Para explicar el Arenal Sound 2013 decidimos seguir la técnica periodística de Antena 3 Noticias, es decir, preguntar a los vecinos. Eso hace que el rigor baje a niveles inferiores a cero, pero las declaraciones sean altamente divertidas. Así que partiendo de la Escuela Mr. Prats nos dedicamos a interrogar a nuestros encantadores vecinos de camping. Retrato rápido: grupo de chicos con alto nivel de testosterona venidos en coche desde Barcelona con un nivel de conocimiento medio del cartel del festival al que acuden. Y aquí el titular estrella tras la pregunta QUÉ es para vosotros el Arenal Sound: “un viaje con amigos, con mucho alcohol y chicas a las que puntuar cuando pasan por delante de la tienda, no pongáis lo de turismo sexual, eh…”.

Y aquí podría acabar la crónica. Pero tranquilidad, que no. Una crónica de IN-EXPERTAS SONORAS. Texto y fotografías de ANDREA GÓMEZ Y ANNA PACHECO (nota: por razones de espacio la crónica consta de dos posts. La segunda entrega puede linkarse al final del texto)

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Partiendo de la base que es el festival patrio con más asistentes por metro cuadrado –55.000 almas impías este año–  y menos interés por la parte musical, una crónica sobre los conciertos puede parecer inútil. ¿Pero no es igual de inútil hacerse llamar inexperta sonora y hablar de música? Pues eso mismo. Aquí la anti-crónica del anti-festival de música Arenal Sound 2013. Lo que vamos a hacer, básicamente, es mirar en retrospectiva lo que hicimos bien y lo que hicimos mal, porque todo el mundo sabe que un festival consiste en tomar decisiones: en quedarte con bandas y renunciar a otras, en arrepentirte y maldecirte a la mañana siguiente (“¿por qué fuimos tan tontos”?), en correr los 500m lisos de un escenario a otro, y en romperte la cabeza pensando como vas a poder llegar a ver un concierto a las 7 de la tarde y otro a las 7 de la mañana sin una siesta de por medio y siendo, como somos, simples seres humanos. La grandeza de un festival está un poco ahí. Ni el gintonic de las cinco de la tarde, ni en el Jägger de madrugada, ni los 40ºC de ese cámping -que es, en realidad, un campo de batalla- ayudan en este complejo proceso de toma de decisiones. Aquí está nuestro balance con nuestras más sabias elecciones y nuestras peores (y más duras) frustraciones.

Pérdidas imperdonables Lo mejor antes de todo es siempre pedir perdón, sino que le pregunten al Rey. Así que empezamos con una declaración de arrepentimiento y mea culpa por no haber llegado a esas bandas que teníamos marcadas con fosforito verde manzana en el horario. Son bandas que hemos visto y revisto, y que conocemos la setlist, el espectáculo e incluso podríamos decir que el vestuario de memoria. Pero ¿y qué? Nos encantan. Pero por A, o por B, o porque el trayecto Barcelona-Burriana más instalación en el cámping de 8.000 hectáreas nos tomó más de lo previsto, al final no pudo ser.

Nos quedamos, pues, sin Delafé y las flores azules y sus bailes rítmicos, los gritos de Elena, sin ver ese No te dejaré nunca más en directo, sin poder gritar muy fuerte “¡¡Delafé, señora!!”. Y tampoco llegamos a uno de nuestros espectáculos favoritos de gritar y saltar, los granadinos Lori Meyers. Nos duele muy dentro al pensar que no pudimos cantar de nuevo “nos falta pista de baile para bailar tu canción”, ni pedirles que recuperen Sus nuevos zapatos, o ver como Noni acaba sin camiseta, ni confirmar que ese nuevo tema que es Emborracharme es un grandísimo acierto. Todo eso nos tritura por dentro.

Apuestas sobreseguro del todo irrenunciables Manel y Antònia Font eran las dos joyas de la corona que no estábamos dispuestas a renunciar por nada del mundo. Nos da igual que no fuera nuestra primera vez con ellos (¿qué importa?) o que tuviéramos que abandonar el camping cuando el 78% de los sounders aún volvían de la playa y ni siquiera habían hecho la digestión. En un alarde de dignidad totalmente justificable nos fuimos pasito a pasito de la Malvarrosa mirando con cierto desprecio y con aires de superioridad (¡JÁ!) a los remilgados –y tontos–  que seguían pegados a las hamacas y comiendo paella a las 19:00h de la tarde esperando la noche.

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Una cosa que hay que saber es que si vas más tarde de las 19:00h te pierdes un buen montón de atardeceres y no puedes hacer fotos como esta, y claro está…

“¿Acaso no saben quien son Antònia Font estos manchegos vecinos nuestros?”. Poooobres. Así que así: a final de la tarde, el sol cayendo en Burriana, nosotras pudimos disfrutar –en días distintos– de ambos conciertos. Mucho catalán y mallorquín, por supuesto, aunque también sabios músico-adictos de todos los rincones de España que tampoco estaban dispuestos a perdérselos.

