Josh T. Pearson llevaba varios años en silencio tras un un exilio auto-impuesto por él mismo, decisión que nos había dejado sin una de las mejores voces de la escena actual, tal y como pudimos comprobar el año pasado en un concierto casi cerimonial en una sala Sidecar poco concurrida de gente -que la sala no estuviese llena ayudó a crear una atmósfera mágica, felizmente reposada-, adonde llegó para presentar Last of Country Gentleman . Ahora vuelve a Barcelona para seguir brindando los ecos de su celebrado trabajo de retorno, en un escenario de la enjundia del Auditorio Rockdelux. Por RUBÉN IZQUIERDO

  • Primer disco en diez años de Josh T. Pearson, que ya presentara el pasado año en Sidecar y que le trae ahora al Auditorio Rockdelux para recuperar su segundo disco de estudio, el primero en solitario
  • Después del exilio emocional de los últimos años, Pearson regresa con uno de los discos más decididamente melancólicos del curso pasado
  • Last of Country Gentleman es el disco nacido del dolor, fruto de las crisis existenciales que han azotado al texano en los últimos años

Antes de debutar en solitario, a Pearson pudimos disfrutarlo con el cambio de siglo con The Texas-Jerusalem Crossroads, un trabajo de culto que editó en forma de doble LP bajo el nombre de Lift To Experience, con canciones como Into the storm o Waiting to hit que hacían augurar grandes cosas para un proyecto a la postre efímero y fugaz.

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Una década después, Josh T. Pearson reaparecía con esta obra grabada íntegramente en Berlín y que le revela como uno de los compositores con mayor sello autoral del momento, elaborando una ceremonia donde el dolor y la tristeza se dan la mano para trascender juntas. Y es que Last Of Country Gentleman es un álbum sangrante por momentos, un trabajo que destila dolor y belleza a partes iguales, desde los primeros acordes de la catártica Thou art loosed, entrada al abismo de dolor concebido por el solista tejano, en un trabajo de inabarcable belleza creativa, un folk áspero y rugoso, terrenal, con la capacidad (poco común) atrapar a quien lo escucha de inicio a fin, pura embriaguez sensorial.

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Siete temas personales, que dan la espalda a criterios comerciales en su mera concepción -tras la primera y última canción del disco las otras cinco superan sobradamente los siete minutos de duración- que promete emocionar hata el extremo a todo el que se acerque al Auditorio Rockdelux cuando el autor de Hooney’s moon great! Wish you were her -tema que se va hasta los trece minutos- suba a articular el discurso de su Last Of Country Gentleman.

Entre el lanzamiento de su anterior trabajo y el ahora presentado, Pearson padeció un largo divorcio que dejó un poso amargo  en su obra, materializado aquí con una honestidad desbordante, la misma que nos envuelve sumiéndonos en el espiral que marca el sentido del disco, dándole forma y completando un círculo que quizá arrancó cuando acabó su trabajo anterior.

Una de las imágenes del lanzamiento del nuevo disco

Perfeccionista hasta la extenuación -su anterior trabajo tuvo un larguísimo proceso de creación, y una post-producción igualmente agotadora- que dejó en el recuerdo un disco inolvidable, al que ha dado continuidad ahora bajo los mismos criterios creativos, un esfuerzo de introspección que explosiona en la intimista Honeymoon… dejándonos al borde de la lágrima.

Lágrimas que conoce bien, visto el tumultoso final del proyecto con el que arrancó su trayectoria musical, disuelta tras el fallecimiento del padre de uno de los miembros del grupo y de la esposa de otro de sus componentes, que dejó tocado al grupo hasta forzar su disolución. De ahí al comentado exilio físico y emocional de nuestro protagonista, primero en Texas –instalándose en un pequeño pueblo de apenas 200 habitantes-y posteriormente en Berlín y París, ciudad en la que ha terminado por grabar su nuevo trabajo, rompiendo así un silencio al que había roto hasta la fecha en contadísimas ocasiones, breves directos que reflejaban destellos de lo que un día fue y ahora vuelve a ser, un discurso inacabado que retoma con fuerza allí donde lo dejara, por más del infinito dolor que supone para él afrontar los directos de un disco -su duelo frente a sus propios demonios- que le dejó una gran brecha en su estado de ánimo.

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Con algún proyecto pendiente y varias canciones inacabadas fruto de las crisis anímicas que ha ido padeciendo a lo largo de estos años, su reencuentro nos lo trae convertido -parafraseando a la organización del Festival- en «un trovador atormentado de melancolía oceánica«, puede que el «Last Of The Country Gentlemen» al que alude en el título de un álbum dolorosamente triste. El dolor de un genio.

Josh T. Pearson, en una imagen promocional