Liz Harris nos sorprendía hace ahora meses recuperando los temas que integran su nuevo álbum, concebido prácticamente en paralelo al que sigue siendo su mejor disco, el excelente Dragging A Dead Deer Up a Hill. De los tiempos de aquel disco de ruptura son también las canciones aquí presentadas, una nueva prueba de la madurez artística y emocional alcanzadas entonces, exhibidas de nuevo aquí. Por ART VANDELAY

  • 2008 es un año esencian en la carrera de Liz Harris: por aquel entonces presentaba Dragging A Dead Deer Up a Hill y escribió las canciones del álbum presentado el pasado mes de Febrero, The Man Who Died In His Boat
  • El estreno el pasado lunes de un remix para FACT Magazine volvía a poner de actualidad a Harris, firmante de uno de los discos de la temporada
Imagen promocional de Grouper

Imagen promocional de Grouper

Hace poco, en una conversación con un buen amigo músico, hablamos sobre la cantidad de discos que nos quedamos sin reseñar, escuchar o disfrutar por falta de tiempo. Ello no quiere decir en ningún caso que se hagan demasiados discos buenos -ojalá todos los problemas relativos a la cultura fuesen esos- pero sí implica que nos quedemos sin hablar de joyas mayúsculas en cuanto estos aparecen publicados. El nuevo disco de Grouper encaja de lleno en esa conversación.

Y es que Grouper, o lo que es lo mismo, Liz Harris, era noticia esta semana por presentar en FACT Magazine un remix, algo que nos hizo recordar de inmediato las bondades de su último álbum, del que no habíamos hablado por aquí hasta ahora y al que regresamos con remordimientos por aquello de la demora.

Portada del nuevo disco de Grouper

Portada del nuevo disco de Grouper

Tampoco es que hagamos muy tarde en relación al tiempo en que éste ha tardado en aparecer. Las nuevas canciones de Grouper se editaron el pasado mes de Febrero, incluidas en el álbum The Man Who Died In His Boat, aunque fueron escritas en realidad en 2008 cuando Liz Harris presentó Dragging A Dead Deer Up a Hill, un disco de dolorosa ruptura, cuyo vacío emocional le llevó al alumbramiento de dos álbumes notables, de gran poso autoral. De ello sacamos que a-) a Harris le gustan los títulos largos para sus discos y b-) la solista de Grouper se ha tomado su tiempo para presentar esta sucesión de temas que en ningún caso deben de presentarse como descartes por más que fuesen escritas casi en paralelo a las aparecidas en su álbum de entonces.

La perfecta sincronía que Grouper logra con su acertada mezcla de folk acústico y experimental es de aquellas que bien valen una escucha pausada y reposada, un ritual que habría que repetir en cada uno de los discos que ha ido produciendo a lo largo de su carrera, desde que debutase con Way Their Crept en 2005. Sus ecos envolventes son únicos a la hora de generar atmósferas sobrecogedoras, algo que vuelve a repetirse aquí con la intensidad que acostumbra, vuelven así a nosotros.

Hablábamos antes de Dragging a Dead Deer Up a Hill y es de justicia señalar a aquel estupendo trabajo como una de sus personales cumbres artísticas, algo que en parte avala el trabajo aquí presentado, al estar sus temas como señalábamos antes compuestos más o menos en aquella misma etapa, un período de inflexión personal y creativa para la de Portland de la que salieron una veintena de temas de alto nivel repartidos entre dos álbumes, el de entonces editado por Type y el ahora, que llega con vía Kranky.

Harris, en una imagen promocional

Harris, en una imagen promocional

Fiel a una sensibilidad que casi nos lleva al dolor físico, Harris explicó en el momento del lanzamiento del álbum que el título del álbum parte de una experiencia personal vivida en su adolescencia, cuando vio los restos de un barco abandonado en Agate Beach. Partiendo de ahí, Harris dibuja una obra rotunda trufada de varias influencias que completan un tapiz sonoro que va del shoegaze (Clound in spaces) al folk, pasando por apuestas más experimentales en algunos pasajes de Vanishing point, sumergiéndonos en un estado de ánimo de dejes oscuros ya desde 6, breve introducción de apenas minuto y medio con el que nos invita a recorrer con ella el paseo emocional dibujado aquí.

Trabajo más emocional que físico -en eso hay algo de Julianna Barwick o de, salvando mucho las distancias, Broadcast, por aquello de crear atmósferas frágiles, suspendidas en el aire- cuesta adivinar picos altos en su paleta uniforme, aunque nos toca la fibra con mayor intensidad en algunos pasajes de Living room, acertadísimo cierre del álbum, o en la citada Cloud in spaces, quizá nuestra preferida junto al título homónimo del álbum. Su nuevo disco es, en fin, un trabajo redondo por el que Harris transita con una elegancia fuera de toda duda, como si la madurez alcanzada en 2008 hubiese acabado de vestir una música a la que siempre ha dotado de cierto aspecto uniforme, reforzado en esta oda a la soledad y el vacío emocional, cuya escucha gana enteros si se escucha en  un entorno de silencio y, ¿porqué no decirlo?, serena soledad, tendiendo puentes de unión entre lo ambient y el folk, copando un equilibrio que conviene aplaudir.

Escucha The Man Who Died In His Boat en Spotify: