Chicago ha sido la ciudad donde Biscuit ha preparado su regreso y  el escenario desde el que se ha grabado uno de los mejores discos de rock estatales del último curso. Memorabilia (re)sitúa a Biscuit entre los grandes del género y ofrece una sonada muestra del valor de la guitarra cuando se exprime su jugo. Taras una larga, acertada y notoria carrera, Memorabilia se consagra como un acierto en una carrera ascendente que no parece cansarse de crecer. Y que dure. Crítica de ART VANDELAY

Nuevo disco para Biscuit, muchos años ya de rock en vena -una rareza (bendita) en la escena catalana actual- que tiene en Memorabilia su última propuesta discográfica. El productor Santi García se los llevó a Chicago para ultimar los detalles del disco, y allí facturaron un álbum que ejemplifica bien  la validez intacta de una propuesta consagrada ya como una de las grandes  muestras del rock de nuestro país. El bueno momento de forma del grupo nos vale, así, para calibrar el óptimo estado de forma del género, auspiciado por este trabajo editado por mimo con La Castanya y presentado de manera formal en Barcelona en la Sala Sidecar.

En Chicago, decíamos, grabaron un disco que si bien mantiene parte de las influencias marca de la casa -el rock de la vieja escuela se mantiene inmutable en la esencia del grupo- incorpora nuevos sonidos que no hacen más que reforzar su marcada y apasionada apuesta por un rock visceral, reforzado con vitamínicos riffs y con un guitarreo adictivo que arranca ya en un nivel alto en Gone y del que ya no se apea en los quince cortes que integran el álbum.

Memorabilia es una explosión de rock, controlada en temas como Winnebago Man, más desatada en la citada gone y convertida en una invitación a la danza (rock) en cortes como Graham, Nick & Tim o Rainbow Haze, donde logran el milagro -palabra que no nos gusta, por excesiva, que nos vale para describir las sensaciones de su escucha- la esencia del rock norteamericano más primigenio a su Vilanova natal vía Chicago, con una poderosa exhibición de guitarra que apuntala lo dicho y que revela al álbum como el más completo del grupo hasta la fecha.

El disco se presenta como su trabajo más maduro hasta la fecha, trufado de influencias acumuladas en los más de diez años de carrera del grupo -de los Who a  los Byrds, pasando por los Undertonesilia– y grabado en los Engine Studios de la capital de Illinois. Como menciona Kiko Amat en su reseña para La Castanya, Biscuit se muestra «ajeno a lo hype» y apuestan por mantener un estilo propio, una continuidad que tiene en la mejora de su propio sonido su rasgo más característico, haciendo de la misma una garantía en lo referente a la permanencia de lo ganado a lo largo de una carrera sólida, exhibida ahora en todo su esplendor.

Con Memorabilia, Biscuit supera en mucho su anterior propuesta, Cinnamon Fadeout. Lo hace con un trabajo que respira rock, punk e indie por igual y en el que se percibe el disfrute que han sentido grabándolo. El resultado es un disco notable, que gana tras escuchas y por que el merece la pena el esfuerzo de adquirir el vinilo. El que podía adquirirse con la entrada en Sidecar era de los que dan poso a una colección.