Llega un día que uno se cree curado de espanto. Has ido de camping con el cole, has sufrido de multitud en los conciertos del pueblo y te has duchado a la intemperie algún verano frenético. Pero entonces llega el Arenal Sound y te das cuenta que a 40ºC, con poca agua potable alrededor y más de 25.000 personas tarareando Miranda a todas horas uno también puede sobrevivir. Una crónica de ANDREA GÓMEZ Y AITOR ÁLVAREZ
- Repasamos las dos primeras jornadas del Festival, en las que destacaron el gran poder de convocatoria de Love Of Lesbian, el ambiente festivo en la sesión de EME DJ y los enérgicos directos de Kaiser Chiefs y Metronomy
- Formaciones estatales como Hola a Todo El Mundo, Supersubmarina, Annie B Sweet y Chinese Christmas Cards destacaron también en este primer tramo del Festival
- Crystal Figthers, otro de los grupos que vencieron a la noche con su enérgica propuesta musical
Lo diremos rápido y con mala letra para que duela menos. Menudo lío al llegar. Coches y coches dando vueltas por Burriana (qué bonito es Burriana) en busca de las acreditaciones. Y venga rotondas y venga guardias pitando a las 25.000 personas que se movilizaron en un sólo día. Y te toca el segundo camping porqué has llegado tarde.
Lo llamaremos segundo, pero podría ser el segundón. A tan sólo 45 minutos del recinto musical que diría el anuncio de ofertas. Pero oye tú, bonitas piernas que se nos han quedado. Y dentro del camping más y más kilómetros. Y arena, mucha, en cantidades industriales. Siempre habíamos ido a campings con césped. Pero este era de arena. De aquel polvillo rojo que no te lo sacas ni con cinco baños en el mar. Y podríamos hablar de lo lejos que estaban los baños o lo (perversamente) frías que estaban las duchas. Y los bichos. Y la chicharra bajo ese toldo negro.
Porqué, leñes, vamos a un festival, no a un balneario de lujo a 60€ todo incluido. Vacaciones de seis días en la playa por un módico precio. Y encima, con conciertos por la noche
Pero si hablamos de todo esto nos dejamos lo más importante, y es que en ese camping destartalado y caluroso es donde pasas los mejores momentos. Ahí ríes, haces amigos, aprendes a sobrevivir con un fuet y un melón, veneras la sombra y llega un momento que hasta todo te parece bonito. Y todo el mundo está contento, todos disfrutan de aquel solar convertido en alojamiento de sounders. Porqué, leñes, vamos a un festival, no a un balneario de lujo a 60€ todo incluido. Vacaciones de seis días en la playa por un módico precio. Y encima, con conciertos por la noche y pulserita.
Dicen las malas lenguas que lo de la pre-fiesta fue un desenfreno de gente, fiesta loca y un escenario en la playa que de tanto salto dejó a la mitad de asistentes con 4 capas de arenas. Pero todavía no habíamos llegado. Cosas de las no-vacaciones. Reclamamos vídeos en YouTube de Dorian y Eme Dj a las 6 de la mañana para creer todo lo que decía twitter: ¡menudo fiestón de entrada!
Nuestro bautismo sounder fue con Hola a Todo El Mundo y ese look native american que tanto gusta a los que crecimos jugando a indios y cowboys. El sexteto madrileño (¡NO!, mentira, ahora son cinco, hemos perdido a la bonita chica del violín) con sus cascabeles, platillos, triángulos, flautas y demás instrumentos invadieron el escenario a eso de las 8 de la tarde. Con todo el sol de Burriana en la cara, pero demostrando desde la primera canción que había valido la pena abandonar la playa a destiempo. No éramos muchos los ahí presentes y quizás sólo hubo un salto conjunto con a Movement between these two, que despertó la euforia con el ya clásico “nananananana”, fácil de seguir. Lo cierto es que son canciones para escuchar atentamente. Himnos de letras que ensalzan la naturaleza. Cómo Hatem Prayer Team o Choose your adventure. Pero también hubo tiempo para algo de su CD de raíz hispana, Estela Castiza. Con su bonito tema Número nadie que no cansaremos de proclamar como hit de la banda. Ritmos de la América profunda, odas de bonita lírica y su actitud humilde ante el público dieron la gran campanada de inicio del Jueves.
Y llegó la hora de los cabeza de cartel, Love of Lesbian. Bueno quizás no. Pero si el ‘título’ se contabilizara por el número de camisetas y caras pintadas entonces se lo llevan de largo. Lo suyo sí es un buen “despertar pasiones” y lo demás son tonterías. Nos dio un mareo al pensar que todos los conciertos pudieran estar igual de llenos. Pero no. (Por suerte) el abarrotamiento de casi 25.000 en un mismo espacio fue sólo cosa del grupo de Santi Balmes. Abrieron con el nuevo CD La Noche Eterna. Los Días No Vividos’(2012), en un claro son de paz para los que dicen estar cansados de tanto John Boy. “Bona nit Burriana, lo vamos a dar todo”. No sé quién lo dio más si él, o el público.
Su actuación confirma una teoría: hay grupos cuyo directo sólo es interesante si uno se sabe las letras a pies juntillas y se une a la ola de gritos de los fans (hagan copiar-pegar cuando hablemos de Lori Meyers). Sólo hace falta ver como la cosa decaía con las nuevas canciones como Los seres únicos o Belice, que aunque levantaba pasiones en los estribillos no era el subidón que se organizó con los clásicos Club de Fans de John Boy y Allí dónde solíamos gritar, que de tanta pasión grupal ni a Santi se le oía. “Esto es la luna llena, y eso mola mucho. Esta canción también sucedió un día de luna llena, pero hace 13 años”. Y antes de que sonara ese “Hasta aquí llegó el ritual de enfados y canibalismo estúpido…” medio Arenal ya había explotado de emoción. Y de acuerdo, serán un grupo sin giros ni sorpresas, con directos calcados y adolescentes en celo en primeras filas, pero esa letra, ese “que sea cierto el jamás”, lo reconocemos, nos gusta. Y mucho.
Punto positivo para el señor Arenal: gracias por no solapar conciertos. Ni uno. El roce entre escenarios, imaginamos que para evitar solapamientos desagradables, hizo que por bien de muchos se creará una cronología continua non-stop de conciertos. Desde aquí gracias por evitar esos momentos tensos de peleas entre amigos por escoger una u otra opción. Más de una amistad se habría roto por escoger Anni B Sweet o Supersubmarina. Suponemos.
Al lío. Después del fervor de LOL (que horrible acrónimo) llegaba, al fin, los que para nosotros sí eran cabeza de cartel. Menos camisetas serigrafiadas y mucha desbanda al camping a beber agua. Agua bendita. Pero había muchas ganas de Metronomy. Lo del título English Riviera (2012) del último disco viene que ni pintado. Salieron uniformados. Pero ese uniformado bien que sólo el estilo british hace posible. Camisa blanca y pantalón beige. Fueron saliendo de uno en uno. No hicieron falta muchos segundos para levantar aquello. El segundo tema(zo) fue The bay. Clama a verano y buen hacer con los teclados. Acabaron de enamorar a los despistados con The look. No son lo que se llama precisamente “una fiesta” encima del escenario. Repetimos, son ingleses, unos sirs. Pero eso no quita que fuera una de las grandes muestras de buena música de todo el festival.
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Y qué día más intenso el jueves. Bueno, noche. Con 45 minutos de descanso entre medio llegó el huracán Crystal Fighters al escenario grande. Un huracán bizarro, con delirios espirituales, toque hippy y tantas ganas de fiesta que lo que se vivió a las 2.45 en Burriana fue una locura indescriptible. Sebastian salió al escenario con aires de profeta. Y el público se rindió a sus pies, cual secta adoradora, cantando Solar System y At home como himnos de luna llena. Golpetazos rítmicos que incrementaron los botes del público con el hit I love London y ese HolamellamoMimi que ya constituye el saludo oficial de todo festival que se precie. La deliciosa Plage fue el fármaco perfecto para que el ritmo cardíaco de los asistentes volviera a niveles saludables.
Media hora en busca de un hueco para respirar y estirar piernas. Muchas horas botando y saltando pasan factura. Pero nada que no pueda solucionar un Face de The Zombie Kids. ¿Quieres fiesta loca? Ahí la tienes. No son unos maestros del arte musical, pero a las 4.30 de la noche uno quiere dejarse llevar. Y las cabezas de animal en primeras filas demostraron que levantan pasiones sea en la Sala Heineken, en Razzmatazz o en medio de un festival. Lo más importante es que su actuación nos hizo pensar poco que todavía quedaban 45 minutos para llegar a casa.
