Cumplir años el 30 de mayo puede deparar felices coincidencias con el Primavera Sound si te planificas con suficiente antelación, o dolorosas solapaciones en caso que te despistes y la celebración te coincida con el concierto de tu vida. El despiste es algo que me pasó una vez, de hecho, cuando The Swell Season presentaba los hits de Once mientras yo me hacía un poco más viajo a varios kilómetros de distancia, en un bungalow rural de Ribes de Fresser.
Conviene tener canciones a las que regresar de vez en cuando. Como esta. “Someone tell my baby… or else he won’t know i need saving“
En 2010, sin embargo, me reservé la fecha con meses de antelación y para cuando Dee Dee Penny y las suyas saltaban al escenario Pitchfork el 29 de mayo a las 23:59 y yo me disponía a pasar página al calendario, todo estuvo en su sitio por un momento. La compañía, el Primavera 2010 fue el primero que cubrí como periodista -fui para realizar un vídeo en el diario donde colaboro esporádicamente-, y me pasé la jornada inaugural viendo los conciertos sólo, mientras que la jornada del sábado volví como civil, curiosamente con la persona que mueve los hilos en Shook Down, presto a celebrar mi cumpleaños escuchando a uno de mis grupos de cabecera, la sensación de que todo fluía según lo previsto me hizo encarar el cambio de año con las pilas recargadas y el optimismo floreciente.
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La organización, ajena al hecho de que fuese mi cumpleaños y que uno de mis grupos favoritos estuviese aquel día en el Festival, tuvo el detalle de programar una cita doble con Dum Dum Girls. Primero actuaron en los acústicos de Ray Ban, la pequeña carpa donde ese mismo día The Antlers rozó la perfección, y después desplegaron su puesta en escena en el citado Pitchfork. El grupo ya estaba sin Frankie Rose, exmiembro de las Dum Dum y de Vivian, que visitaron el Fòrum sólo un día antes que Dee Dee Penny, y se situaba al frente del debate sobre cuál era el mejor grupo femenino del momento. Mi contribución al debate siempre ha sido la misma: servidor considera que Dum Dum es, de la oleada que golpeó con fuerza el panorama musical, el que mejores discos ha editado, pero a las Vivian les doy una ligera ventaja en su puesta en escena, por más que Share The Joy se empeñe en desmentirme.
Y en los dos conciertos estuvieron fantásticas. En la reducidísima carpa RayBan sonaron cercanas y ensoñadoras, todo a la vez, mientras desgranaban algunos de los mejores temas de I Will Be, su (espectacular) LP de presentación. Para la noche sacaron toda la artillería y concentraron en apenas una hora toda la esencia Dum Dum, confirmando que son la banda que mejor interpretan la fórmula seguida por tantos grupos femeninos en la actualidad, y en ambos casos Bhang Bhang I’m a bornout jugó un papel esencial.
Escuchado el disco casi dos años después de su salida, contrapuesto al mucho más oscuro Only In Dreams, y con el EP He Gets Me High de puente entre ambos, I Will Be sirve para definir la oleada, poner cara a la revolución de las Bethany Cosentino, Frankie Rose, Cassie Ramone y tantas otras. Bang Bang, Jail La La y, sobre todo, Rest of our lives, siguen siendo canciones a las recurrir cuando el puzzle encajado aquella noche del 29 al 30 de mayo de 2010 se empeña en resquebrajarse.
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Aquel (doble) concierto llegó al final de una gran semana, la jornada triple de conciertos -el Festival encaraba su recta final- había tenido momentos de gran intensidad y ni siquiera la lluvia se había atrevido a estropear el festín, y ellas contribuyeron a aquella sensación de goce casi absoluto con una ctuación redonda -que no perfecta, algo que ya de entrada me parece bien, no es necesario alcanzar la perfección cada día de tu vida-, que no perfecta, trufada de canciones aceleradas y breves, concisamente geniales.
En apenas dos años todos hemos cambiado mucho. Ellas han vuelto con un disco oscuro, denso, una carta de despedida dolorosa. Todo lo que han querido explicar en Only In Dreams está en Coming down, serio candidato a figurar entre los mejores (más sentidos) videoclips del año. Nosotros hemos añadido unas cuentas muescas al contador de desgracias. Nos queda aquel punto en común. Los acelerados 2:31 segundos de Jail La La. «Don’t tell my father, don’t tell my mother» cantaba Dee Dee mientras nosotros bailábamos.
Conviene tener canciones a las que regresar de vez en cuando. Como esta. «Someone tell my baby… or else he won’t know i need saving«.