El tiempo se encargará de poner al 2011 recién finiquitado en su justo lugar en cuanto a calidad musical se refiere. Los votantes de Shook Down (redactores y amigos directos de la web) han dado forma una pequeña lista de seis nombres donde abunda la calidad necesaria como para esbozar una sonrisa a la hora de realizar balance. Y aunque la cosecha no haya sido abundante en lo numérico el balance sólo puede ser positivo en lo referente a la calidad, no sólo ya de los que han pasado el corte de seis, sino también de los que han quedado fuera poco. Es probable que de aquí un tiempo nos maldigamos a nosotros mismos por haber excluido a The Horrors, The Rapture, Yuck o The Pains Pure at Heart. Claro que… ¿qué sería de una lista de Nominaciones sin descuidos dramáticos y olvidos injustos e injustificados?. Sin más, la particular visión sobre los seis finalistas a manos de ART VANDELAY, nuestro becario sin convenio ni derecho a voto.
Bon Iver, per Bon Iver (4AD/Popstock!)
Como sus colegas de Megafaun, Justin Vernon escogió un título homónimo para su nuevo disco, el primer trabajo que publican tras el aclamado For Emma, Forever Ago, un trabajo redondo que reincide en las características de su anterior publicación, quedándose a un paso de igualar la grandeza conseguida entonces con aquella explosión de emociones que fue aquel proyecto surgido del dolor, relevado ahora con una nueva muestra de su grandeza. El resultado es un alegato a la nostalgia con hechuras de grandeza y una paleta musical en la orquestación que se intuye ya en Perth, primer corte de uno de los trabajos a partir de los cuales explicaremos la historia del año que se nos acaba de ir.
Hablábamos, a propósito del lanzamiento de Burst Apart, el segundo disco de The Antlers después del excelente Hospice, que su segundo trabajo era lo que quedaba después de todo, la vida (revivida) después de la muerte por colapso emocional. Algo de eso hay en Bon Iver, Bon Iver un trabajo que sorprende por el relativo (en realidad no tanto) cambio de registro que nos descolocó tras su lanzamiento, y que nos terminó por abrir un nuevo mundo tras la necesaria digestión de su acabado.
De Perth hemos mencionado ya el derroque orquestal con el que viste el primer tema del disco, pero sería injusto sepultar el resto del disco ante semejante torrente. Bon Iver, Bon Iver, brilla también cuando regala pequeños ejercicios de contención y tiene en Calgary otra llamada a lo esencial. El disco termina por ser la luz que sucede a la oscuridad y la liberación definitiva de fantasmas sentimentales, también vitales, para sugerirnos la llegada de un nuevo amanecer. Esperamos atentos a ese mañana aún por llegar.
Fleet Foxes, per Helplessness Blues (Coop/Music As Usual)
Al igual que Bon Iver, Fleet Foxes tenían el difícil reto de salir airosos con su nuevo trabajo tras el monumental éxito alcanzado por su trabajo predecesor. Las expectativas generadas eran tantas que el porcentaje de morrazo al canto era elevado, aunque Grown Ocean puede con todo y cierra un disco que si bien no llega a la perfección del primero mantiene a los de Seattle en un nivel altísimo con un trabajo que tiene en Montezuma, Lorelai o The Shrine/An Argument suficientes motivos como para trascender.
El notable éxito de su doble paso por el Primavera, sobre todo su litúrgico paso por el Auditori, sellan un idilio con Barcelona del que esperamos nuevos capítulos en breve. El curioso hecho, habitual este 2011, de que muchas bandas se hayan visto obligadas a luchar contra sus propios demonios personificados en debuts rutilantes ha tenido en Fleet Foxes un buen ejemplo del modo con el que puede combatirse ese rival interior. Al distanciamiento temporal (tres años desde aquel sonado éxito) hay que añadir una evolución personal que se deja sentir en un disco que ha adquirido ya cierta esencia de clasicismo, aún con el peso de lo vocal y la consagración de ese folk pastoral tan marca de la casa por bandera.
Helplessness Blues, el tema que da nombre al disco, refuerza ese sentida apuesta por la evolución, aunque no llega a eclipsar a Grown Ocean, un nuevo clásico cuya grandeza resumen no sólo los sueños de la banda. Evocan algo más grande. Litúrgico y emocional. Sentida delicia folk.
Girls, por Father, Son, Holy Ghost (True Panther Sound/PIAS)
El nuevo trabajo de Girls arranca a lo grande, con Honey Bunny, puro momento surf,y sigue lanzando guiños en nuevos temas como Alex (Brett Anderson estaría orgulloso) e instantes reservados a la grandeza emotiva como Saying I Love You, que apuntalan un trabajo que tiene en lo intimista (Just a Song o Love Like a River) una importante baza a seguir, por más que se desate con furia en Die o incida en lo festivo con la citada Honey Bunny. El resultado es uno de los mejores trabajos pop que recordamos en mucho tiempo, la constatación definitiva de encontrarnos ante algo grande, gracias a la exhibición de ecletismo que Christopher Owens brinda sin aparente esfuerzo para facturar un álbum irónico en su título (Father, Son, Holy Ghost) y sentido en el fondo.
El nuevo disco de Girls es un trabajo estacional, un LP que no abraza un único estilo y que apuesta por actuar de caprichosa jukebox donde nada sobra y todo cabe, destilando deliciosas piezas formales como My Ma o Love Like a River, dos coqueteos con el soul que nos destapa múltiples vidas de un disco que requiere de repetidas escuchas para ser disfrutado en su totalidad.
