Fue una de las series sorpresa de 2006 y se mantuvo en antena durante dos temporadas. Como otras pequeñas producciones de la HBO -a día de hoy sigue siendo la que tuvo un presupuesto más pequeño- tuvo en el ingenio de su guión y en la composición de sus personajes una de sus grandes bazas a explotar. Los dos protagonistas supieron dar continuidad a la trama con un disco folk en el mercado y una sonora gira por Estados Unidos que terminó de elevar la broma a categoría de culto. Y ahí siguen, en el bendito pedestal. Por ART VANDELAY.
Es, por ahora, tan sólo un rumor. Pero la opción de ver una versión cinematográfica de Flight of the Conchords va tomando cuerpo para alegría de la legión de fans a los que HBO rompió el corazón cuando se confirmó el final de la serie al término de la segunda temporada. La opción de ver a Brett y Jemaine en la gran pantalla volvió al primer plano de la actualidad después de que Bret McKenzie aprovechase la promoción de The Muppets para hacer público el primer sondeo que se ha realizado a los dos actores a tal efecto, y que implicaría recuperar a dos personajes icónicos de la cadena dos años después de su último capítulo.
Flight of the Conchords era una rareza dulce, una de esas pequeñas joyas de la HBO que lanza en paralelo a sus grandes estrenos y que termina por ganarse un sitio en el difícil olimpo de las series de culto gracias a un guión soberbio, una trama adictiva y dos personajes principales arrebatadores cuyo impacto fue más allá de la serie, lanzando a los dos actores a una gira de relativo éxito por Estados Unidos con la pertinente edición del DVD y el LP de la banda sonora de la serie -discos Revólver tuvo en su su sección de vinilos un par de copias de semejante rareza de culto, una de esas pequeñas golosinas que la exportación nos trae de vez en cuando-.
El inicio de la trama es simple. Jemaine y Bret dejan su Nueva Zelanda natal para tratar de hacerse un hueco en el panorama folk estadounidense, aunque sus sueños de fama y gloria musical topan con una realidad mucho más amarga, donde el reconocimiento artístico queda lejos de toda opción, sazonado con un divertidísimo patetismo que eleva al dúo a la condición de músicos estoicos, incansables en su afán de hacerse un hueco en la escena indie de Nueva York pese a sus relativas -en la trama- cualidades musicales. La gracia del asunto es que, en paralelo a la trama, el dúo ofrecía logrados números musicales, trufados de ironía y de gran calidad folk, con los que sazonaban una trama reforzada con personajes secundarios al servicio del tándem, eficientes en su labor de acompañar las pericipecias de Jemaine y Bret. Rhys Darbys se encargó de dar vida a Murray, el inefable manager del grupo, puede que el único más incompetente que ellos, y Kirsten Schaal bordaba su papel de Mel, la única groupie del dúo neozelandés.
El principal leit motiv de la serie es la estrecha relación mantenida por ambos con el fracaso. Fracaso artístico a la hora de encontrar no ya algo parecido a una carrera musical, sino a un mero bolo digno. Fracaso también personal -sus relaciones sentimentales son un fracaso, y su vida laboral más allá de la banda dista mucho de ser la imaginada al abandonar Nueva Zelanda- y fracaso en su mera integración a la Gran Manzana, presentada de manera involuntaria de manera hostil, dada la incapacidad de los dos protagonsitas en encontrar pequeños instantes de gloria en su camino -imposible- al estrellato musical.
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Por tal de evitar que el patetismo de los personajes, integrantes de una pequeña galería de losers, a cada cual más perdedor, Jemaine y Bret conciben cada capítulo como una obra integradora en la que la trama se acompaña de un videoclip perfectamente incrustado en el capítulo. Con un final muy Wes Anderson -evitemos el spoiler-, el anuncio de la posible película que de continuidad a las andanzas del excéntrico dúo nos sirve para aliviar la pena de su cierre hace dos años, lo que dará algo de respiro a los dos discos presentados hasta la fecha o a los conciertos, basta un mero buceo por Youtube para disfrutarlos, a los que hemos exprimido tanto como los diferentes videoclips que adornaban la trama.
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