A pocos días del inicio del BAM charlamos con David Crespo, una de las cabezas visibles del proyecto musical balago junto a Guim Serradesanferm. balago han lanzado este curso su sexto trabajo de estudio y presentan en El Demà (Foehn, 2018) una de sus obras más ambiciosas hasta la fecha. Disponible desde el pasado 25 de mayo, El Demà se revela como una poderosa experiencia sensorial y ensancha ese legado en construcción que vienen construyendo a cada nuevo disco. Exploramos con David parte de ese proceso anímico y creativo, recordándoos que en Barcelona podremos verles el viernes 21 junto a Tiger Menja Zebra y Nadah El Shazly en el escenario de la plaza Joan Coromines.
Próximas fechas de balago:
- 14/09 Adoberies Fest, VIC. 00:hh
- 21/09 Festival BAM, Barcelona. 21:00h
Entrevista: R. DE DIEGO | Imagen de portada: EL DEMÀ
Cinco año después de ‘Darder’ publicáis ‘El Demà’, de nuevo con Foehn Records. Entre disco y disco se ha producido un cambio de tendencias en cuanto a sonido prácticamente generalizada. No os preguntaré que habéis estado haciendo estos cinco años pero sí que quería preguntaros sobre vuestro modo de trabajar, ¿en qué ha cambiado más respecto a ‘Darder’?
Nuestra metodología no ha cambiado en ningún aspecto desde hace unos cuantos años. De hecho desde que dejamos las guitarras hemos trabajado de la misma forma y prácticamente con el mismo software y hardware musical. Lo único que hemos hecho ha sido sonar distintos en cada disco, aportar nuevas ideas al proyecto y integrar estos nuevos aspectos sin perder el discurso de este grupo.
Como consumidores de música, ¿habéis cambiado habitos? ¿Os planteais esos cambios a la hora de componer nuevos temas y trabajos o son facetas que tratáis de separar?
Paradojalmente, ante tanta oferta ahora escuchamos menos música. El hecho de consumir otros grupos y por ello ver distintas maneras de trabajar no cambia nuestra forma de hacerlo. Perderíamos la esencia y personalidad sobre el sonido que queremos conseguir.
Me da la sensación de que a nivel compositivo sois apasionados, en el sentido que volcáis pensamientos o estado de ánimo personales y vitales, algo sin lo que no se entenderían discos com “d’aquii, por ejemplo”. Centrándonos en el disco de este año, ¿cómo se condensan cinco años en un disco como ‘El demà?
Así es. El proceso es apasionado y sobretodo obsesivo. Hemos comentado en alguna ocasión que no es un proceso exactamente agradable y que hay momentos en los que esta obsesión se convierte en algo enfermizo, insana. De todos los discos que hemos editado hay algunos que realmente no hablan de nada en concreto sino que sencillamente intentan volcar estados de animo. Obviamente existe entre ellos una coherencia global sobre el artwork, video clip y contenido pero no intentan situarte en un contexto concreto. En otros discos, además de todo esto, va implícito un mensaje o un concepto de disco en el que todo lo que ves (artwork, teaser, video clip) y todo lo que escuchas, forma parte de algo que si queremos contextualizar.
¿Lo consideráis vuestro trabajo más personal?
No sé decirte si es nuestro trabajo más personal, todos lo son, lo que pasa es que cuando hablas de tu último trabajo lo vives con otra intensidad además de ser la novedad y de lo que te has empapado durante los últimos dos años y medio. El espacio de tiempo entre disco y disco es más o menos habitual en nuestra carrera, no podríamos editar un disco cada año o cada dos años porque no tenemos esta capacidad para asimilar tan rápido el trabajo de varios años y darle la vuelta a todo de un día para otro. Hay que reposar, pensar y no tener prisa para cada disco, no banalizarlo o que sea de consumo rápido.
No sé si siendo un sexto trabajo de estudio hay ya una cierta autoconciencia como grupo. ¿Qué trata de aportar balago al panorama musical local? Personalmente lo encuentro uno de los proyectos más interesantes de la escena local…
Creo que es honesto afirmar que es un acto egoísta para satisfacernos a nosotros mismos. Dicho esto nunca nos planteamos cuando se construye el disco si vamos a aportar algo a la escena local o mundial. Supongo que precisamente esta es una de las razones por las que podemos sonar bastante personales, porque no nos fijamos en lo que suena o en lo que le falta o le sobra a dicha escena. Nos gustan mucho algunos grupos y desconocemos muchos otros. Creemos que lo que hace que el proyecto sea interesante son nuestras influencias y nuestra metodología que a nuestro entender son claves en este proyecto. Realmente nos centramos en hacer lo que nos apetece a nosotros sin pensar en si va a ser tendencioso o no. Lo único que nos importa es ser coherentes en toda la carrera, tener la capacidad de reinventarnos sin cambiar de grupo o de discurso y que algún día miremos toda la obra con cierta dignidad. Preferimos perdurar en el tiempo y que las carreras sean de larga distancia, el trabajo bien hecho y sin prisa. Cuando tocas el cielo rápidamente además del vértigo que puedes tener, hay que tener en cuenta que la caída es proporcional a la subida.
