Se lamentaban nuestros compañeros de Cinemanía que A Propósito de Llewyn David no generará en Dave Van Ronk el mismo efecto que Searching For Sugarman causó en Rodríguez, por la sencilla razón de que Van Ronk lleva casi 12 años muerto, desde que falleciera relativamente olvidado allá por el año 2002. Y no les falta parte de razón: es más que probable que el nuevo film de los Coen sirva para poner en el sitio que se merece de la historiografía del village a nuestro protagonista, en cuya estampa se han inspirado para dar forma a Llewyn Davis, su nuevo antihéroe, personaje central de la película con la que mejor han sido integrar su valiosísima banda sonora a la trama central planteada en el film… con permiso claro de la estupenda e infravalorada Oh Brother.
Davis, al que da vida en el film un inspiradoOscar Isaac, es en realidad una suma de detalles de diversos habitantes de aquel Greenwich Village casi mitológico, por el que pasaron mitos de la talla de Bob Dylan o Joni Mitchell, aunque el grueso principal de su personalidad lo toma de Dave Van Ronk, una suerte de padrino para muchos de los que llegaban al Village, siendo además uno de los autores de cabecera de los Coen.
Como a estas alturas es sobradamente conocido, el punto de partida (muy libre) del film es The Mayor Of MacDougal Street, título de las memorias de nuestro hombre, y apelativo por el que era conocido en la época en la que el film se inspira. Es cierto que el personaje al que interpreta Isaac no adapta todos los puntos de su personalidad, aunque resulta innegable su contribución al fondo y forma de este nuevo personaje icónico para los Coen, algo que se evidencia aún más si atendemos al hecho de que uno de los discos de cabecera de Dave… llevaba por nombre Inside Dave Van Ronk, uno de sus discos más populares y frondosos (se iba a los 25 temas) y también uno de los más populares desde la aparición del film, al responder en parte al patrón de ser la obra idónea para adentrarse en su universo creativo y musical.
Los Coen han revelado en diferentes entrevistas que el valiosísimo relato de sus memorias les ha servido para poner luz a un período no del todo bien documentado, en una historia además explicada con un sentido del humor muy personal que convertía a Van Ronk en un personaje del todo coeniano, por lo que su adaptación se ha llevado de manera casi natural al relato.
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Inside Van Ronk
Aparquemos un momento los vaivenes de Llewyn para centrarnos en Dave, en cuyos orígenes musicales hubo un cuarteto, convirtiéndose al poco de su llegada al Village en uno de los rostros más habituales de allí, pese a no gozar nunca del estatus de estrella de nombres como el de Mitchell u, obviamente, Bob Dylan, lo que le causó en parte una sonada frustración, que le hizo añorar incluso sus lejanos años en la marina mercante en la que estuvo enrolado.
Pese a ese relativo silencio mediático, su figura se adivinó clave para los recién llegados, que no dudaban en acercarse a él, una suerte de confidente para los advenedizos, el espejo en el que se fijaban muchos de los que querían prosperar allí.
Pionero en muchas cosas –Van Ronk es natural de Brooklyn, ya querrían muchos- su conocimiento del barrio era previo al de su explosión cultural, quedándose incluso después de que el boom quedase atrás y muchos de los que acudieron en busca de honor y gloria se marcharan del barrio.
Que los Coen hayan utilizado sus memorias para revivir el Village se debe en parte a que es, seguramente, uno de los documentos más lúcidos de aquella época, ideal para sumergirnos en una nueva historia de perdedores (el código que más y mejor dominan los Coen, especialmente cuando se olvidan del gran público para simplemente crear obras maestras imperecederas) que tiene en el Greenwich Village un personaje más de la trama.
El film ha vuelto a contar con el asesoramiento musical de T Bone Burnett, con quien ya colaboraron en Oh Brother (algún día la historia pondrá en su justo lugar a aquella grandiosa relectura de La Odisea), quien considera a Van Ronk el guardian natural de aquella generación de artistas, cuyo legado (el suyo) va más allá del éxito obtenido en las listas.
Su presencia, pues, se adivina clave para explicar el renacimiento del folk acústico en los 60, en un trabajo, el suyo, de evidente poso cultural (el blues, el góspel y sobre todo el jazz formaban parte de su mapa musical), que acabó casi en un segundo plano en comparación a su peso en la comunidad interna que se generó allí, un habitual de las tertulias de café, estableciendo amistad con nombres como Jack Elliot o Patrick Sky.
Los recocimientos más o menos masivos llegaron hacia el final de su carrera: en 1997 obtiene el Lifetime Achievement Award de manos de la American Society Of Composers, cinco años antes de morir a consecuencia de las complicaciones derivadas de un cáncer de colón. Además de su faceta folk Van Ronk provó antes con el jazz tradicional y el blues.
“Tengo una larga historia de amor con el jazz”, explicaban en Billboard que contó recordando sus años más jazzísticos, dentro de una carrera extensa que abarcó más de 25 publicaciones a lo largo de 40 años, una auténtica carrera de fondo que culminó con Sweet and Lowdown (Justin Time, Canadá), el último de sus trabajos musicales, en los que retomó su amor por el jazz.
Muchos años atrás debutó con Ballads, Blues & Spiritual, publicado ya como vecino del Village por el mítico sello Folkways, en una carrera con pocos premios que incluyó, eso si, una nominación a los Grammy con el álbum From.. Another Time Place, editado en 1995, un pequeño gran logro para alguien sin cuyo legado nos hubiésemos perdido otro protagonista (perdedor) del universo creativo de los Coen.