Los recientes nuevos lanzamientos de Sigur Ros y Ólafur Arnalds han vuelto a poner a la escena islandesa en primer plano de la actualidad. Buen momento para retomar el discurso de las gemelas Jófríður y Ásthildur, dos adolescentes quer sorprendieron al mundo con sus primeros temas a los catorce años y que dieron el definitivo salto de calidad en 2010, a los 16. Recuperamos su celebrado disco de 2010 al tiempo que recuperamos uno de los temas inéditos que tocaron para KEPX Radio. Por RUBÉN IZQUIERDO

Esta es la historia de dos hermanas gemelas de la fría Reykiavik que decidieron combatir el frío gélido de su ciudad natal con canciones capaces de fundir el hielo. Dos adolescentes que unieron esfuerzos para tocar disfrutar de la música como mero ejercicio de placer, sin más pretensiones que las de disfrutar juntas el camino. Y de cómo partiendo de esa modestia firmaron una obra para recordar, la de su debut

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I wrote a song, I wrote it to you”, cantan en uno de sus temas icónicos. Parte de la esencia de Pascal Pinon descansa en el tema que su discográfica aprovechó para relanzarlas dos años después de su primera incursión musical. “I knew it was wrong”, sigue después antes de apostillar un un firme “It’s so terrible shit” con el que se ríen, divertidas, de su propia naturalidad. Ambas aprovechan la frescura de su trabajo para reinvidicar un folk que juega a ser pop lo-fi para hacer de la economía de medios su mejor virtud. Allí donde otros habrían encontrado obstáculos, Pascal Pinon esquiva las delicadas fronteras de lo naïf.

Fichadas por el sello berlinés Morr, uno de los sellos que más y mejor ha tratado la música de aquellos lares, las dos hermanas de Reykjavík firmaron en 2010 su prometedor debut, un homónimo Pascal Pinon en el que el folk de cuna islandés y el pop de enorme candidez destilada que entremezclaron  con pocos medios dejaba entrever ya su calidad. Tanta fue la finezza de aquellos primeros temas, grabados con apenas un micrófono en el dormitorio de una de ellas, que la gente de Morr decidió relanzar el disco, ya con mejores medios. El disco terminó por ser una delicada colección de canciones de ensoñadora melodía, una suerte de folk-pop lo-fi que gozó del favor de la crítica islandesa al lograr la nominación a Mejor Promesa en los Icelandic Music Awards. Para muestra, un fragmento de su concierto para KEXP Radio, donde tocaron la inédita Ekki Vanmeta Fjarlægðina.

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Todo surgió, decíamos, a los 14 años, cuando ambas se reunieron con otras dos amigas para empezar a cantar. Decimos cantar antes que tocar porqué el disco es una oda a lo vocal, un ejercicio deudor de esa precariedad a la que acaban sacando rédito –los instrumentos que aparecen son los que pudieron reunir para entonces- que entronca con lo señalado al principio. I wrote a song, pasión por lo escrito.

Consumado su fichaje por Morr, que relanzó el disco en su totalidad, con la avanzadilla del citado single en inglés, uno de los pocos temas de la banda en idioma anglosajón, Pascal Pinon convirtió su seminal grupo de canciones en un pequeño tesoro por descubrir, un contraste claro, quizá doloroso, con el auténtico Pascual Piñon, una atracción de circo mexicano aquejado de un enorme tumor craneal que le valió el nombre del Mexicano Bicéfalo, después de que su despiadado promotor le pintara un rostro humano en el mismo.

Lejos de la sórdida trama de la que toman el nombre, las gemelas islandesas llevaron a cabo un tour de force de precocidad bien entendida, que tiene en la manera de concebir el disco una de sus grandes bazas a jugar. Ambas aprovechan las condiciones en las que se grabó el disco para perpetrar un casi acústico que enaltece el resultado final del disco, pequeñas joyas delicadas que tienen en Kertið og húsið brann o Sandur, preciosista juego de flautas incluído, algunos de sus mejores ejemplos.

Y es que el disco comienza a lo grande, con un Undir heiðum himni que nos introduce en su onírico mundo al fluir de las oníricas flautas que nos mecen el camino, inicio de un camino que recorren con una naturalidad que desalma, temas nacidos más de su necesidad de cantar que otra cosa, un salto sin red del que salen ganadoras gracias a temas como la desarmante New Beginning, grabado en su propio dormitorio.

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