Lanzar en plena temporada de premios un filme como De Tu Ventana a La Mía requiere de valentía y de una fe ilimitada en las posibilidades propias de las que Paula Ortiz sale indemne gracias a un reparto soberbio, una historia bien explicada y la preciosista fotografía que ilumina la propuesta. El resultado, una de aquellas películas que merecerían un largo recorrido comercial a través del poderoso binomio boca/oreja. Por RUBÉN IZQUIERDO

Ficha Técnica: De Tu Ventana a La Mía, 2011
Dirección: Paula Ortiz. Guión: Paula Ortiz
Intérpretes
: Leticia Dolera, Maribel Verdú, Luisa Gavasa.
Fecha de estreno: 09/03/2012

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De Tu Ventana a La Mía  hace de la belleza de sus imágenes su principal atractivo. De ello de lo bien resulta que queda en pantalla, un film (casi) redondo que parte de la sencillez para vencer al espectador partiendo del magnetismo de sus tres actrices protagonistas y de los recovecos de tres tramas muy bien entrelazadas presentadas siempre con evidentes puntos de conexión entre ellas y que tienen en un corte de pelo, por increible que parezca, su punto más álgido de narracción. Todo ello para presentar una ópera prima de facturación exquisita, influencias evidentes -la esencia de Terrence Malick se deja sentir aún sin renunciar a su propia concepción cinematográfica- y para descubrirnos uno de los nuevos nombres de la cinematografía local que deberemos estudiar con lupa a partir de ahora, Paula Ortiz.

Las tres mujeres que protagonizan la trama lo hacen en épocas diferentes, separados por evidentes líneas cromáticas a través de las que Ortiz nos invita a acceder a su mundo, trufado de fábulas y metáforas que sirven para dar voz a aquellas mujeres que no pudieron vivir sus vidas en armonía con sus sueños. Violeta (Leticia Dolera)vive en unos años 20  teñidos de verde y encarna la mujer soñadora con la vida por delante. Inés (Maribel Verdu) lo hace en los 40, más endurecida que Violeta por y Luisa (Luisa Gavasa) sobrevive en los 70, presentados de modo gris.

Paula Ortiz ha reconocido en varias entrevistas que, de las tres protagonistas, dos  de ellas está inspirada en una persona real. Inés es el fruto de varias conversaciones con la madre nonagenaria de un amigo de su padre, principal apoyo de la cineasta a la hora de sacar adelante el film, mientras que Luisa está inspirada vagamente en su tía abuela. Sólo Violeta es fruto de la ficción, aunque en realidad las tres están formadas a partir de varios retazos.

Tres historias, tres colores
Hablábamos al principio de las líneas cromáticas que dividen al film, líneas que afectan también a la paisajística (montaña, desierto y ciudad) y que se asocian entre ellas a través del concepto de la lejanía, ya que esos tres espectros imaginarios son vistos por las tres protagonistas a partir de sus ventanales, miradores que las separan del mundo real (de nuevo el valor de lo metafórico) y que le sirve a las protagonistas para fabular sobre su libertad, ya sea una libertad basada en las emociones (Violeta), puede que el personaje más metafórico del film o más real, como aquella que afecta al resto de protagonistas.

El resultado es una película muy bien construida en lo estético y dotada de gran sensibilidad en lo emocional, con unas interpretaciones comedidas perfectamente ajustadas a lo requerido por el film y la sensación permanente que en Ortiz hay un nuevo y emergente valor que, como sus personajes, suspira por salir al exterior.