Ya vimos en el monográfico especial que editamos en 2015 sobre el 25 aniversario de BCore la capacidad innata del sello barcelonés para establecer relaciones a largo plazo con sus grupos bandera. Joan Colomo entra de lleno en esa categoría, habiendo desarrollado toda su carrera en solitario en el sello, complementándolo además con sus apariciones en los discos de Zeidún, La Célula Durmiente o The Unfinished Sympathy.

En este curso protagoniza su quinta incursión en solitario en la casa con un trabajo con el que aspira a cerrar su primera etapa creativa como Joan Colomo: un recorrido pentagonal abierto en 2009 con Contra Todo Pronóstico (BCore, 2009) que culmina ahora con Sistema (BCore, 2016), quinto trabajo de estudio en siete años, “su trabajo más maduro” según le contaba un amigo antes de nuestro encuentro en una cafetería de Gràcia.

Trabajo continuista pues de los anteriores, pero con algunas particularides propias —se grabó en una masía, huyendo del toque cerrado de los estudios de grabación— que hacen de este Sistema uno de los discos más completos de los presentados hasta la fecha por un Colomo en estado de gracia en lo creativo, de nuevo de diez en esas canciones “tristes” en lo que saca lo mejor de sí mismo, por más que trate huir del tópico y de lo cursi, recurriendo al aguacate si es necesario. El resultado le reafirma como una de las voces imprescindibles de la escena independiente catalana, algo que seguramente hubiese sorprendido a aquel adolescente despreocupado que montó con tan solo 12 años su primer grupo, Sigue Buskando. Recuperamos aquí la entrevista que nos concedió para el Underzine VI, realizada un par de semanas antes del lanzamiento del disco. Disfruta también de su paso por 2000 Enemigos Mortales, junto a Edu Pou de Za!

Joan Colomo presentará Sistema (Bcore, 2016) este jueves en la sala Bikini de Barcelona junto a Elsa de Alfonso. Organiza Curtcircuit.

ENTREVISTA: RUBÉN IZQUIERDO | FOTOGRAFÍA: IVAN CASTER / BCORE

Entre tu cuarto disco y el actual, editaste el single El tenis del futur. ¿Fue un lanzamiento de transición?
Bueno, cuando grabé el single ya tenía un conjunto de canciones más o menos trabajadas que han acabado apareciendo en el disco. Escogí dos de ellas para el single, en parte por ser las dos que consideraba que encajarían menos con las otras canciones que tenía en marcha. No sé si se da ese punto de enlace entre los dos discos porque son casi coetáneas, aunque sí que tiene que ver con mi manera de trabajar, que suele ser bastante caótica.

¿Qué puedes contarnos de ese método?
Es eso, sobre todo algo caótico. Y es algo que en realidad me gustaría cambiar. Normalmente cuando acabo de grabar un disco me pongo ya con el siguiente. Como entre que grabas y sale en físico suele pasar un tiempo, se dio el caso de que cuando lanzamos el disco anterior las maquetas de Sistema estaban ya bastante adelantadas, aunque muchas estaban sin letras, o con las letras a medio hacer. Eso es algo que me pasa a menudo (risas). A partir de ahí le doy forma a las letras y procuro que haya una idea más o menos común, o una estructura un poco lógica que le dé un acabado al disco.

¿Qué cambios ves respecto a La Fília i la Fòbia (BCore, 2015)? A mi me parece algo más luminoso.
No te sabría decir. ¿Sabes qué pasa? Es de las primeras entrevistas que doy para Sistema, y aún no tengo una imagen preconcebida de la respuesta que tiene el álbum (risas). De todas formas es curioso que me digas que parezca luminoso: al periodista que he atendido antes le ha resultado “bello”.

También. A mí me ha transmitido más luz que el de la Fília.
Quizá haya una cuestión más técnica en el sonido, no te sabría decir. Un colega me decía que es “triste”, lo que me hace pensar que al final todo es muy subjetivo. Puedes llegar de formas tan diferentes a la gente… Al final, como autor, lo único que puedo decirte es que no tengo ni puta idea de cómo es el disco (risas).

