Hollywood se premió ayer a sí mismo, porqué los galardones cosechados por The Artist y Hugo deben entenderse así: un reconocimiento a los orígenes del cine, la piedra filosofal de una Academia que tras varios años dando varios giros a su lista de galardones ha apostado en esta ocasión por el reconocimiento a los clásicos y a su propio pasado. Del sentido homenaje de Hazanavicius al cine mudo al realizado por Martin Scorsese a George Méliès, pasando por la recuperación en la lista de galardonados de dos pesos pesados de la Academia algo maltratados en los últimos años. Los Óscars para Meryl Streep y Woody Allen refuerzan el deseo de la Academia de rendir tributo a su propia Historia. El resultado, el palmarés más equilibrado de los últimos años. Por ART VANDELAY.
- Hollywood premió a sus orígenes en una entrega de Premios de constante homenaje a los cimientos en los que ha aposentado su legado
- Figuras clave de los años 80 como Meryl Streep y Woody Allen rompieron una larga sequía en lo referente a galadornes y recuperaron su sitio en la cúspide
- The Artist se convierte en el primer filme mudo en llevarse el premio a Mejor Película desde 1929
Hasta en tres ocasiones citó Michel Hazanavicius a Billy Wilder en su discurso de agradecimiento. La mención no resulta anecdótica: Wilder ya efectuó en su momento un glorioso homenaje a un cine que hace mucho que dejó de existir, y que ha tenido este año un reconocimiento inesperado gracias al monumental éxito conseguido por la cinta francesa, cuya carrera meteórica hacia la cima empezó en el Festival de Cannes y ha seguido gloriosa hasta alzarse con los principales reconocimientos de la Industria en una ceremonia que agasajó también a Martin Scorsese en su primera incursión en las 3D.
Ya hablamos en el momento de su estreno de The Artist y su capacidad de llevar a cabo una transgresión en forma de película partiendo del respeto absoluto a los clásicos. En tiempos en los que Avatar debía cambiarlo todo, resulta cuanto menos curioso el giro hacia lo clásico dado por la Academia desde el retorno de James Cameron y su predición -hasta la fecha fallida- de que su gran obra cambiaría para siempre el modo de hacer y consumir cine en todo el mundo.
Ya el año pasado Hollywood se recluyó en su esencia más clásica para premiar el academicismo de El Discurso del Rey, tendencia ahora acentuada por la fiel reproducción de los modelos clásicos del cine mudo en The Artist, primer film mudo en alzarse con el premio a Mejor Película desde 1929, cuando Alas se impuso a películas como El Séptimo Sello o La Horda. Después llegaría el premio al primer Film Sonoro en 1930 con La Melodía de Broadway, y de entonces hasta ayer un largo ostracismo a un modo de ver cine que Hazanavicius ha recuperado en todo su esplendor en pleno siglo XXI. Como ejercicio de osadía, resulta arrebatador. Como experiencia cinematográfica, un festín visual y sonoro como el que hacía años, quizá décadas, que no encontrábamos en una gran pantalla. Un éxito rotundo recompensado con honores por la Academia, autora en esta ocasión de un palmarés equilibrado y justo en la práctica totalidad de sus categorías.
La Vieja Guardia salta a escena
En los premio a The Artist, el reconocimiento a Méliès y el regreso al palmarés de la vieja guardia quizá haya algo de mensaje oculto y de declaración de principios. Con la industria acabando de buscar su sitio aturdida por el carrusel de cambios a la hora de consumir cine por parte de las nuevas generaciones, el reconocimiento a su esencia puede que actúe como mecanismo de defensa, un peculiar acto de autoafirmación colectiva que parte del respeto reverencial a los mimbres con los que se levantó el Imperio Hollywood. La tendencia apuntada en las nominaciones con las doloras ausencias de las cintas más rompedoras de la temporada –Shame, Drive y Martha Macy May Marlen– queda apuntalada así con el triunfo de The Artist, consolidada así como la cinta milagro de la temporada.
En los apartados interpretativos, pocas sorpresas. El carisma de Jean Dujardin dejaba casi sin opciones a George Clooney en el papel de su vida, y el actor francés terminó por llevarse un premio tan cantado como el de Meryl Streep, inédita en la lista de premiados desde 1980 y a la que su portentosa actuación de Margaret Tatcher le había convertido en favorita indiscutible para el Premio a pesar de la notable presencia de Glenn Close o la refrescante irrupción de Michelle Williams, esplendida en su caracterización como Marilyn Monroe.
Los premios en las categorías de Reparto reforzaron la apuesta por la calidad de la Academia. Christoper Plummer se convirtió en otro nombre clásico en salir a escena para recoger su premio, mientras que Octavia Spencer le daba a Criadas y Señoras el protagonismo reclamado a uno de los filmes sorpresa de la temporada, convirtiéndose además en una dignísima sucesora de Halle Barrey en la particular relación de Hollywood ha mantenido en los últimos años con el colectivo de actores afroamericanos.
En el apartado de Guión, Woody Allen fue recompensado al fin de nuevo como Guionista por Midnight In Paris, mientras que Los Descendientes se llevó el de Guión Adaptado en lo que no dejó de ser un premio de consolación para una de las grandes favoritas. El discurso cinematográfico de Alexander Payne, uno de los grandes cronistas del nuevo Hollywood, pasó así de puntillas en la lista de premiados a pesas de poseer un discurso muy en la línea de todo lo defendido ayer, situando su cine en la misma línea que la de Billy Wilder gracias a su particular trilogía de los sentimientos arrancada con About Schmidt hace ya unos cuantos años y culminada en 2011 después del episodio anterior de la también celebrada Entre Copas.
Con Hugo barriendo en los premios técnicos y The Artist cortando el paso a Alberto Iglesias -nominado por El Topo– en la categoría de Mejor Banda Sonora, los otros protagonistas de la noche fueron Rango, premiada como Mejor Film de Animación y Una Separación, una de las grandes obras maestras del año, galardonada con todo merecimiento como Mejor Película de Habla No Inglesa, premio que se queda corto para los méritos del film de Asghar Farhadi, todo emoción y responsable de uno de los grandes discursos de la noche al dedicar su premio a «la gente de mi país, a la gente que respeta a todas las culturas a pesar de la hostilidad y el resentimiento» imperante.
El clasicismo ahoga a la nueva ola
Como comentábamos, ya en la lista de nominaciones quedaba claro que Hollywood renuncia por ahora en dar la alternativa a la nueva ola. Propuestas más rompedoras como Drive o Shame –Carey Mulligan fue olvidada por partida doble, en una de las decisiones más incomprendidas por parte de quien esto firma- o de marcada procedencia indie, como también olvidadas Take Shelter o Martha Marcy May Marlen, fiel ejemplo de lo que puede dar de sí la factoría Sundance, desplazada en esta ocasión de unos Premios que homenajearon también a otros viejo conocidos del público, los ahora recuperados para la causa The Muppets de la mano de un genial Bret McKenzie.