Términos como ‘futurista’, ‘gótico’, o ‘melancolía’ son algunos de los que aparecen a la hora de hablar de vuestro último trabajo. Hay también algún componente épico -escuché ‘La consciència de les altres coses’ al salir del trabajo del que se me acabó el contrato el otro día y me vine un poco arriba con algún pasaje del álbum-. Más allá de que en piezas como ‘El buit’ sí puedan intuirse pasajes casi religiosos, ¿en qué estado vital fijariáis el disco como creadores?
Vamos por partes. Los términos que citas como ‘futurista’ o ‘gótico’ son algunos de los términos que ya se han utilizado en casi todos los discos por ciertos ambientes que creamos. Hay insistencia en etiquetarlo y catalogarlo todo cuando no siempre es tan simple o acertado ni se puede resumir todo en una o dos palabras. Respecto a la melancolía de la que hablas diría que lo es en toda la obra por su propia idiosincrasia, es algo que va implícito en el grupo. Los discos, efectivamente, tienen momentos épicos pero parece lógico cuando algunas de nuestras influencias más importantes son las soundtracks y la música clásica. “La consciència de les altres coses” es de las más rítmicas del disco con ese toque marcial, si te viniste arriba y te aportó algo en ese momento me alegro!. Luego he leído varias veces que “El buit” es como muy religiosa, pero no menos que otras de este disco, siendo la religión uno de los hilos conductores del disco y parte imprescindible en toda la composición. No es algo nuevo, de hecho, el anterior disco “Darder”, terminaba con un muecín y sus oraciones en el amanecer de Estambul. Puede que en “El buit” sea más evidente porque en la mezcla que hicimos sobresale la oración de un judío ortodoxo sobre un teclado de sonoridad religiosa, pero realmente el disco está repleto de este tipo de oraciones sobre varias religiones, sectas, música sacra, extractos de culturas lejanas, etc…
Definir el disco desde nuestro estado vital en el contexto actual es fácil. Yo lo definiría como un mensaje directo sobre un futuro distopico, apocalíptico y catastrofista donde la misantropía puede ser la opción intelectual más ajustada conforme a lo que somos. No nos podemos extender porque no acabamos la entrevista, pero a veces es tan simple como coger una referencia en el tiempo, por ejemplo desde el dios absoluto hace unos 2000 años y ver exactamente que ha hecho la especie humana con sus prójimos, con el planeta tierra y con el resto de especies. Cuesta tener algún tipo de actitud basada en la filantropía o en la esperanza. Me parece que somos un error evolutivo y debemos desaparecer. Esto no significa que nos queramos suicidar o incluso carezcamos de fe o de ciertos pensamientos místicos, claro, somos humanos y educados bajo doctrinas cristianas en base a conceptos morales como el bien y el mal. Solo se trata de aceptar, de comprender lo miserables que somos, lo que hacemos, lo que dejamos de hacer y intentar sobrellevarlo sin volvernos locos.
Cuando miro a un primate a los ojos o a mi perra a la que veo cada día, creo conectarme con algo puro y que forma parte de un ecosistema que nosotros hemos destruido en torno al ego sistema que hemos construido. Somos la única especie terrícola que se maravilla de su propia existencia, realmente somos patéticos, grotescos y peligrosos. Por suerte somos y vamos a ser exageradamente efímeros. La paradoja que ridiculiza al ser humano es algo que me atrae por eso en el teaser que lanzamos previo al lanzamiento del disco, utilizamos un simio que hace ejercicios de memoria que no pueden realizar humanos.
¿Consideráis este disco una experiencia sensorial? Al ponérmelo por primera vez me recordé a mi mismo viendo a Phurpa en el Primavera con los ojos cerrados y desde entonces es un disco que si me diese por meditar recurriría a él. Con ‘El buit’ me ha pasado un poco lo mismo. ¿Piensas en la reacción de la gente a la hora de componer?
