde muy joven, en un estado vital no mucho mejor que el de él- tenían números de caer en una sucesión de tópicos que sin embargo quedan esquivados con relativa solvencia, especialmente gracias al carisma de sus dos actores principales.
La película deriva según avanza el metraje en una tragicomedia agridulce, dotada de ritmo y concebida desde un respeto evidente hacia el guión que engrandece su propuesta y que esconde más mala uva que la que sugieren algunos tics bienintencionados -la sombra de Pollack, o más bien de lo que Pollack podría haber acabado haciendo con ella es alargada- que rodean el film