GRABAMOS EN UNA MASÍA DE VILAFRANCA, HUYENDO DEL SONIDO CERRADO DE UN ESTUDIO DE GRABACIÓN CONVENCIONAL

Y a la hora de grabarlo, ¿has realizado cambios?
Ahí sí que se ha dado un cambio. Las baterías y las guitarras acústicas se grabaron en una masía de Vilafranca, y creo que eso sí se refleja en cómo suena. Las canciones tienen más aire, y creo que se nota que se grabaron en salas grandes, en habitaciones de la masía donde estábamos. No hay sensación de estudio cerrado, o al menos a mí desde dentro me dio esa sensación.

¿Crees que ese carácter más expansivo llega a las letras?
En el tema letras la cosa ha ido más o menos como siempre, aunque tal vez en Sistema haya llevado un poco al límite lo de no saber sobre qué cojones escribir. Quizá por eso le canto a un aguacate (risas). De todas formas creo que como en algunas canciones se percibe un tono más melancólico, en otras intento ser más alegre. Está compensado.

Es curioso que digas que te cuesta ponerte con las letras. Siempre te he visto como un gran titulador.
¿En serio? En realidad es la parte que más me gusta de las letras. Sufro tanto con lo otro que con los títulos me lo paso bien. Intento que haya coña allí…

“Menos Es Marx” es muy de diario deportivo.
Si, mucho juego de palabras, ¿no? Al final eso me gusta: que haya sentido del humor. Normalmente tiendo al “me cago en todo” o “todo es una mierda”, y eso es una forma de oxigenar el disco.

LA MÚSICA QUE ME GUSTA TIENE UN PUNTO TRISTE: ME GUSTAN LOS ACORDES MENORES Y LAS MELODÍAS MELANCÓLICAS

Lo que tampoco falta esta vez es la “canción triste”. Desde “L’ocell” que metes una por disco.
La música que me gusta suele tener un punto triste. Me gustan los acordes menores, las melodías melancólicas y todo eso. Supongo que eso lo vuelco en las canciones que comentas. Cuando llevo varias es cuando meto las alegres, que si no el disco parece un funeral. De todas formas, como oyente, ligo la belleza musical a esas canciones melancólicas.

El contraste con el directo es mucho más elevado en ese punto. ¡Tus conciertos tienen mucho de festivo!
Hay un elemento de show del humor que gusta, sí. A lo mejor por eso cuando algo parece que será muy bonito me lo cargo y lo convierto en una al oda al aguacate que te contaba antes (risas). Creo que con una letra de amor “Fruit tropical” hubiese quedado demasiado bonita, tirando a ñoña.

Que quieras huir de lo serio en parte tiene que ver con lo de la radiofórmula. Recuerdo un bolo en el que versionaste a Adele y quedó precisamente en eso, entre algo bonito y cursi.
Puede que haya una relación, ¿por qué no? Con la radiofórmula y con hacer el payaso en los conciertos, que es algo que ya hacíamos antes. Hay un colega que al escuchar Sistema se puso muy serio y me dijo: “es tu disco más maduro”. Te vas haciendo mayor y tal, y al final supongo que es inevitable que se dé ese cambio, aunque en los conciertos ya nos encargaremos de joder el disco (risas).

Que la gente vaya a tus conciertos esperando el show que comentas creo que ha contribuido a crear una sensación de cercanía mayor que la de otros artistas. La gente va “a ver al Colomo” como quien va a ver a un amigo. ¿Te llega ese feedback?
No sé si es una cercanía diferente, porque al haber hecho siempre este tipo de show estoy acostumbrado a que sea así. Tampoco hemos inventado nada ni lo hacemos como algo nuevo: el tonto en los conciertos es algo que hacemos desde siempre. Lo de la Radiofórmula es curioso porque de golpe se fue haciendo grande y no sé, acabó gustando mucho. Tiene sentido que digas que ayudó a romper la distancia artista-público: con el nuestro tenemos una relación muy próxima.

Pensando en tu discográfica, ¿qué lugar crees que ocupará Sistema?
No sé si tengo la perspectiva suficiente, aún. Creo que en los cinco discos hay una línea, que forman parte de etapa que en parte me gustaría cerrar precisamente ahora. Me gusta ver Sistema como un punto y a parte, aunque no tengo ni idea de cómo será el sexto.

¿Qué nexos crees que tienen?
Son discos hechos sin meditar, en el buen sentido. Los he empezado todos sin saber muy bien adónde quiero ir, y tienen también cierta línea común en los temas, como un rollo global que he hecho en cinco años y que, pum, he ido presentando poco a poco. Me gustaría abrir una nueva etapa en ese sentido, aunque seguramente seguiré trabajando como hasta ahora y formará parte de lo mismo igual.

Contabas que has cambiado parte de la manera de grabar el disco. ¿Cómo ha ido el proceso? ¿Qué trato tienes con la banda?
Banda como tal en las grabaciones no hay. Las grabaciones son muy… bueno, muy nosotros (risas). A Pablo le pasé unas maquetas y se vino a grabar la batería de algunos temillas. Pau de Les Sueques nos hizo algunas percusiones, y Guille, como siempre, se ocupó de los teclados. El batería de Biscuit, Fermín, también colaboró, lo que estuvo muy bien porque grabamos en su casa (risas). Xavi se sigue encargando de los contrabajos, y en “Un Nantes y un Después” metemos una flauta travesera, eso sí que es una novedad.

¿Qué pros y contras le ves a este sistema?
Lo más agradecido es que partes de cero, aunque por contra cuanto te toca presentarlo no lo tienes nada rodado y vuelves a empezar. Es una de las cosas que nos gustaría cambiar: no ha habido un trabajo de banda previo, durante la grabación nos hemos centrado en transformar las maquetillas en canciones. Creo que estaría bien cambiar eso, aunque por otro lado los ensayos de estos primeros días están siendo muy frescos… A ver como presentamos, seguro que nos pasa como siempre y en el directo nada se parece al disco (risas).

Esa manera de trabajar tan igual, sin cambios bruscos, se traslada también a tu universo discográfico. Casi siempre has editado en BCore.
Todo no, pero buena parte sí. Con Unfinished sacamos algo en Subterfuge. Y en los grupos de antes de Zeidun, rollo Ariadna y tal, editamos varias cosas con sellos gallegos e historias de hardcore. Con Red Sexy Band sacamos con el sello del Boliche, y bueno, con Moksha editamos en Pamplona.

¿Cómo es el trabajo con Jordi?
Tenemos la suerte de que nos conocemos mucho los dos. Los discos van saliendo y el único tema a hablar es el de fijar los timings. Este por ejemplo tenía que salir antes, pero me pajareé con las letras y hemos salido un poco tarde. Mientras Jordi quiera nosotros estaremos encantados de seguir en BCore. Es nuestro sitio natural.

Ahora que comentabas todos los grupos en los que has tocado es curioso que en activo ahora solo esté el proyecto Colomo, por llamarlo así.
Con Zeidun vamos haciendo cosas, pero lo demás sí que está un poco parado. Me he centrado mucho en el proyecto más personal, además de haber estado haciendo cosillas sueltas. Música para otra gente, proyectos con otra peña y demás.

SIEMPRE VI A ZEIDUN COMO UN GRUPO MÁS RARO QUE MÍTICO. TIENE EL VALOR DE SER EL PROYECTO GERMINAL PARA TODOS LOS INTEGRANTES QUE LO FORMAMOS

No sé cómo lo ves tú, pero creo que Zeidun ha sabido trascender. Hoy es casi un grupo de culto, si no lo es del todo.
¿Si? Yo siempre lo he visto más como un grupo más raro que mítico. Es que en la época éramos unos colgados (risas). Después, al haber seguido trabajando cada uno en sus proyectos quizá sí que ha tomado una forma más compacta, de banda mítica. Creo que el aura de culto que tiene, si es que la tiene, le viene por haber sido un proyecto germinal para todos nosotros, además de por lo personajes que éramos.

¿Cómo viviste el homenaje que os preparó Gent Normal en 2014?
Fue muy bonito y emocionante, aunque creo que nos hizo parecer mejores de lo que en realidad éramos. ¡Hasta Càndid estaba cohibido!

Otra movida interesante en la que participaste fue la del disco de la Generació Feliç. Es un disco que me flipa, una rareza a reivindicar.
Fue una cosa muy experimental y curiosa, y creo que nos dejó a todos un recuerdo muy grato. Lo grabamos en una tarde, y se preparó de una manera muy rápida. Creo que el aire que tiene es muy interesante, y el equipo que participó repetiremos en breve en otra movida.

¿Qué haréis?
Nos dieron el premio Puig Porret, y estamos preparando un musical relacionado en parte con lo de la Radiofórmula. Ya verás, ya… (risas).

