Ni un mes. Es lo que ha necesitado Death Valley Girls para agotar la cinta editada por Burger Records a mediados de febrero, con la que ha arrancado con fuerza el año.
Que lo de Death Valley Girls iba en serio se empezó a sospechar desde que enseñaron Arrow, aquella descarga adrenalítica con la que, en parte, adelantaron el disco, editado en cinta por Burger Records, con Patty Schemel (baterista de Hole) como primer reclamo. y decimos primer reclamo porque lo de Death Valley Girls funciona por si mismo, más allá de una presencia tan icónica a las baquetas del proyecto.
Street Venon era, en fin, su primer trabajo, vio la luz el día de San Valentin -¿vendrá de ahí nuestro flechazo?- y nos acerca el torrente energético del que se nutre Bonnie Bloomgarden, acompañada por la propia Patty y por Larry Schemel, hermano de la mítica baterista. Los tres forman parte de un cuarteto que mira de cara el garage de los 60, añadiéndole toques de psicodelia y una potencia que empezaron a desarrollar con Sanitarium blues, demo rescatada para la ocasión en este cassette llamado a mayores, primeros peldaños para una banda que tiene en temas como No reason o Red glare algunos de los mejores argumentos para autoconvencernos de que la cosa irá a más.