De Manel, poco hay que decir, su directo es como una fortificación imperturbable, siempre impecables y elegantes encima de macro-escenarios nunca lo suficientemente grandes para ellos. Tocaron temas del nuevo disco, “Atletes baixin de l’escenari!” (2013) como la maravillosa Mort d’un heroi romàntic o Teresa Rampell.

Pero también recuperaron clásicos de volverse muy locos como BenvolgutEn la que el Bernat se’t troba o Al Mar!esa canción que nunca pasará de moda. ¿Verdad? ¿Verdad? ¿Verdad? La verdad es que no sabemos explicar cómo ocurrió, pero al echar la vista atrás vimos como el escenario principal estaba lleno a reventar, tanto que se nos ponían los pelos de punta. La gente con buen gusto había salido de las piedras. ¡Hurra!

Gorros promocionales por los aires, porque lo ha pedido encarecidamente el cantante de Manel y a él le hacemos caso siempre

Con los mallorquines Antònia Font un poco más de lo mismo. Algo menos de público, sí, el rollo era más íntimo, y hasta más selectivo, pero cabe decir que ahí pudimos conocer al prototipo genuinamente HIPSTER del Arenal Sound. Vamos, que los modernos, modernos de verdad, estaban en Antonia Font y en ningún lugar más. Y es que, estos veteranos que cantan con el dulce accent mallorquí y con letras imposibles del revés, tienen su público mitad gafapastil mitad isleño. Vibramos, digo flipamos, con Islas Baleares y saltamos mucho con Calgary 88 y Coses modernes y Alegría. Aunque para alegría, la nuestra. Desdichados quienes se los perdieron. Ni rastro del experimento, que es el nuevo disco Vostè És Aquí, con sus 40 ¿canciones? infinitas. Pero porque este grupo son gente lista, y a un festival no se va a vender el nuevo disco, sino a sacar viejos hits del baúl y a hacer bailar mucho a la gente, y si además corean contigo cada uno de los estribillos, mejor que mejor. Aunque sea en mallorquín.

Groupiemomento de acercarse a Pau Debón (voz de Antònia Font) y fotos y sonrisas

Cosas que hicimos para recobrar el 25% de nuestra adolescencia (Una oda a aquellos nicks del Messenger y a sentirnos jóvenes eternamente. Aquí no hay lugar para el arrepentimiento) Lo de juventud divino tesoro es una máxima que aplicamos muy fuerte y por decreto en nuestras vidas. Y así nos va, que estuvimos comolasquemás apoyando a nuestro marido Luke Pritchard y compañía, que aunque el último álbum sea un poco rollo rollazo, quién no ha soñado con Seaside o Sofa song con dieciséis años o qué persona humana se cansa de tararear “Oh laaaa, she was such a good girl to me”. Pues esto fue The Kooks: algo de lo nuevo y bastante de lo viejo y bonito. Esas canciones que un día significaron algo recuperadas, ahora, años después con la ¿madurez? que nos pertoca. Algo así.

De Ivan Ferreiro, ¿qué? No nos juzguéis con la mirada. No es deprimente. Bueno sí, un poco . Pero no vamos a ocultar que somos, fuimos, megafans de nuestro amigo Ivan, ese Álex Ubago del indie tres mil ochocientas veces mejorado. Y ahí nos vimos. Comiéndonos un trozo de pizza sobre la zona césped del Arenal mientras recobrábamos el 25% de nuestra adolescencia de un plumazo. “Yo puse esta letra en mi Fotolog”. Ay. Benditos “Años 80” o la madre de todas las cover, “Diecienueve”. Andrea, pásame un kleenex. Anna, que a ver cómo explicamos esto… Por cierto, no estábamos solas. Ivan Ferreiro llenó bastante el escenario, a pesar de que era la hora de la cena, eso estaba lleno de “jovenzuelos de espíritu” rondando la treintena y, claro est il veces las ita. La banda,,quedaba de sus pies. rabajo.á, nosotras. Forever young

Es como imposible aguantar un festival de siete de la tarde a siete de la mañana. Pero ¿y el gustazo de ver un concierto mientras todavía hay sol?

Es como imposible aguantar un festival de siete de la tarde a siete de la mañana. Pero ¿y el gustazo de ver un concierto mientras todavía hay sol?