Desde fuera da la sensación de que esos proyectos paralelos son un disfrute añadido. Algo que se hace sobre todo por placer.
La verdad es que da gusto tener colegas con proyectos tan interesantes y con ideas tan válidas. Mantener dos grupos a la vez es complicado, sobre todo lograr que los dos funcionen, pero aventuras así en plan más esporádico son muy interesantes de poner en práctica. Participas en historias con gente que va tan liada como tú, que surgen de manera espontánea y que en parte utilizas para liberarte. Haces cuatro ensayos y de ahí salen diez bolos. Es una suerte de verdad.

¿Y cómo te sientes participando en movidas así?
Afortunado. Hay peña con mucho talento, y yo no me considero así para nada. Muchas de las cosas que hago me salen por inercia, así que en parte me aprovecho del empuje de otros (risas).

Hace poco leí el libro de Marta Salicrú y de Andreu Gomila y me gustó mucho el capítulo que Marta escribió sobre ti. Hay un fragmento muy bonito en el que habla de “Els amics”, una canción con la que la gente ha conectado mucho.
Si te soy sincero me sorprendió mucho la reacción de la gente con aquella canción. Cuando la acabé tenía la sensación de estar ante un tema muy cursi, pero no me dio tiempo a cambiarla, así que tuve que dejarla tal cual estaba. No estaba para nada convencido de cómo quedó, y al final fue de las que más empatía causó. Da que pensar que la gente tenga miedo a veces a ser cursi o a tratar temas sentimentales, cuando al final es lo que más necesitamos escribir o escuchar. La reacción de la gente con aquella canción es lo que le da sentido a todo: cuando haces algo con lo que la gente conecta y se emociona te sientes muy realizado. A mí me pasa poco, así que más alegría aún (risas).

Será porque vienes del hardcore o el punk.
Buf, ha pasado mucho tiempo. Empecé con Mau (Mau Boada de Esperit!) a los doce años. Nuestro primer grupo se llamaba Sigue Buskando, escrito con k.

¿Qué recuerdas de aquella época?
Muy poco. Con 12/13 años… ¡imagina! Lo que recuerdo con mucha ilusión fue el hecho de firmar con BCore estando ya en Zeidun. Era un sello que había editado mil cosas que nos flipaban, y de golpe se fijaban en nosotros. Fue como sentir que habías triunfado. Siendo tan joven que la discográfica que has escuchado desde pequeño se fije en ti y te saque un disco… aquello fue la hostia.

¿Qué expectativas tenías en aquel momento?
No muchas, era bastante impulsivo. Sabía que seguiría haciendo canciones, sobre todo porque es la única motivación que he tenido desde siempre, pero no me imaginaba todo lo que ha ido viniendo. Al venir de una escena tan cerrada como el hardcore no estaba muy al corriente de lo que pasaba fuera de esa órbita. Yo al indie llegué tardísimo, se me escapó toda la movida de los noventa. Y de la escena catalana me llegaban los dos o tres grupos de rock català que llegaban a todos. Me sentía muy feliz en el circuito cerrado de casas okupas en el que nos movíamos los cuatro de siempre, así que no tenía necesidad de buscar fuera.

¿Cuándo das el cambio?
En los últimos años, desde los 25 más o menos. Me vine a vivir a Barna y conocí más estilos, más gente y más de todo. Quizá me hice con una visión más global de las cosas que la que tenía al llegar.

¿Y cómo ves ahora el panorama?
Buf, no lo sé. Ahora hay diez mil millones de grupos, de estilos, de plataformas. En parte forma parte del sistema que tenemos, que hace que todo se reproduzca como una plaga. Es como una representación de crecimiento exponencial del sistema capitalista. Puede ser que se dé un parón más adelante, pero yo veo que cada vez hay más cosas guays.

Surgen muchas cosas pero se mantiene el mismo público.
Hay una masificación de la oferta y un mantenimiento o descenso de la demanda. No sé si es proporcional el crecimiento de la oferta con el descenso del público, tal vez sí. Quizá antes había menos grupos y era todo más movido, con más gente. Ahora cuesta mucho llenar.

Hablando de contradicciones, y ya para acabar: Martí Sales en las notas del disco dice que es un álbum que recoge todas tus contradicciones.
A nivel musical sí que se da un poco, en el sentido de que hay un poco de todo lo que hecho hasta ahora, y a nivel de letras me cuesta tanto acabarlas que no puedo pronunciarme. Aunque sí, lo que dice Martí seguro que está bien (risas).

Escucha lo nuevo de Joan Colomo en Bandcamp: