Decía la crítica y periodista Marta Salicrú en su excelente blog para Time Out I can hear music que Drive es una de las pocas películas que recuerda que, queriéndolo ser, logra convertirse en una cinta deliberadamente cool. Comparto de lleno la apreciación. Drive es una maravilla cool, un juguete brillante que cuenta con una excelente banda sonora, una dirección primorosa y efectiva en el que su realizador, el danés Nicolas Winding Refn juega a ser Michael Mann, bebiendo de las fuentes de Quentin Tarantino y un gusto por el montaje -el de vídeo, pero también el de sonido y su maravillosa Banda Sonora- que le ayudan a facturar, casi por sorpresa, una de las cintas más arriesgadas y resolutivas de la temporada. Una reseña de ART VANDELAY.

Ficha Técnica: Drive. Estados Unidos, 2011
Dirección y guión: Nicolas Winding Refn.
Intérpretes
: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Ron Perlman, Albert Brooks. Christina Hendricks.
Fecha de estreno: 28/12/2011

Winding Refn logra un acabado hipnótico. Lo hace tanto en la composición de la imagen como en la tría, decíamos, de su Banda Sonora Original, uno de los mejores discos de la temporada por derecho propio en el que nada parece seleccionado al azar. El resultado es un film al que no se debe acercar de manera convencional: conviene ver Drive con ojos de quien asiste a un experimento visual, una pieza de arte hipnótica, conducida por un Ryan Gosling cada vez más cerca del estrellato absoluto -algún día alguien reivindicará aquella maravilla absoluta que fue The Believer– y bien secundada por un excelente plantel secundario que evita las caídas de ritmo y que tiene en la carismática Carey Mulligan y en Ron Perlman o Albert Brooks suficiente músculo actoral como para reinvidicar también un casting que no deja sólo al bueno de Winding a la hora de perpetrar su hazaña visual.

Un instante del filme, con sus dos actores protagonistas // Driver

Driver (Ryan Gosling) es un extra en películas de acción que maneja todo tipo de vehículos. En sus ratos libres, ayuda a diferentes bandas de ladrones  a ejecutar sus robos, haciendo gala de un pulcro sistema de trabajo que le hace ganarse una (merecida) reputación en el sector. Su vida cambia cuando empieza a intimar con su Irene -Carey Mulligan, cada vez más ascendente desde el pelotazo que significó An Education-, de la que se encapricha. Cuando Standard (Óscar Isaac), el marido de Irene, abandona la prisión donde cumplía condena, Driver decide ayudarle a ultimar un golpe con el que proporcionar seguridad a toda la familia, en una jugada que no saldrá como cabía esperar, algo a lo que contribuirá el pérfido Bernie Rose, en un papel para enmarcar de Albert Brooks.

Junto al vitamínico montaje efectuado por Winding, una de las cosas que más llama la atención de la cinta es la impecable fotografía que ofrece del Los Ángeles anclado en el tiempo, aquel que parece vivir todavía en los olvidados setenta. Ello contribuye de manera decisiva al hecho de entroncar la cinta con otras joyas del noir estadounidense de finales de los setenta y principios de los ochenta y al cine de Michael Mann, del que no cuesta entroncar su apreciada Collateral con esta sorpresiva Drive, una de las películas más aplaudidas del pasado festival de Sitges que hace de la coreográfia de la violencia algo cercano al arte.

Sorprende, y mucho, ver al firmante de la clásica (clasiquísima, en realidad) Las Alas de la Paloma al mando del libreto del film, una película que termina por ser un preciso relato al detalle del hampa californiano actual (Collateral, de nuevo) y que tiene en su banda sonora la segunda de sus grandes bazas, más allá del citado sello Winding.

Y es que la banda sonora de Drive supone una reinvidicación del synt-pop de los 80, al que el nuevo gran danés homenajea aprovechándose de la grandiosa banda sonora firmada por Cliff Martínez y que tiene en sus créditos de inicio un hermoso preludio a lo que queda por venir.

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