Conciertos que cambiaríamos de ubicación Como si esto fuera un hotel con todo incluido, nos creemos en el derecho de pedir y dar consejos. Lo MUCHO que nos gusta Standstill nos obliga a ello. Hola manager de Standstill, tenemos un problema, nos encanta como suena la banda de Enric Montefusco, adoramos el montaje, las luces, la currada que se pegan en el escenario, los miles de instrumentos que acarrean encima, lo mucho que viven la música -porque eso se nota- y las canciones, y esas letras, vamos, todo el espectáculo en general, pero creemos que eso en un festival como que no se vive bien. Ya nos ocurrió en un SOS 4.8, que aunque fue en el auditorio, la hora, la oscuridad, las imágenes de ROOOM, y la morriña que da la cerveza hizo que no disfrutáramos del todo. Hay gente que lo recuerda como una siesta histórica. En el Arenal la hora no estaba nada mal, pero era el sitio de representación de Cénit, que así es como se llama el espectáculo del nuevo disco Dentro de la luz. Ese bonito fondo como de iglesia con sus cristaleras góticas de grandes dimensiones, y todas esas luces, increíble, pero que en un auditorio, o en una sala, ganaba un sesenta por ciento más. En realidad sabemos que este nuevo espectáculo estaba pensado para festivales, pero no acabamos de verlo, votamos por Standstill en butaca de auditorio. Y que hay canciones especiales, y que con la voz de Enric todo suena a nana bien contada, preciosa Pequeño pájaro y Que no acabe el día. Y qué bien cuidada Adiós, Madre, cuídate, cuanto se agradece el mimo de estos músicos.

Que sigan experimentando y jugando con sonidos y letras bonitas, que sigan con el espectáculo multidisciplinar y que de vez en cuando vuelvan como hicieron a los viejos temas, que por muy raras que sean las letras seguimos coreando y disfrutando en directo. Nos avisaron que venían a presentar nuevo disco, aún así saltamos mucho, junto a un público reducido pero fiel, con temas de Vivalaguerra (2007) como ¿Por qué me llamas a esas horas? y ese “romper un silencio así no tiene perdón”, que vociferamos todos. Gracias por ese Adelante Bonaparte y La Mirada de los Mil Metros que nos recuerdan que aún hay bandas españolas con sonido propio.

Este es Enric Montefusco, que es de las personas que más viven la música sobre la Tierra

Sintetizadores en vena The Suicide of Western Culture son los únicos hombres con capucha que, de encontrarlos en un callejón de noche, sin salida, no nos asustarían (qué va) les daríamos un buen abrazo y le diríamos lo muy guays que llegan a ser en todos sus conciertos, llamémoslos desde ahora viajes iniciáticos. Con el álbum “Hope Only Brings Pain” (2012), merecedor del reconocimiento a mejor banda de electrónica española, demostraron que tienen tablas en el escenario -eso ya lo sabíamos- pero sobre todo que son capaces de sublevarte a lo más alto con sonidos que evocan a autopistas, carreteras, huracanes. También se acompañan de visuales, sí, de esos que rezan en mayúsculas aquello que ya han hecho tan suyo: “Love your friends, hate politicians. O la más reciente, pero también alucinógena, I know the name of the Culprits. Reverencia a este dúo catalán que nunca nos falla. Siguiendo hambrientos de electrónica, nos fuimos a Totally Enormous Extinct Dinosaurs, que ya nos gusta per se, pero que en directo mola el triple si se acompaña de su indumentaria entre gaucha y tropical de plumas y fantasía. Pero no lo hizo. Vino acompañado de dos bailarinas y de unas luces que proyectaban una aureola como si se tratará de la santísima trinidad y la cosa estuvo bien, aunque sorprendieron en el Sonar, aquí simplemente divirtieron a las masas, que ya es mucho.

The Bloody Beertroots son como los malos del insti, los que se presentan a una fiesta en casa sin invitación y empiezan a quemar sofás. Así arrasaron en el escenario del Arenal Sound con sus trajes de malos malísimos y sus máscaras negras. Momento de volverse muy loco y no parar de dar brincos sin pensar en un mañana. En realidad, sin pensar en nada. ¡Y qué era un LIVE, maldita sea! Benditos son los productores trabajadores, que se sitúan ante los platos, batería, guitarra, e incluso piano, a hacer muy bien su trabajo. Estuvieron a punto de derribar el suelo de Burriana con su espectáculo de luces, su brutalidad y sus máscaras de cómic. Si un día antes nos saludaba Steve Aoki con Warp 1.9, los buenos de The Bloody Beertroots demostraban como es con ruido de verdad. Y la locura la podéis comprobar aquí

Otros que vinieron a currar al Arenal Sound, con el cartel de Live acompañando el nombre, fueron los franceses Dirtyphonics. Con un espectáculo de luces y con los cuatro djs trabajando mano con mano hicieron una intro espectacular, demostrando que se puede hacer ruido, y que no necesariamente todo tienen que ser temas altamente comerciales. Aunque no faltó el tema DIRTY que volvió loco a las multitudes y a los pies.

Lee la segunda parte del Diario de Verano en el siguiente link