Llevábamos unos días queriendo recuperar The Outside Room, el vibrante debut en largo de Weyes Blood, presentado a principios de 2011. La recuperación de su vídeo de Candy boy nos la devuelve en todo su apogeo. Por RUBÉN IZQUIERDO
- Su fantasmagórico, oscuro y denso folk tuvo un notable debut en 2011 con The Outside Room, trabajo con el que daba continudad a sus singles y 7» presentados con anterioridad
- Este fin de semana participa en el prestigioso Northside Festival, razón de más para recuperar su obra
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La celeridad con la que nos llegan nuevos lanzamientos y publicaciones hace que, en ocasiones, pasemos por alto ediciones de culto y obras dotadas de una marcadísima personalidad, cuyo recorrido vital queda lejos del que debería ser. Por eso está bien volver de vez en cuando la vista atrás y recuperar lanzamientos (relativamente) antiguos con los que reivindicar obras y autores que, a fin de cuentas, contribuyen de manera clara a confeccionar nuestra hoja de ruta vital, también artística, con sus respectivos legados.
Todo esto viene a cuento porqué ayer rescatamos casi por accidente una pequeña genialidad, el videoclip (casero) de Weyes Blood para Candy boy, una extraña pieza trufada de imágenes hipnóticas -por momentos recordaba algunos de los mejores pasajes de la genial Maya Deren- cuyo resultado puede disfrutarse al inicio del texto.
La extraña pieza audiovisual presentada para Candy Boy resume en parte la esencia del interesantísimo proyecto musical de nuestra protagonista, con una carrera musical jalonada ya de varias propuestas anteriores, que terminó de cristalizar en este vibrante y sugerente proyecto, cuyo principal fruto ha alcanzado ya sus dos años de vida.
La obra de Weyes Blood encaja, pues, plenamente en la definición que mostrábamos al principio del texto. Su extraño, a ratos perturbador, a ratos extrañamente acogedor, The Oustide Room llegó en 2011, y por a por b aún no habíamos hablado de él en la web. Imperdonable. Su EP bebía de fuentes ghost folk, género que por otro lado parece vivir en dulce en los últimos meses, siendo el extraordinario último trabajo de Lodro buena muestra de ello, y tejía un esquema vital trufado de melodías delicadas, marcadas por lo personalísimo de su voz y un aura autoral a la altura de las expectativas acumuladas desde 2007, cuando se dio a conocer con sus primeros trabajos.
Lo primero que supimos de ella nos llegó en 2007, cuando publicó Strange Chalices Of Seeing, un trabajo autoproducido que le llevó a editar apenas unos meses después Liquor Castle con Smoker’s Gift, trabajo en 7» con el que completaría esta primera fase de su recorrido antes de fichar por Not Not Fun Label, después de granjearse un camino anterior donde empezó a sembrar lo recogido años después con su proyecto ya en solitario.
Ya con el citado sello, Natalie Mering (su nombre real) editaba en 2011 su obra más conocida hasta la fecha, The Outside Room, su compendio de canciones que, recogiendo diferentes influencias, se conjugaba sobre sí mismo para alzarse en una pieza cuidadosamente medieval, con referencias de música tradicional, psicodelia trovadoresca y variaciones diversas que hacen de él suyo un disco de debut de autor. Integrante en otros proyectos -a Merin la vimos, entre otros proyectos, en el también raro Jackie-O Motherfucker-, nuestra protagonista edificó a lo largo de los 6 cortes del EP un trabajo con algunas influencias cinematográficas y literarias notable, un trabajo grabado y mezclado por Graham Lambkin, que dejamos en escucha a continuación.
Merin, cuyo hermano es conocido también por Raw Thrills, ha logrado tejer aquí un folk fantasmal y gélido, presentado también en otros formatos -el año pasado nos llegaba un split en cassette junto a Angels in America- que introducía su nostalgia musical a pleno gas, entrando en las grandes ligas del folk más oscuro, ese ghost folk del que emanan más propuestas, ocultas en (demasiadas) ocasiones tras los grandes nombres mediáticos de cada curso.
Introducido brillantemente por la envolvente Storms that breed, temas como Candy Boy y sus 9 minutazos o la también longeva Rommendale sirven para para fijar a The Outside Room entre esos álbumes a los que bien vale recuperar, ni que sea para dejarse llevar por Dream song o la conclusiva, igualmente magistral, His Song.
Weyes Blood actuará el próximo 1 de Julio en el Silent Barn de Brooklyn.