Incluir a Girls entre lo mejor del año es un acto de justicia, un premio a un disco que sobrevive al cambio de estilos y de estados de ánimo de su solista para brillar como una sentida brillantez de innegable exquisitez.
M83, por Hurry, We’re Dreaming! (Naive)
Disco excesivo, torrente emocional desatado para recuperar la mejor cara del francés de moda, autor de un hit llamado a permanecer entre las elegidas durante largo tiempo (Midnight City), Hurry, We’re Dreaming! lucha por momentos contra su propia grandeza y tiene en su duración -es matemáticamente imposible crear 22 joyas a la altura de Midnight City en un único álbum- su único handicap medianamente reprochable. A favor dispone de un desatado torrente creativo, un ejercicio de creatividad liberada de todo corsé imaginable que le da al disco el recorrido (necesario) para volar, y hacernos volar con él, a territorios poco transitados por la música indie.
Seguramente será injusto para el resto de 21 temas que secundan a Midnight City hacerles caer en un ejercicio comparativo respecto a la icónica canción que ha terminado por situar en el altar de la grandeza al bueno de González. Y si bien Steve McQueen le aguanta el pulso de la épica (electrónica) con una gran demostración de fuerza, temas más modestos como Raconte-Moi Una Historie logran también su pequeña parcela a sabiendas de la grandeza del single de lanzamiento del nuevo trabajo de estudio del genio francés.
Si con Bon Iver decíamos que Vernon nos había llevado a su nuevo mundo, M83 nos transporta al Avatar de la música, el escenario soñado donde todo es nuevo y está por descubrir. A ese nuevo universo entramos de la mano de Zola Jesus, otra experta en llevarnos a etéreos estados de ánimo con Intro, y nos mantenemos casi hasta el final con la notable Klaus I Love You un corte frágil y delicado, tan breve y ensoñador como los sueños de los que no queremos despertar.
PJ Harvey, por Let England Shake (Universal)
La reina ha vuelto. Let England Shake es el golpe sobre la mesa con el que recupera el cetro y que la ha convertido en uno de los nombres esenciales del año recién clausurado. Irremediablemente asociado a Inglaterra y a sus fallas tectónicas emocionales -los disturbios del pasado verano le dieron al disco una nueva vida, fiel reflejo de una sociedad a la que Polly Jean conoce como pocos los miedos y frustraciones de sus compatriotas-. El resultado es una pieza desangelada, metáfora de una Guerra mayúscula con la que PJ Harvey nos hace jugar a su antojo por el recorrido emocional de un disco multiinstrumental donde la muerte y la desesperación -la guerra, decíamos- exigen al oyente un sobreesfuerzo para no perecer por el camino.
La temática bélica no actúa como barrera emocional para entregarse al disco. La llamada a la épica de Glorious Band, los estragos de la guerra en In The Dark Places, y el tono de ruina gris como consecuencia directa del paso de lo bélico por su querida Inglaterra dan forma a un disco redondo en el que la desazón se impone con una firmeza inusual que nos desarma tanto por lo que cuenta por como lo cuenta.
El gran mérito de PJ Harvey es generarnos dependencia hacia un disco que no es sencillo, que requiere de un plus al que perseguimos con desesperación para sumergirnos en su espiral pasional (brutal el increscendo de All and Everyone) para hacernos colapsar en The Colour of Earth y su sentido final. Let England Shake nos habla de soldados mutilados, de infancias arrebatadas y campos bañados en sangre. No esquiva nada porqué no lo necesita. Polly Jean lo ha vuelto a hacer: ha convertido un lamento, ahora desgarrador, en una obra de arte.
Vivian Girls, por Share The Joy (Polyvynil/Houston Party)
La incursión de las Vivian Girls en la lista de seis finalistas resulta una sorpresa agradable para la plana mayor de Shook Down. Share The Joy fue una de las primeras delicias de la temporada, y el paso de los meses no ha eclipsado lo más mínimo una propuesta del todo vigente, pasional en el sentido que su amor por Ramones lo es, y que tiene en la sintonía entre sus los líderes naturales (Casey Ramone y Cathy Goodman) su principal motor de funcionamiento. El disco supone además la confirmación de la supremacía del trío neoyorquino frente a sus rivales naturales –Dum Dum Girls ha quedado en esta ocasión lejos de los resultados de Share The Joy, Bethany Cosentino descansa hasta 2012 y Frankie Rose quedó siempre demasiado lejos como para ser considerada una alternativa real- y el triunfo rotundo de una propuesta que tiene en temas lumínicos y ensoñadores como Take It As It Comes su razón de ser.
Cuando las Vivian Girls presentaron el disco en la sala KGB habían ciertas dudas sobre su resultado final. Su nuevo trabajo llevaba muy poco tiempo en circulación, los cambios habían llegado a la banda después de que Bethany Cosentino se llevara a la recién despedida Ali Koehler a Best Coast y las dudas de si podrían mantener el nivel de sus últimos trabajos flotaba en el aire. Apenas un par de temas y la explosión de energía de instantes como Dance (If you wanna), Lake House o The Others Girls bastaron para hacernos salir de dudas y abrazar sin (injustificadas) desconfianzas un trabajo eléctrico, que mantiene influencias (la sombra de The Shangri-Las es alargada» ahora acompañada ya de un sentido sello propio que ha animado incluso a Cathy Goodman a probar la aventura en solitario con su correcto proyecto personal La Sera.