Porqué sí, así es. Esas cuatro telas naranjas fosforitas, bajo cartel 2 seconds, acaban siendo tu casa. Al segundo día no hay calor, ni mosquitos, ni olor rancio, esa parcela es tu apareada. Y cuando te levantas todo sudado, sediento y mareado el buenosdías es para los majos vecinos de la tienda verde de al lado. Y a la playa que hay que coger fuerzas para otro día.
Viernes
Al viernes uno llega derrotado. El primer día te crees fuerte, con ganas, que tus gemelos pueden con todo. Que el agua de mar lo cura todo. Nada de eso. Empezamos tarde. Cuando Chinese Christmas Cards nos devolvían a la pista de baile. Camisa blanca y corbata negra, que resulta que en casa también tenemos estilo. Eramos pocos pero bien avenidos. Fue abrir con Dreams que eso ya se empezó a llenar. Le ponen estilo y elegancia, pero es que además sus canciones son puro adhesivo. Uno se encuentra tres horas más tarde aún tarareando el estribillo. Lo de grupo revelación ha quedado ya demostrado del todo. Sin estridencias supieron levantar la medianoche del viernes. La voz de Mario es encandilamiento asegurado. “Ahora mismo, esto es Paper Boy y estoy flipando con la gente que sois” soltaban encima del escenario en modo alucinado, aportando ese toque modesto que suma puntos. Desfilaron además la mágica Forest y la ya más que conocida Welcome to Life – gracias a una cerveza-de-la-que-no-diremos-nombre-pero-todos-sabemos. Esa mezcla entre dance y pop bailable que los de Barcelona combinan a la perfección. Más de uno salió de ahí con el nombre del grupo apuntado en las ‘notas’ del móvil. Bien hecho. No les pierdan de vista.
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Desde aquí nuestro reconocimiento como showman a Ricky Wilson, se agradecen los cantantes que abandonan la postura de palo estirado para acercarse al público
Y llega la banda de Leeds al escenario grande. Kaiser Chiefs y su histriónico líder Ricky Wilson llegaron con ganas de sacudir el festival. No nos engañemos, de acuerdo que había nuevo CD de 2011, The Future is Medieval, pero la gente esperaba los hits. Esos grandísimos hits que incluso ellos mismos saben que son tirón seguro. Así lo demostraron con el recopilatorio Souvenir: Singles 2004-2012 y también encima del escenario. Con Ruby parecía que el terreno burrianense se iba abajo. Fue una explosión espectacular. El ritmo se detenía cuando tocaban algún tema alejado de los clásicos. Pero con I Predict a riot o Everyday I love you less and less, el ritmo y la fiesta volvían a su cauce. Desde aquí nuestro reconocimiento como showman a Ricky Wilson, se agradecen los cantantes que abandonan la postura de palo estirado para acercarse al público.
Salían los británicos del escenario grande que ya empezaban a sonar los primeros temas de la mano de DJ Amable. Pocos kilómetros entre un escenario y otro, pero entre la gente que había, los que se detenían a hablar de lo ‘guachi’ que había sido ver Ruby en directo, y que el residente de Razz sólo tenía espacio para media hora cuando conseguimos llegar ya estaba haciendo las maletas.
Hacía maletas uno, que salía el dúo italiano Crookers en el escenario grande. Deshacer recorrido, un poco de calentamiento, y a dar saltos. A esas horas se abandonan los instrumentos, la lírica y las canciones de baile agarrado. Las 5 de la mañana es hora para los altos decibelios y el baile desenfrenado. Algo repetitiva su apuesta, llega un momento que todo suena parecido, pero tiene ese toque crookers que engancha. Y si lo culminan con “We are prostitutes”, entonces los más sensibles al decibelio duro mueren de felicidad.
Unas buenas noches. Y de vuelta a casa, ay, a la parcela. Y rezar para que el sol de la mañana no pique muy fuerte y podamos descansar algo. Que queda fiesta, festival, música y compostura para rato. Dos días más de disfrute delante del mar, de playa y de buenos conciertos.