Tras pasar hace escasas fechas por Mallorca y justo después de ser confirmados para abrir el nuevo concierto de Nudozurdo en Madrid Disciplina Atlántico siguen defendiendo Gran Oriente (Limbo Starr, 2017), LP publicado durante el primer semestre del curso, con el que dieron continuidad a aquel EP seminal de título homónimo con el que se dieron a conocer de manera formal en el panorama estatal. Hace unas semanas charlamos con ellos a propósito de su último trabajo. Gracias desde aquí a la buen agente de Limbo Starr por las facilidades para realizar la entrevista.
TEXTO: R. IZQUIERDO | FOTOGRAFÍA: Imagen promocional cedida por LIMBO STARR
Respecto al tiempo en el que montasteis el grupo, dejamos aquí mismo vuestro primer EP, ¿en qué creéis que ha evolucionado o crecido más como banda? ¿En qué momento está ahora mismo Disciplina Atlántico?
Ricar: Tenemos un sonido mucho más definido y personal. Ahora estamos recibiendo muy buenas respuestas sobre el disco y surgen propuestas interesantes, que hacemos siempre que se pueden.
Sois un grupo eminentemente rock. Actualmente editáis en Limbo, lo que seguramente ensancha el radio de conciertos o festivales por el que os movéis. ¿Os sentís parte de una escena en concreto? ¿Cómo se mueve un grupo con el sonido de Disciplina Atlántico?
Ricar: No tenemos una filiación concreta, eso es cierto. Eso es bueno o malo, según se mire. No nos pueden meter en ningún paquete de grupos que puedan hacer un ejercicio de estilo, o en ciclos de conciertos de ese determinado estilo, vamos creando nuestro propio camino, y eso es más complicado, claro está.
Y esa apuesta por fijar ciertas coordenadas rock, ¿afectan a las letras? ¿Cómo es el proceso interno de las canciones?
Ricar: En realidad no apostamos por fijar esas coordenadas rock que dices. Tenemos unas influencias muy variadas que van desde la experimentación o el noise hasta el pop o el punk. Si hiciésemos las letras siguiendo los parámetros clásicos del rock, léase drogas, chicas, carretera y un par de cosas más, estaríamos muy limitados. No creo que sea el caso. Nuestras letras están influenciadas por elementos variados, que van desde la literatura o el cine a grandes letristas de la música, que no tienen que ser necesariamente del rock, más bien al contrario.
Pablo: Y en cuanto a la parte instrumental, cada canción tiene sus propias dinámicas, no hay un patrón concreto. A veces la canción llega casi cerrada al local, otras surge de rescatar partes concretas de largas improvisaciones que a veces hacemos. Lo que sí que es cierto es que la estructura y el tono final siempre se realizan por consenso, prueba y error.
En vuestras letras suele haber cierta mala leche vital. ¿Es una terapia componer? ¿Cuánto os lleva sacar las canciones que articulan el disco?
Ricar: El tono es oscuro, es cierto. No es una terapia, si así lo fuera, la mitad de la población querría ser artista. No sana nada, eso es un bello cliché. Simplemente entretiene, te mantiene ocupado. Y estar entretenido sí es una terapia. El deporte, los videojuegos o el fútbol pueden hacer lo mismo, aunque tengan niveles de dificultad o de prestigio social diferentes. Componer, pues depende del tema, algunos salen casi en un ensayo y otros nos llevan mucho trabajo de pulido y encerado.
Siendo como parecéis un grupo de fuerte trabajo en el local, ¿llegáis al estudio con los temas resueltos o los sometéis a reinterpretaciones a través del trabajo en común?
Ricar: Ambas cosas. Somos muy abiertos en ese aspecto. Hemos llevado temas al milímetro que hemos ensayado como si tuviésemos un síndrome obsesivo compulsivo, y otros que los hemos improvisado en el estudio tocando en directo. La canción suele mandar sobre el tratamiento.
Aunque la banda está asentada en Madrid venís de Valladolid, no sé cómo está el circuito de directo pero si en ciudades grandes la cosa está jodida imagino que fácil no será. ¿Qué podéis contarnos de la escena local? ¿Cómo anda de salud Valladolid a nivel musical?
Ricar: No muy bien… Pocos locales y precarios.
Pablo: Efectivamente, salvo honrosas excepciones, el circuito de salas no está muy boyante en Valladolid, la verdad. Eso sí, hay gente muy comprometida con la cultura musical de base de la ciudad, gente como los integrantes del Colectivo Laika, por ponerte un ejemplo, que llevan luchando contra viento y marea ya muchos años para acercar a la ciudad propuestas de todo tipo, siempre de una calidad extrema. Y el nivel de la bandas está como siempre, a tope, hay mucho nivel. Nosotros tenemos una relación muy cercana con muchas de estas personas, colectivos y bandas, nos sentimos muy cercanos a ellas, y deseamos que las circunstancias les sean propicias. Estamos muy al tanto de lo que pasa en Valladolid.
Siguiendo con el estado de las cosas, ¿es un buen momento para sacar un disco? No hablo ya de la edición sino de la defensa de su directo. ¿Qué es lo más difícil de combatir ahora para una banda como vosotros?
Ricar: Siempre es buen momento para sacar un disco. Hacemos los conciertos que nos resultan interesantes para enseñárselo al mundo y estamos satisfechos. No somos de combatir con nada, eso se lo dejamos a los cascos azules.
Pablo: Y a las cosechadoras.
En la Mondo comentasteis que los plazos, sobre todo los de la mezcla, se demoraron un poco. En ese período, ¿tuvisteis la tentación de reinterpretar las canciones ya finalizadas? ¿Qué ritmo vital buscáis darles a las canciones?
Ricar: No, se demoró la mezcla, pero todos los temas ya estaban grabados así que no tocamos nada que no fuesen cuestiones técnicas.
Hablando de eso, ¿cómo fue el trabajo con Roberto Berlanga? Creo que compartisteis la producción del disco con él. ¿Qué feedback hubo, y en qué aportó más?
Ricar: Tiene un exquisito gusto musical y tener a alguien así cerca aconsejándote, siempre es un placer.
Pablo: Cuando nos atascábamos en algo durante la grabación, Roberto aportaba una visión, por externa, fresca, certera y siempre acertada. Nos ayudó mucho en los momentos clave.
El sonido del disco es muy de grabación en directo, algo que imagino es buscado. Una vez salís con el disco, previo paso a la finalización de las mezclas y demás, queda el difícil paso de darlo a conocer. Ahora que han pasado unos meses, ¿qué balance hacéis?
Ricar: En general la respuesta ha sido buena, tanto lo que nos ha llegado de crítica como del público. Somos un grupo minoritario, eso sí, pero no tenemos aspiraciones de llenar estadios.
Pablo: Por diferentes circunstancias nuestro ritmo de conciertos en bajo, por lo que es complicado que nos vaya conociendo la gente, sobre todo de fuera de Madrid, así que vamos poco a poco, afianzando.
El otro día unos buenos amigos que están en un sello más o menos grande hablaban de la frustración, sobre todo la que se da en los primeros pasos. Uno vuelca todo lo que tiene, lleva a cabo un complejo proceso de grabación y luego se encuentra con que en uno o dos días a nivel de redes el disco ya no se mueve. ¿Cómo veis el estado de las cosas? ¿Somos justos con los timings que se dan a los discos? Y como grupo, ¿cómo creéis que se puede cambiar eso?
Ricar: Eso ocurre en la radio, sí, todo es muy efímero. Pero en redes nos ha pasado algo curioso. El disco no llegó en un momento concreto con un gran impacto sino que ha ido poco a poco llegando a más gente, algo que creemos que es mejor, como la cocina a fuego lento. Lo que va muy rápido, se desinfla también muy rápido. Mejor las cosas sin prisas.
Pablo: Ése que comentas es el tipo de juego que se da en la actualidad, y personalmente veo muy difícil poder dar pasos en pos de cambiar esa inercia, así que no vale de mucho preocuparse con ello, no nos obsesionamos, vamos lento, como dice Ricar.
Ricardo está también en Ornamento y Delito. ¿Ves muchas diferencias a la hora de trabajar las canciones?
Ricar: Sí. Aunque nos comparen a veces, somos grupos radicalmente distintos en muchos aspectos. Cada uno tiene su encanto y su personalidad.
Hay miradas atrás, aunque no es un trabajo que lamente el paso del tiempo, por más que se perciban algunos pasajes de hastío. ¿En qué estado anímico fijaríais el álbum?
Ricar: Siempre positivo. Una siniestra celebración de la vida.
Pablo: Optimismo pesimista, o pesimismo optimista, como prefieras.
Final apocalíptico con ‘El Cristo de las sales de baño’. ¿Estáis de acuerdo? Esa finalización ascendente, ¿fue un ejercicio buscado?
Ricar: Sí.
Pablo: Totalmente, y ahora creo que nos quedamos bastante cortos.