(continuación del Diario de Verano de In-Expertas Sonoras, especial Arenal Sound. Consulta la primera entrega aquí)
Djs que son más productores musicales que otra cosa, pero que saben mucho de fiesta
Si este verano no has visto a Steve Aoki es que te has movido poco. Pacha La Pineda, Murcia, Lloret de Mar, Benidorm… este hombre está más en ruta que una orquesta de pueblo. Y cuando ya todo el mundo te ha dicho el “cuidado no te tire un tartazo en la cara” o has visto ya el show de la barca hinchable en el Sónar y unas cinco veces el “le’ts make some fucking noise”, las sorpresas son pocas. Pero ahí está él, arrastrando grandes masas vestidos con sus camisetas, con pancartas y disfraces varios. El escenario grande del Arenal pocas veces se llenó más que con el señor Aoki. Las horas acompañan, son las tres de la mañana -hora de máximo esplendor etílico del público- y el hecho que sea el primer día hace que la gente vaya sobrada de fuerzas. Demasiadas fuerzas. El resultado fue un festival de confetti y electrónica fácil donde no había nadie que no diera saltos de medio metro mínimo.
Sobre el tema de sus actuaciones, si son live o no, si llega a pinchar alguna cosa, sólo decir que es un culo inquieto, y que está más tiempo dando tumbos por el escenario, lanzando pasteles de chocolate y haciéndose fotos que ante los platos. Conclusión: ustedes mismos. Eso sí, no se le puede quitar mérito por los pegadizos temas que un día mezcló. Electro de grandes masas que las multitudes bailan como si no hubiera mañana, abriendo con Boneless y siguiendo con Pursuit of Hapiness, Warp 1.9 o No Beef.
Y con The Zombie Kids, más de lo mismo, la única de las siete diferencias es el día, era domingo y había gente que no andaba, arrastraba lo que quedaba de sus pies. Aún así la gente rescató ánimos de la nada, se puso su mejor indumentaria freaky y se lanzó a coger sitio para ver a los productores madrileños. Face y Spanish Sauce Mafia son ya parte de las listas número 1 de la radiofórmula, música de gritar mucho y pensar poco.
La alegría de la huerta
Para el kit lúdico-festivo teníamos claro a quienes meteríamos en nuestro paquete. Y no podían ser otros que los noruegos menos noruegos de la faz de la tierra (por aquello que dicen que los escandinavos son fríos y sosos). Já. Kakkmaddafakka sabían lo que se hacían y eso que el concierto, muy acertadamente programado, nos hizo esperar con ansias hasta nada más y nada menos que las tres de la mañana del domingo. Menuda buena idea, porque el escenario principal se llenó de sounders en manada. Y así, con la naturalidad que los caracteriza, dando brincos, saltos y piruetas y berridos, presentaron Six months is a long time (2013), su nuevo álbum, un auténtico manual de cómo hacer canciones sencillitas, pero con alma de hit instantáneo. Es de este año, pero la gente ya es capaz de acompañar con coros canciones como Someone New. Incluso se atrevieron con la lenta pero fácilmente acompañable All About You, y más con esos dos bailarines encima del escenario que lo convierten todo en bailable y divertido. La cuestión en Kakkmaddafakka es encontrar cuál de las canciones es menos pegadiza. ¿La revitalizante Young, la divertídisima Gangsta No More o la única Female Dyslexic? Se puede reprochar que prácticamente todo suena un poco igual, psé, que sus dotes artísticos no sean la repera, psé, pero nunca jamás que no se dejan la piel encima del escenario montándose, ellos mismos, un festival dentro del propio festival. Y eso, a esas horas, con esa garra y alegría que le echan, pues es de agradecer.
Siguiendo con nuestro pack de la diversión 2×1, hablemos de The Drums. Sí, los mismos, aquellos adolescentes que catapultaron su éxito con Let’s go surfing, que es una canción -por cierto- muy de festival, seguramente por eso el EP en cuestión se llamaba Summertime (2010). Haciendo sufrir a los fans dejando semejante temazo que los catapultó para el final. El caso es que ellos vienen demostrando que son mucho más que un hit pegadizo, con canciones como Me and the moon o It will all end in tears, donde se vuelven más oscuros y dejan de ser ese cuarteto teen con posado hipster y esquifido. Aunque decir que son la alegría de la huerta quizás sería exagerar, lo fueron en su momento, o quizás es lo que esperábamos de ellos. Su actuación fue de grupo que se siente por encima, o que está cansado, o al que le pesa mucho la paella, o que quizás no está bien programado en escenario grande y a esas horas. Falta de conexión con el público que sólo se retomó con temas como Money o Days.
Descubrimientos maravillosos (¿para eso sirven los festivales, no?)
Topamos con Austin TV casi por casualidad y sin conocer nada de nada sobre ellos. Y, como todas las cosas que descubres sin premeditación ni alevosía, la satisfacción resultó ser triplemente mejor. A parte de majos e irremediablemente mexicanos (en las formas, en su tono, en su amabilidad abrumadora), lo suyo fue un recital digno de lo mejorcito del Arenal y que nos tuvo boquiabiertos de principio a fin con esa energía detonadora y electrónica con alma. Uniformados con máscaras, el cantante-conejo y cucuruchos en sus cabezas, a lo procesión marciana en mitad de Semana Santa, presentaron “Caballeros del albedrío” (2011). Un álbum todo instrumental (lo sentimos, cantarines) y de dejarse llevar muy bien. Con la canción “Caballero del albedrío” , la que abre el disco, van y rinden un homenaje grandilocuente, y totalmente inesperado, a Luis Buñuel, y a la peli “Los Olvidados”. Bendito momento que nos dieron. Y como ese muchos más.