Si, lo consideramos una experiencia sensorial. Y lo es porque forma parte de aquello que queremos que suceda con el oyente, como lo es una banda sonora insertada en una película con los efectos de sonido. Queremos que sea un viaje de principio a fin donde uno pueda irse lejos sin caer en el ambient con drones contemplativos que practican otros artistas y que funciona como un hilo eterno que te va llevando pero sin que sucedan demasiadas cosas. De hecho cualquier disco es un viaje, por supuesto, pero hay propuestas que son más cinematográficas por decirlo de alguna manera. El ejemplo que pones con Phurpa no tiene nada que ver con nosotros, ellos son atonales y arrítmicos y como bien dices pueden servir para meditar o entrar en estados de trance. En cambio nosotros trabajamos mucho los desarrollos, las melodías, los ritmos, nuestros temas acostumbran a tener muchas pistas de audio, cambios de dirección y no sabes muy bien que va a pasar debido a la libre interpretación de las estructuras. Creo que somos imprevisibles construyendo también actos o canciones dentro de otras canciones. Realmente no pienso en la reacción del oyente cuando estoy componiendo tal y como lo planteas, solo pienso en lo que debo hacer y en las horas que tengo que dedicar. El propio proyecto lleva implícito un discurso en el que se presupone como va a ser recibido por el oyente sin tener que pensar en ello.
Lei en la Mondosonoro una alusión que encontré acertada, que es la de ‘Àvol’ con cierto aspectro musical de Johan Jóhannsson. Su concierto en el Primavera también me dejó una sensación similar, me produjo una desconexión total con la realidad. El hecho de que las piezas del disco puedan entenderse como píldoras individuales, ¿le da al disco un sentido episódico?
A veces cuesta encontrar los referentes porque nos llegan a influenciar tantas cosas que es imposible citarlas todas o reducirlas a ciertos artistas. Johan Jóhansson y en concreto su trabajo con Theatre of Voices, me impactó y me acercó a todo eso. Me encanta como trataba el sonido y sus maravillosas soundtracks donde en ocasiones reproduce sonidos que parecen no pertenecer a este mundo, me encantan. Esto me atrae para crear esta nube musical de irrealidad sensorial sin tener que ser demasiado críptico. En directo acostumbramos a empalmar todos los temas porque los silencios se hacen incómodos, pero hace años que separamos las pistas en los discos de estudio, precisamente por lo que comentas, para que cada pieza sea un episodio o un escalón hasta su cierre. Es un todo, pero cada pieza es una pasaje y tiene su propia personalidad.
En una entrevista para el portal Beatburger comentabáis que el grupo sigue su propia evolución, y que va ligada al día a día de sus componentes. A medida que cumplís años, ¿cuesta más mantener la dinámica del proyecto musical? ¿En qué creéis que os habéis tenido que ajustar más para completar el disco?
Me refería a que sigue su propia evolución respecto a que no es posible que el primer disco suene como el ultimo pero tampoco es posible que suene como si fuera otro grupo muy distinto. Hay una coherencia y la evolución la marca lo que nos pasa en la vida, inquietudes, etc… A medida que cumplimos años cuesta algo más mantener muchas cosas y cada vez costará más pero tampoco vamos a seguir mucho tiempo más, tenemos otras cosas que hacer y tenemos otros objetivos de otra índole además de esta aventura con balago que ya dura 17 años. Las canciones las compongo yo solo (David) así que realmente no me tengo que ajustar a muchas cosas. Yo trabajo en casa, tengo el estudio en casa y solo necesito tener claro que es lo que voy a hacer, como suena el ultimo disco y como quiero que suene el próximo. Saber donde estoy.
Siguiendo con ello, hablar un poco del proceso creativo del álbum. Empecemos por el trabajo previo, ¿qué escuchabas antes de empezar a componer?
Normalmente pienso en como he sonado anteriormente y que no quiero repetir. Luego me construyo una paleta sonora que es la que voy a utilizar y una librería de samplers que van a conformar parte del sonido del disco, todo ello aspectos imprescindibles para que suene coherente y personal. Este proceso me ocupa unos 4-6 meses. Luego empiezo con la parte estrictamente compositiva donde me dedico a crear las melodías y sus desarrollos siempre en base a la paleta sonora que he creado. Cuando tengo la espina dorsal melódica voy añadiendo armonías y cogiendo más piezas del puzle sonoro (paletas de sonidos, ritmos, samplers) que he hecho previamente. Finalmente termino las estructuras y los detalles que van a conformar las canciones. En total todo este proceso dura unos dos años y medio más o menos. Casi siempre grabo en una o dos tomas y me gusta que sea imperfecto, equivocarme, la espontaneidad o aprovechar errores que se transforman en pasajes validos y creativos. Para que suene mucho más humano, nunca trabajo con pistas midi excepto en alguna excepción, siempre trabajo con pistas de audio. Escucho hace años más o menos lo mismo pero en esos momentos, cuando estaba empezando con “El demà”, estaba escuchando bastante a grupos antiguos como Coil, Current93, la escena musical de Valencia en los 90 recuperando cintas de cassette que tenia de sesiones en discotecas de esa época con grupos como Megabeat y cosas de este estilo. También estuve escuchando mucho a Wagner, soundtracks de todos los tiempos (esto siempre), sellos como Blackest Ever Black o Discrepant Records, grupos denominados collage y música religiosa de todas partes. Y además, muchas más cosas que no tienen nada que ver con lo que hago o que no son susceptibles de relacionarse con nuestra música.
