Ayer fui con mi hermano a ver Oblivion, la última orfebrería visual de Joseph Kosinski, director de Tron: Legacy y responsable aquí de una nueva muestra de su notable buen hacer a la hora de generar evocadores pasajes visuales y sonoros. Para quien no conozca la trama, decir que ésta está ambientada en un futuro lejano donde la tierra aparece prácticamente deshabitada, después de ser el escenario de una apocalíptica batalla entre los humanos y un ejército alienígena invasor. Una de las pocas personas que sigue en la tierra es Jack, interpretado por un aquí inusualmente comedido Tom Cruise, protagonista de una de las escenas más evocadoras del film.
Mediada la trama, vemos a Jack en una de sus operaciones de mantenimiento, reparando uno de los drones que velan por el mantenimiento de lo que queda del planeta. La reparación le lleva a lo que fue el estadio de los Yankees de Nueva York, totalmente derruido y apenas reconocible entre el montón de escombros al que ha sido reducido. Jack, ferviente admirador de los Yankees, se emociona al pisar el escenario y rememora en soledad la última jugada del último partido de fútbol americano jamás jugado. Kosinski, muy hábil a la hora de emocionarnos, refuerza la secuencia con la excelente banda sonora compuesta por M83 para el film, y lo hace de tal manera que incluso aquellos que comulgamos poco con la Super Bowl sentimos un cosquilleo en el estómago.
No deja de ser curioso, en este sentido, que Hollywood nos enseñe, cada vez más, pasajes apocalípticos donde el mundo en el que vivimos ha sido aniquilado. Pixar lo hizo de un modo magistral en Wall-E, John Hillcoat nos emoció adaptando On The Road con un genial Viggo Mortensen a la cabeza -no confundir, claro, con la On The Road de Keruac– y Michael N. Shyamalan pretende resucitar con la también post-apocalíptica After Death. ¿Qué mensaje intentan transmitirnos las mentes pensantes del séptimo arte?. Personalmente siento una extraña fascinación por dichas tramas, donde los supervivientes viven de los recuerdos de lo que un día tuvieron mientras tratan de amoldarse a la nueva situación. A otra escala, a fin de cuentas, es lo que sucede en The Walking Dead, una de mis series preferidas, donde a buen seguro los protagonistas de la trama experimentan situaciones similares a las de Jack al visitar el Yankee Stadium.
Se paga poco IVA en comparación a otros países
Cristobal Montoro, 09/07/2012
Sea como fuere, la reflexión viene a cuento por el anuncio esta mañana del colapso de Alta Films, la primera distribuidora española de cine de autor, cuyo futuro es más que negro por el apocalíptico descenso de espectadores y por la falta de apoyo del ¿gobierno? estatal, dando aquí un paso más a la hecatombe cultural desde la fatídica aplicación de la famosa y deleznable subida del IVA de hace ahora un año. «Se paga poco en comparación con otros«, anunció el ministro Montoro en Julio del año pasado anticipándose el desastre al que nos sumiría después. En 2013, al menos en Barcelona, la realidad que me es más cercana, nos estamos acostumbrados a la mala costumbre de despedir a centros icónicos de la cultura y el arte. Estamos sólo en Abril y ya hemos llorado por el cierre de Luchador Records, la librería Catalonia y el colapso de Alta Films, cuyas consecuencias se adivinan nefastas en cuanto a exhibición en salas se refiere del cine de autor distribuido por Alta Films hasta el momento. Según informa el diario El País en su edición de hoy, la intención de Alta Films es la de mantener en activo, «aunque ya verá«, las salas de los cines Princesa, Renoir Plaza de España y Renoir Retiro de Madrid, así como los cines Renoir Floridablanca de Barcelona, Renoir Guadalajara y Tenerife y el Roxy de Madrid, éstas «por poco tiempo» según reza la publicación, que recogía además el cierre ayer mismo de los cines Renoir Majadahonda.
En el mismo artículo publicado hoy por El País, el presidente de Alta Films González Macho, presidente a su vez de la Academia del Cine, denuncia además «la actual falta de sensibilidad política con la cultura, incluido el aumento del IVA«, lamentando a su vez que desde el Gobierno hayan dado la espalda al cine de autor y al internacional, jugando un papel clave en la aceleración del principio del fin para Alta Films, en un mensaje que deja claro, cuanto menos, las fatídicas consecuencias de la política Montoro.
Esta cascada de cierres afecta, como puede verse, a todos los ámbitos de la cultura, al suponer el cierre de centros emblemáticos de música (Luchador), literatura (Catalonia) y cine (Alta Films), expandiéndose como una maldita metástasis sin que por el momento se adivine ninguna solución. ¿Añoraremos como Jack tiempos pasados en un futuro no tan remoto nuestros particulares templos?, ¿estamos condenados a explicarles a nuestros hijos que en nuestros tiempos mozos la cultura disponía de espacios físicos, convertidos en cenizas ante nuestros propios ojos?. Esperemos que no, aunque la hoja de ruta que seguimos parece abocarnos al más absoluto de los desastres, un fundido en negro de nefastas consecuencias, cuyo verdadero alcance tardaremos en conocer.
En su excelente 31 Canciones, Nick Hornby explicaba como la evolución de los acontecimientos en el sector cultural empujaba al cierre del pequeño comercio ante el empuje de los grandes almacenes. Hay que tener en consideración que el libro se escribió mucho antes del estallido de la crisis, en una época en la que aún se vendían discos, todavía se iba al cine y se seguían compraban libros. Desde entonces, todo ha ido a peor, y el pequeño comerciante, el romántico que ha seguido en su lucha por ofrecer un trato especializado y cercano ha visto como sus potenciales enemigos se volvían más grandes, más fieros y más firmes. «Si esto sigue así tiendas como las de Alta Fidelidad no se podrán ver en un futuro«, explicaba Hornby en su tratado musical.
Lo que Hornby no sabía entonces es que el desplome sería mayor de lo esperado y que nuestra particular visita al Yankee Stadium derruido, los tiempos en los que miraremos extrañados a nuestro cubo de Rubik cual Wall-E cualquiera, se acercan cada vez más. Maldito invierno cultural el nuestro. Maldito destino.
Un artículo de Rubén Izquierdo, editor de Shook Down.