Mirad, su nivel de majez era tal que invitaron a músicos amateurs del público a sentirse auténticos rockstars y los subieron ahí al escenario en una especie de jam session la mar de bonita. La banda dio mil veces las GRACIAS por estar ahí y sus ojos haciendo chiribitas por venir desde tan lejos de gira. Y oye, que lo tienen merecido. Que el escenario fue llenando huecos poquito a poco, algunos fans -esas cosas se notan en el bajar y subir de cabeza, rítmico, que ondeaba algunas greñas concentradas-. Y otros muchos que, como nosotros, llegaron escépticos y acabaron rendidos a sus pies. Nos despedimos “de usted”, oigan, igual que ellos se dirigían a nosotros. Fue un placer, amigos, un gusto, gracias.
Un saludo a México.
Sí, claro, aquella banda que te dijeron que era “guay” y que, finalmente, nunca llegaste a ver y no sabes bien bien por qué
Esto va así. Cuando vas a un festival siempre está el amigo listillo, el moderno original que ya era moderno antes de que se supiera bien bien lo que era ser Moderno. Ese amigo va y te dice, “tienes que ver esta banda” y tú le prometes que lo harás para no poner en duda tu (cuestionado) criterio musical y porque cuando te recomiendan algo siempre es mejor contestar que sí, que sí. Pues bien: la banda en cuestión era Is Tropical. Y sí, apuntaba maneras, rock electrónico poco convencional y videoclips de infarto de los que sí nos declaramos fans con adolescentes, tetas y lencería de encaje (gran ooh). Maldita sea. Escribiendo esto aún nos está dando más rabia. Queríamos haber cantado Lover’s Cave o The Greeks. Tendríamos que haber confirmado si no son una banda de solo/buenos/videoclips. Tendríamos que haber ido. “¿Qué insignificante cosa pasó y nos impidió ir?”. Nadie lo sabe. Por algún motivo u otro te pierdes el grupo al que deberías haber ido y, señores, esto también forma parte de un festival. Aprendan a encajar las derrotas y, por favor, que del próximo no pase.
Grupos no previstos que aparecen a las 2 del mediodía
A mitad de semana el twitter de Arenal Sound se transformaba en una campaña de marketing de las buenas. ¿Para qué si está todo vendido? ¿Qué significará el #clandestinosound? Lo descubrimos al llegar al camping. Una bonita carpa de una bebida de esas energéticas de partirte el estómago en dos, ofrecía a cambio de la compra de dichas bebidas una entrada para un concierto especial. Un evento clandestino. Uuuh. A modo de off de cartel, el domingo se presentaba a parte de lo ya previsto nuevos conciertos de 12 de la mañana – qué buena hora, por dios- a 5 y media de la tarde. Los grupos “clandestinos” eran 2MANYDJS DJ Set, FEED ME y Nasty Mondays. Que bien, un domingo por la mañana, tras tres días intensos de conciertos hasta las tantas, acercarte con el fresco que da esa hora en Burriana en el Beach Club – la zona de arenilla y piscina del festival, para que nos entendamos.
Pues sin remilgos que hay que ir. Que hayan traído a esta gente fuera de cartel, siendo un buen reclamo, es porque se trata de una buena estrategia de marketing. Y ahí estamos miles y miles de sounders, en bañador, sudorosos, a las 12 de la mañana en una piscina más pequeña que la del camping de tu pueblo pero pasándolo como nunca. Porque el sounder es de raza especial: disfruta con todo. Y ahí la gente con sus gafas de cristales polarizados y su biquini en colores flúor lo dio todo con Nasty Mondays. Y ahí estaban Sören y Max encima de una plataforma (diríjanse a la fotografía de más abajo para una buena ilustración) frente a la piscina, y miles de cabecitas saltando al ritmo de los tema(zos) que estos dos djs están acostumbrados a pinchar en la más que famosa fiesta -¿sale en las guías turísticas ya?- de los lunes en Sala Apolo. Ellos lo llaman rock and roll, nosotras lo llamamos los temas del hoy y del ayer de lo que un día fue la escena indie -¿se acuerdan de Dj Amable?- pues eso.
Cuando era la hora de 2ManyDjs teníamos ya la mitad del grupo perdido, medio cuerpo empapado, cuarenta y ocho pisotones y cinco intentos de ir a la piscina con ropa. Cambio de escenario, pasábamos del apretujarse en la piscina caliente al escenario de arena fina. Por algo se llama Beach Club, os lo recordamos. Está muy bien sobre todo cuando la gente se pone a saltar. Si encima son las 2 del mediodía y cae un sol que ni en el desierto del Gobi, es que la insolación está muy cerca. Y ahí estaban sin sus trajes característicos, esperábamos una versión tropical, delante de miles de sounders ávidos de la electrónica de los hermanos. A base de los temas bailables de siempre y los mashups que les han hecho famosos en el row, amnesia y miles de festivales alrededor del mundo hicieron que el calor del domingo fuera más soportable. Eso, y que había un señor encima una grúa con una manguera. Gracias.
Los conciertos a las 6am no son válidos para gente trabajadora
Algún día iremos a un festival sólo para asistir a los conciertos de altas horas. Nos pondremos el despertador de las 6am y disfrutaremos de esas actuaciones que los organizadores reservan para los invencibles. Lo hemos intentado, pero el dolor de piernas, sueño o demás agravantes siempre hacen que escuchemos propuestas como Buffetlibre Djs, Destroy All Humans, Elyella Djs, Eme Dj o Make the girl dance desde la lejanía del camping. Si alguien tiene la solución -más allá de cualquier sustancia psicotrópica- háganoslo saber. Estaremos encantadas de aguantar más de 12 horas dentro de un recinto festivalero.