Nostalgia y kiwi pop
Por Teo Garcés | Fotografías: Teo Garcés
En una ciudad en reconstrucción después del devastador terremoto de 2011, nacen propuestas esperanzadoras como la de Nostalgia Festival, un evento que tiene lugar en el Ferrymead Hertage Park, a las afueras de Christchurch. Allí se recrea en pequeña escala cómo funcionaba la ciudad a principios del siglo XX: tren de vapor, calle principal con tiendas y motivos de la época, rodeados por una gran zona verde con vistas a las montañas que hacen de frontera entre Christchurch y la península de Akaroa. Un pequeño festival hecho con esmero, para toda la familia y en el que se respira un gran amor por la música y la gastronomia local. “Queríamos reactivar un espacio como el Ferrymead Heritage Park y hacer que la gente que vaya allí pueda olvidarse del mundo real por un día”, nos cuentan los organizadores, que este año celebran la cuarta edición del festival. “No gastamos mucho dinero en publicidad, preferimos invertirlo en los artistas”, conceden a la hora de marcar las líneas maestras del festival.
11 AM. Después de un paseo por la rivera del rio desde Woolston -suburbio de Christchurch- hasta Ferrymead llegué justo a tiempo para ver a Nadia Reich, cantautora neozelandesa que volvía a tocar en su país después de una intensa gira s por Europa. Nadia Reid presentó canciones de su nuevo disco, Preservation y recuperó algunas de su primer LP. Guitarra acústica y voz muy bonita, ingredientes orgánicos y crudos para reflexionar sobre diferentes estados vitales, acompañada por la guitarra eléctrica y los coros de Sam Taylor. En el otro escenario -se solapaba con el final del escenario principal- solo pude disfrutar de las últimas canciones de Bryony Matthews en formato eléctrico. Joven cantautora asentada en Christchurch, todavía sin disco editado pero con muy buen gusto por las melodías pop-folk.
Tras las apuestas emergentes se subían al escenario los veteranos Minisnap -con miembros de The Popguns en sus filas-que presentaban nuevo disco, un álbum que recoge las mejores canciones de su trayectoria. Brillantez sobre el escenario y elegante indiepop, una celebración para todos los amantes de Sarah Records. Para alternar los platos fuertes de la jornada dos bandas locales que han logrado ya una cierta repercusión en su país. Los primeros Salad Boys, un duo de guitarra y bateria cercanos a bandas como Japandroids o black keys, mientras que Dictaphone Blues que tocaban a continuación, sonaban más cercanos al rock clásico y con una formación clásica de bajo, guitarra y batería. Entre concierto y concierto recuperábamos fuerzas visitando los puestos de comida y por supuesto probando las deliciosas cervezas de la región de Canterbury.
Sólo había un grupo que conocía del cartel y ese era Lawrence de Arabia, que estuvieron tocando recientemente en Hi-Jauh aprovechando su gira europea. En el Nostalgia Festival tocaron con formato extendido, conectando rápidamente con un público que por fin se levantaba de sus picnics y se acercaba al escenario para bailar. Sublimes canciones pop con las que se puede ser feliz. Aunque por la expectación con la que se le recibió, el principal cabeza de cartel no era otro que Liann Finn, cantautor con bagaje internacional que demostró sobre el escenario las tablas que le atesoran. La recta final del concierto tuvo momento vibrantes, con un Finn desatado que se lanzó al público en la última canción de su concierto. El maravilloso cierre del festival lo pusieron Sal Valentine & the Babyshakes, hasta diez músicos sobre el escenario que nos trajeron el mejor rithm & blues , soul y jazz hecho en Nueva Zelanda. Bailando a ritmo de americana reflejado por los últimos rayos de sol , la postal perfecta para despedir una inolvidable jornada en mi travesía por las antípodas.