El estreno del nuevo videoclip de Diane young y la buena acogida de Modern Vampires Of The City parece confirmar que Vampire Weekend completan con éxito su 3 de 3, un nuevo éxito que consolida todo lo visto hasta la fecha, hasta el punto de convertirles, por méritos propios, en una de las formaciones más influyentes del momento. Tras reivindicar lo mejor del sonido africano en este primer tramo de su carrera la sensación que queda es que todo sigue siendo posible para ellos. Por RUBÉN IZQUIERDO
- Presentado el videoclip de uno de los mejores temas de Modern Vampires Of The City, Diane young
- Modern Vampires Of The City toma su nombre de un poema del jamaicano Junior Reid
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Hace apenas un par de semanas, en los stands del Primavera Sound, tuve una breve charla con un músico buen amigo de esta casa. Hablamos de Nueva York y la fascinante capacidad para absorber música que encierra sus calles. La conversación acabó derivando en el lujazo de poder disfrutar de buenos conciertos cada día, y de ahí pasamos a una anécdota personal, en la que mi interlocutor pudo comprarle un disco a los propios integrantes de Vampire Weekend cuando éstos lanzaron su primer disco –servidor siempre preferirá a aquellas bandas que aún se encuentran en ese momento en el que son ellos mismos los que te venden sus discos al acabar, donde todo es más real y natural-. Aquella conversación me hizo pensar en su última visita a Barcelona, con Razzmatazz llena hasta la bandera en aquel concierto súbitamente interrumpido, que nos dejó a todos con ganas de más. ¿Esperaban los Vampire Weekend que vendían propios sus discos en pequeños bares de Nueva York llegar hasta aquí? ¿Soñaban con hacer de cada lanzamiento un pequeño (gran) acontecimiento?.
La reflexión viene a cuento por el (justificado) eco mediático que ha tenido el lanzamiento de su nuevo disco. Ahora, con el estreno del flamante videoclip de Diane Young,dirigido por Primo Khan, Rostam Batmanglik y Ezra Koening y compañía cierran la primera fase de promoción de Modern Vampires Of The City, el disco que nacía con el difícil reto de darle continuidad a un trabajo tan sólido y bien resuelto como fue Contra (XL, 2010).
Si Contra tomaba todo lo bueno de Vampire Weekend (XL, 2008) y lo mejoraba hasta hacer de su propuesta una de las más destacadas de la escena contemporánea Modern Vampires Of The City llegaba con el reto de a-) no bajar el pistón respecto a lo ya conocido y b-) cerrar la trilogía inicialmente concebida por la banda para esta su primera fase de desarrollo musical. Escuchado el resultado, cabría decir que en ambos casos lo han logrado, empezando a sentar las bases para nuevos sonidos sin renunciar a lo ya conocido –algunos temas encajarían sin problemas en Contra, otros nos anticipan ese futuro aún por llegar-, dándole al asunto, en suma, una cierta coherencia lógica apoyada en un propósito, excelente definido por Rostam Batmanglij en la interesante entrevista que concedió a Rockdelux, donde apuntó que “existen conexiones en canciones de los trses discos, en la música y las letras”, señalando de paso la notable longevidad de Hanna Hunt –escrita hace siete años- como buen ejemplo para esa conectividad, aplicable en otros temas que parecen salir de esquemas narrativos ya conocidos, ya sea en algunos pasajes de Unbelievers o de Finger back, donde todo suena de un modo similar a lo que ya conocíamos, entendiéndose esa continuidad como algo definitivamente bueno.
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En cualquier caso, Modern Vampires Of The City -estrenado en el pasado festival del SXSW-, cuyo título proviene del primer verso de One Blood, del jamaicano Junior Reid, se sitúa por méritos propios en el selecto grupo de álbumes que hace justicia a las expectativas creadas, gracias a los subidotes adrenalíticos de temas como Ya hey o de Finger back, al clasicismo bien aplicado de su propio sonido –que bien suena Everlasting rams- sin olvidar la brillantez de Hudson o la baladística Step.
Con todo, el disco se disfruta con la agradable sensación de qué todo está donde debe, manteniendo la frescura de sus anteriores trabajos, situándose en ese punto de poder sacarle réditos a una libertad creativa que ha terminado por generar brillanteces del calibre de Diane Young en su formato videoclip, con la presencia de un pequeño all star entre los que brillan Sky Ferrerira, Hamilton Leithauser (The Walkman) o Dave Longstreth, de Dirty Projectors y que dejamos al inicio del texto.
Hay quien ha señalado a Modern Vampires Of The City como un trabajo de madurez. Servidor no está muy de acuerdo con la afirmación: ¿no era maduro, maduro en el sentido de ser cabal respecto a los propósitos planteados por la banda, Contra? La facilidad con la que la banda ha sabido encajar incluso los nuevos sonidos del álbum –hay pianos, como hay un excelente trabajo en la producción de Ariel Rechsthaid– que existen, en el cierre de esta notable trilogía nos hace situar esa madurez bastante antes a la publicación de este álbum, entendiendo los cambios planteados como un ejercicio de cálculo donde todo encaja: lo nuevo y lo viejo unidos para seguir dibujando un horizonte aún esplendoroso, en contraste tal vez con la nostalgia intuida en la portada del álbum, de nuevo un acierto tras la gran acogida que tuvo la de Contra. “Odio la idea de hacerte más serio o maduro, pienso que muy poca gente se siente como un verdadero adulto”, explicaba Koenig en una entrevista para Rolling Stone este mes de Junio. Y es que, más que obra madura, lo que parecen haber publicado ahora es la constatación de lo ya sabido: este viaje, el suyo, es de los que dejan huella.