¿Te obsesionaba algún tipo de sonido en concreto?
Me obsesiona la sobreinformación, la inmediatez y lo inesperado respecto a lo que va a suceder o ciertas texturas que no sean fáciles de reconocer. Me gusta tratar el sonido y llevarlo a otra dimensión.
¿Cuánto puede alargarse el trabajo de producción en un disco como este? ¿Cómo trabajas las diferentes capas de sonido que integran el álbum? Creo que la composición y la grabación van casi en paralelo en vuestra metodología de trabajo, lo que es prácticamente un trabajo de inmersión total. ¿Qué puedes explicarnos sobre esa manera de trabajar y funcionar?.
Buff… esta es la peor parte de todo el proceso. Cuando empiezo entro en un estado de aislamiento y obsesión bastante enfermiza para que todo sea perfecto (soy muy perfeccionista) tal y como lo he concebido en mi cabeza. Hasta que no acabo no puedo parar de trabajar cueste lo que me cueste por varias razones. Además de tener un perfil obsesivo y no poder desconectar ni queriendo, si me desconecto durante un tiempo me arriesgaría a perderme haciendo un disco que no fuera del todo coherente. Piensa que no tengo referencias claras y tengo un proyecto donde las estructuras son tan libres que podría llegar a hacer música ininteligible o que no tuviera sentido. Es muy importante sonar cohesionado y conseguir que aunque haya sobreinformación y canciones dentro de otras canciones, todo suene a un mismo proyecto con su propia sonoridad y personalidad. Creo que el tema “Negació”, por poner un ejemplo, tiene 82 pistas de audio y está construido sobre tres actos, es una locura mezclarlo sin referentes claros y cada pista es importante aunque suene dos segundos o este muy de fondo. Si todo este proceso está bien hecho y consigo que haya canciones que en un todo formen un disco coherente de principio a fin, creo haberlo conseguido.
Este año podremos veros en propuestas como el Adoberies o el BAM, y venís de tocar en el Eufònic. ¿Donde créeis que encaja mejor vuestro sonido a la hora de llevar a cabo el directo? ¿Os veis repitiendo una experiencia como la gira por iglesias de ‘Darder’?
Si, vamos a tocar en distintos sitios todos ellos muy distintos entre ellos. Nuestro ideal de directo encaja en espacios como el Konvent de Berga por ejemplo. Acabamos de tocar en el Musikbrauerei de Berlín (muy parecido al Konvent) y estuvimos hablando de lo importante de estos espacios para nuestra propuesta. Son este tipo de espacios de corte industrial y/o fabricas abandonadas y restauradas para propuestas y residencias culturales. En el Eufònic vamos a estar tocando en la iglesia del Castell de Miravet (nota: la entrevista se realizó como previa a su paso por el Eufònic) así que se antoja un lugar ideal, sobretodo por su arquitectura. El problema de las iglesias es que tienen mucha reverberación y nosotros llevamos un volumen de sonidos e información que a veces cuesta de sonorizar porqué rebota. La gira por iglesias y monasterios ya se hizo, fue una experiencia brutal y quedamos encantados. Normalmente no repetimos las cosas que ya hemos hecho aunque nunca se sabe, alomejor en otro país…
Y ya para acabar, me gustaría preguntaros por el artwork del álbum, muy en sintonía con ese estado de ánimo que parece rodear al álbum. ¿Dais libertad total a los creadores visuales que acompañan vuestro sonido?
La portada consta de una fotografía en blanco y negro a modo de metáfora, situada sobre los años 50 pero que podría ser atemporal donde seres humanos corren, huyen hacia la nada en un terreno gélido. Es un reflejo de lo que podría pasar en este futuro catastrofista del que te hablo y que a mi entender refleja perfectamente el contenido del disco. Teníamos claro que la foto debía ocupar toda la portada sin otra información, dejando los créditos en la contraportada. Desde el principio todo el artwork de balago corre a cargo del diseñador grafico e ilustrador Roger Crespo aka 11Invisibles. Siempre ha sido así y además desde el anterior disco también se ocupa de los video clips del grupo. El tiene libertad porque conoce perfectamente el proyecto y porque le paso las directrices de cómo va a ser cada disco para que el pueda trabajar sobre una base. Siempre es importante el dialogo entre nosotros para que todos quedemos satisfechos. Me gusta tener control sobre toda la obra pero sin invadir su espacio ni su creatividad. En esta ocasión le propuse una foto en la que se viera algo así y el la encontró y se ocupó de todo el diseño y maquetación posterior.