Discos de Kirlian nos sorprendía a principios de curso con la edición de Coses que passen un sol cop (Discos de Kirlian, 2017), trabajo que recogía el directo que Barbacoa ofreció el 27 de junio de 2014 en el castillo-colegiata de Sant Pere en Ager durante el Vallsonora de aquella edición. Ya de por sí, el concierto no era un bolo más ya que suponía la vuelta de Jordi Colombi al escenario donde había grabado su disco de debut, editado también por Discos de Kirlian en 7’’. Concebido como uno de los conciertos de presentación de aquel Estiu de 1995 / La Zona Franca, de aquella velada llega esta nueva referencia, la excusa perfecta para pasar revista al devenir de Barbacoa.
TEXTO: R. I. | FOTOGRAFÍA DE PORTADA: BARBACOA
Tu nueva referencia está grabada en la románica Colegiata de Sant Pere d’Àger, donde creo que ya ha grabaste ‘Estiu de 1995’ (Discos de Kirlian, 2014). ¿Cómo recuerdas el concierto que hiciste allí para el Vallsonora?
Ese concierto fue desastroso y maravilloso a la vez. Lo desastroso fue básicamente por mi culpa, porque perdí el avión desde Berlín a Barcelona el mismo día del concierto, y acabamos llegando al festival ocho horas más tarde de lo que se suponía, con los conciertos ya en marcha. Nos tuvimos que subir al escenario sin hacer prueba de sonido, sin poder ensayar un poco y con el corazón saliéndonos por la boca. Lo maravilloso fue el trato que recibimos por parte del Vallsonora, retocaron el orden sin pensárselo dos veces, nos tranquilizaban mientras conducíamos hasta Àger -“No correu, sobretot”, nos insistían- y el festival en sí, que es una pasada.
El título es una alusión a esa “ocasión única” que ofrece un concierto en ese contexto. Imagino que la referencia te sirve además para cerrar las fechas de presentación del EP. ¿Qué balance haces del recorrido que tuvo la grabación?
Teniendo en cuenta que era mi primera referencia, y de un formato tan particular, quedé muy contento. Las críticas fueron a veces exageradas en lo positivo, pero encontrar tanta afinidad a una apuesta tan personal te reconforta.
En una entrevista comentaste que de la Colegiata valoraste su reverberación natural. El hecho de interpretar las canciones en el mismo lugar donde se grabó no es algo que pase en todas las presentaciones. ¿Cómo valoras ese ejercicio casi metalingüístico?
Fue cerrar un círculo de una forma casi poética. El EP y la Colegiata están conectados desde el inicio, y creo que hay algo también bonito en grabar en lugares así, más que grabar en estudios, aunque el resultado no sea tan limpio y sea mucho más aparatoso todo.
Eso te quería preguntar. No sé si se dieron las mismas circunstancias ambientales en la grabación que en el directo (las campanas, la atmósfera, etc). ¿Qué diferencias ves entre los dos trabajos, más allá de que en el EP contases con la producción de Elsa?
Cuando grabamos el EP, en la Colegiata estábamos solos Elsa, Marc y yo, y pudimos dedicarle tiempo a encontrar el lugar físico mejor para grabar. El sonido ambiente forma parte del EP, y además hacía bastante frío allí, por lo que al cantar y tocar estaba bastante incómodo, de forma que no creo que se pueda separar el hecho de grabar allí del resultado que obtuvimos. El concierto fue, por decirlo de alguna manera, más convencional, aunque encontrarse con la iglesia llena de público era una sensación increíble.
Hay varias colaboraciones, como la de Margarida Mariño al cello o la de Anna Taulés en El huracán. ¿Qué aportan a las canciones de Estiu de 1995? ¿Qué trabajo previo realizasteis?
La formación usual en vivo hasta que me fui a vivir a Berlin eramos Maggie y yo, así que los arreglos de cello eran parte indisoluble del sonido en directo (y creo que por eso publicar este disco tiene sentido). El trabajo era el de cualquier banda. Ensayar y ensayar hasta estar contentos con el resultado. El trabajo con Anna fue diferente. Le pedí que cantara El Huracán, porque no quería cantarla yo. La canción es casi una nana que alguien me canta para tranquilizarme, así que no tenía demasiado sentido que me la cantara yo, y la voz y los gestos de Anna son perfectos. Le mandé la base y me devolvió una maravilla.
Previamente a la salida de Barbacoa participaste en otros proyectos como Abrevadero u Urquinaona. ¿Qué es lo que te llevó a liderar tu propio proyecto en solitario? ¿Con qué te quedas de la experiencia?
Tocar con gente es genial, y los recuerdos que tengo tanto de Abrevadero como de Urquinaona o del resto de grupos en los que he tocado es maravilloso, pero llegó un momento en el que me cansé y necesité continuar solo. Es, a su vez, también genial. La libertad es enorme, y consigues sumergirte en lugares mucho más íntimos.
Creo que el EP previo lo produjo Elsa de Alfonso, con la que ya coincidiste en Imperio. ¿Hubo un trabajo previo con ella a la hora de preparar las canciones?
Elsa es un referente enorme. No sólo por lo que hace en Imperio, sino por sus millones de otros proyectos, como Elsa de Alfoso y los Prestigio, o el ya enterrado y maravilloso Villarroel. Con tanta experiencia en tantos grupos geniales fue muy fácil trabajar con ella, porque como músico, entendía ensegida lo que le pedía, y como productora sabía como conseguirlo. Produccione el Mal es muy bien.
El hecho de que varias colaboraciones (está también la de Laura Antolín en el diseño gráfico) estén vinculadas entre ellas no sé si refuerza la idea de formar parte de una escena o circuito. ¿Qué valoraciones haces de ese hecho en particular?
Más que eso, es la constatación de que vivo rodeado de gente con un talento enorme. Puede parecer que en Barcelona todo el mundo diseña, canta, toca en un grupo, o produce música, y la verdad es que no sólo es así sino que ademas el nivel es altísimo. Simplemente se junta la idea de intentar trabajar siempre con amigos, con el hecho que son todos unos genios vivos.
¿Qué es lo que más valoras de trabajar solo? ¿Supone un reto añadido para las canciones?
La libertad es genial, tanto para elegir hacia dónde quieres llevar las canciones, como los temas de los que hablar. Puedes añadir o quitar (normalmente en mi caso quitar, quitar) arreglos o instrumentos o partes o lo que sea. También puedo darme a mi mismo el tiempo necesario para acabar una canción, que suele ser mucho. El reto es vivir siempre en la duda de no saber hasta qué punto tus decisiones son las correctas o no saber decidir cuándo una canción está o no acabada. He llegado a esperar dos años para encontrar la palabra perfecta que encajaba en un verso, y a veces la palabra es simplemente “flama”. Esto en un grupo no pasa. Alguien con criterio te suelta una colleja y te obliga a acabarla. Gracias y desgracias de la vida en soledad, supongo.
Escucha el disco aquí: