Mientras empezamos a darle forma a nuestras crónicas del Primavera Sound y comenzamos a preparar el Dossier Sonar hacemos un alto en el camino para completar las memorias de In-Expertas Musicales en el SOS de Murcia, festival con el que arrancaba la temporada festivalera en nuestro país a principios de mes. In-Expertas Musicales son ANDREA GÓMEZ y ANNA PACHECO, responsables a su vez de Jóvenes Sobre-salientes
(esto es la continuación del primer tomo)
A ver. El sábado teníamos una cosa muy clara: queríamos ir a ver a Miguel Noguera aunque ello costara hacer una cola de una horita a las puertas del recinto de La Fica. No pasa nada. Lo increíble de imaginar, SOLO imaginar, a Noguera (asiduo al SOS en otras ediciones), a Ernesto Sevilla y a Joaquín Reyes (La hora chanante/Muchachada Nui) en un mismo auditorio ya era para estar muy contentos. Eso estaba lleno a explotar. Empieza Miguel Noguera. Serio, aunque con el jiji de algunos adelantados. Todo se silencia. Y va él y se pone a cantar. Luego, diserta un buen rato sobre la cosa que acaba de hacer. Coge y dice: “bueno, ahora sí, empezamos”. Efectivamente empieza lo bueno si es que no había empezado ya antes.
Allá va con sus “ideas” -a modo de ultrashow– que los más fans sabrán que es la bendita MARAVILLA MUNDIAL del humor absurdo y lo muy loco. Ideas como dos fantasmas con Walkie talkie, la boda de un gato o un payaso masturbándose en la plaza del pueblo pero los niños no le ven (porque están de espaldas). Todo explicado con mucha gracia y no esta mierda, claro está. Con Miguel Noguera no hay matices: o te gusta y lo amas o nada. Si no te gusta, levántate de la butaca y por favor, vete. Porque Noguera se desvive ahí para contar esas IDEAS (me niego a llamarlas chistes). A veces chilla, canta o modula la voz como si fueran psicofonias de Cuarto Milenio. Te das cuenta de que es único y brillante y de que, probablemente, estemos hablando de un genio del humor contemporáneo. Alguna gente mira el móvil o bosteza. ¿Qué os pasa? ¡Se están aburriendo! Decido dejar de mirarlos para no hacerme daño. Luego llega Ernesto Sevilla con su majedad manchega asegurada y con su retahíla de “personas que merecen morir”: las que eructan cuando hablan o las que dicen “es feo no, lo siguiente”. BRAVO. Y todos riendo como tontos. El último discordia fue Joaquín Reyes, aclamadísimo como el-que-más. Durante unos minutos aquello parecía que iba a ser El Fin. El fin de ese auditorio, que Murcia entera se venía abajo, vamos. Joaquín Reyes es un grande y nos cae bien. Pero nos tuvimos que ir a la mitad porque empezaba un concierto. Y ya saben que aquí se viene a la música [Pueden reírse].
Hemos de reconocer, aquí, públicamente, que nadie nos acompañó a ver a Lori Meyers. Así como lo oyen. Nuestros remilgados amigos tan de la música moderna se apoltronaron en el cámping esperando “la buena música”. Ahhh, buena música, dicen. Se nota que no tienen ni idea de lo maravilloso que es el grupo granadino, con muchas tablas encima el escenario y cantidad de festivales a sus espaldas. Y que nos gusta cantar a bocajarro sus letras, ¡leñe! Abrieron espectáculo con canción del nuevo disco, Impronta (2013), la gente se estaba acomodando en sus puestos, así que había poco prestar atención. Los primeros tambaleos y saltos llegaron con Luciérnagas y mariposas, ¿hay canción más bonita que esa rescatada del disco de 2008? Ahora, salto al 2010 con Corazón elocuente, todo un hit que mantiene (ahora ya sí) al público expectante. Nadie está dispuesto a dejar de bailar. Y ellos suenan impecables encima del escenario en lo que es toda una reivindicación del pop bien hecho. Y llega el single del nuevo disco Planilandia, no es animada, quizás es hasta melancólica, pero la gente ha tenido tiempo suficiente para asimilar ese estribillo casi a cappella de “es normal que me cuesta olvidar…”.
Era un concierto para fans preparados y predispuestos, rememorando canciones como Tokyo ya no nos quiere (nosotras, alabando interiormente esa setlist divina con todos los éxitos del “ayer y de hoy”) Noni se dirige a la gente “hay una sorpresa, un momento”. Sale del escenario, y vuelve de la mano de Annie B Sweet, y los ‘uh, oh, uau’ del público dieron comienzo a la bonita versión de Religión que cantaron a dos voces. Y qué viva el amor ¿no? Vuelta al nuevo disco, aunque se excusaron, como a quien le sabe mal no tocar los grandes hits (“tenemos nuevo disco”, lo recuerdan con gracia andaluza). Para luego dar paso al portentosa Huracán y De los nervios cantada por la segunda voz y guitarrista, Alejandro.
Y primeros acordes de Luces de neón y permitidnos reconocer que nos volvimos locas, otro nivel, y que en ese paparapa lo dimos todo y más. Segunda sorpresa de la noche, “les presento una señorita genia”, Javiera Mena salía al escenario entre vítores del público, con un dúo excelso de “El tiempo pasará” del nuevo disco. El concierto es alucinante. Como de pellizcarse y preguntarnos si eso está siendo real. Y si tiene que acabar, ya es por una cuestión física. Estamos sudando lo que no está escrito. Lo mejor de Lori Meyers es que, a pesar del tiempo, siguen siendo ellos. Tan Lori Meyers. A parte de majos, humildes. Se lo pasan bien. Aha han vuelto, Mi realidad y cierre con Alta fidelidad (“yeeeeay, todo esto es culpa de la genteeee”) encumbraron un final sublime, la gente bailó, vociferó, hizo palmas. Y Noni acabó solo con la camisa desabrochada. Decimos solo porque no hay concierto que no acabe mostrando carne. Han madurado.
En el camino en busca de nuestro amigos-anti-lorimeyers tuvimos tiempo para parar en el escenario Jagger antes de coger sitio para LA banda de la noche, M83. Pero en el breve lapso de tiempo pudimos comprobar que el grupo madrileño, L.A. (valga la redundancia y el juego idiota de palabras), supura humildad por todos lados. Estaban ahí como alumbrados de ver tanta gente, presentando nuevo disco, Dualize (2013), pero también conscientes que se lo deben todo a Stop the clocks, Hands y Elizabeth. Tienen público fiel y eso se agradece.
Pero vamos, vayamos a lo bueno. Lo bueno de verdad: el Hurry up, we’re dreaming (2013) de M83. En el SOS se hizo la luz. LA LUZ. No estamos exagerando ni una pizca. Notamos muy para adentro aquella sensación de cuando, en un concierto, estás siendo tremendamente feliz. Aquí nuestras notas, prueba inequívoca del increíble efecto de la música mayúscula. Escenario en negro, luces azules proyectando al cielo. Esto huele a espectáculo grande. Intro. Canción destinada a abrir todo concierto que se precie. Voces susurrantes y ese Carry on que trae a Gonzalez de forma contundente al escenario. Pelos escarpia.
Y se acabó lo que se daba. Y con la marabunta de cabezas del escenario principal nos movemos todos, a la vez. La gente anda extasiada por lo que ha visto, comentan la jugada, repiten canciones, tararean. Y la marea igual nos podría haber llevado a los baños inmundos, pero no, nos lleva al escenario Jagger con muy buen criterio. ¿Esto que suena no son Los Punsetes? Oh sí, mierda, es verdad, que se solapaban ¿Esto que suena no son “tus amigos”? Sí, ueeee, y ya estamos corriendo entre medio de la multitud. Y no sabemos si llamarlo concierto, porque fue un entrar y salir muy rápido, pero disfrutarlo, lo hicimos. Nos dio tiempo -el permitido por toda solapación festivalera maldita- a escuchar en directo algunas canciones del nuevo disco, Una montaña es una montaña (2012). ¡Bendito estruendo de Alferez provisional!, porque menudo disco han parido, con perdón.
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Oye ¿y a qué hora empieza Justice? Y así te pasas todo el festival, de un lado a otro y llegando a todo a medias. ¿Cuantos kg. se deben perder en un festival con tanto movimiento? Ah no, es verdad, que lo recuperas con toda esa cerveza. Recordemos aquí que no es Justice como tal, sino DJ set, lo que supone un vale, te regalo algún tema propio pero ten presente que entre medio te voy a poner lo que me de la gana, y que vamos que les sale más baratito a la organización y a ellos, por lo de tener menos trabajo que hacer. Lejos, muy lejos, lejísimos de ese Justice Live del Primavera Sound que atronó con su espectáculo de luces y ese sonido que estuvo a punto de reventar más de un tímpano. El SOS fue como la fiesta de amiguetes, como el pinchar algún tema en casa, estaban ahí pinchando tema tras tema, pero con poca implicación con el público murciano. Pero que vamos, que eso es lo de menos, animó el cotarro, porque la gente tenía ganas inmensas de verles, son Justice y punto. Abrieron espectáculo con 2001 Odisea en el espacio, oh sí, guau, qué originalidad, lo nunca visto [ironía]. Edits de temas ajenos como Gare du nord o canciones del año de la catapumchimpum como Everybody in the place (por allá el 1995 sonaba). Pero lo petaron de verdad con los remixes de los temas propios del ayer (ya daban caña por el 2005) y del hoy con temazos como Stress o D.A.N.C.E que estuvieron a punto de provocar el derrumbe del recinto de la locura que desataron. ¿Habíamos venido a eso, no? Pues dale fuerte.
La dulce Javiera Mena, de lejos, era como una Julieta Venegas, flaquita y con voz de hilo cantando cosas muy tiernas. Sí. Todo muy naif. Si no fuera porque aquello era el SOS y eran la 1.40 de la mañana lo hubiéramos catalogado incluso de “entretenido”. Pero a esas horas, después de un señor DJ set de Justice, del éxtasis (express) punsetiano y de la resaca de los Lori, necesitábamos caña. CAÑA. Y eso se antojo hasta soporífero. Hola, señores de la programación, y lo bonito que sería Javiera cuando se va el sol, ¿qué? La chilena cantó canciones ya conocidas como Sufrir o Hasta la verdad. Por momentos, nos animamos y debemos admitir que el final fue tan pop que, bueno, bien. En Luz de piedra luna se acompañó de dos músicos nacionales: el polifacético David T. Guinzo, fundador de Tuya y guitarrista de Sidonie (¡qué tiempos aquellos!) y de Martin Muñiz, teclista de The Right Ons. El conjunto estuvo “psépsé”: no esperábamos más ni tampoco menos. Lo mejor de todo: lo mona y maja que es ella. Incluso con Amanecer se la dedicó a todos los que iban a presenciar el amanecer ese día. Un buen recordatorio que son solo las 2 de la noche y queda larga, larga noche por delante.
Y el señor Pascal Arbez ya en sus puestos. Y la gente como loca, porque lo han venido sólo a ver a él. “Yo lo vi en Florida 135, yo en Monegros, yo desde el 2000 que alucino con Vitalic”. Y así cada uno mostrando su amor por el francés. Y aquí os vamos a contar cómo hacer negocio en un festival. Atentos. La hermana de servidora 2 -está muy loca y cuando oye algo de electrónica se transforma en un ser hiperactivo[1]– decidió ver Vitalic desde primera fila. O se hace bien o no se hace. Primera fila de clavarse las vallas en las costillas y recibir botellas de agua gratuitas cada 2 segundos por aquello de tener 3.000 personas a peso en tus espaldas. Y aquí el negocio: unas chicas italianas que habían cogido vuelo sólo para ver a Vitalic les ofrecían 20 euros por estar en primera fila. Y nosotras que nos apuntamos eso de vender primeras filas.
Los entendidos en el arte electro-techno-ydemás dicen que valía esos 20 euros y mucho más. Después de tres años de silencio, tras la publicación de Flashmob, Vitalic reaparecía en Murcia con álbum de 2012, Rave Age. Un álbum que viene con espectáculo de luces incorporado VTLZR y que ya deslumbró a más de uno en el Sant Jordi Club. Sonido pleno, luminotecnia, gente saltando cual manicomio trasnochado. Presentaron todo el álbum, que ni fu ni fa, sabiendo que lo de antes es mejor. Gracias Pascal por no olvidar (pedazo)temazos como Poney Part 1 y My friend Dario. Y la gente hipnotizada por esa mesa de mezclas decorada con fluorescentes. Y tras la quema de toda caloría cervecera acumulada con tanto salto, llegaba Stamina, luces rojas y acción.
Y aquí hubo movimientos de cartel de última hora. El clásico cierra-SOS de todos los años con DJ Amable, caía días antes de la programación, y en su lugar entraban los británicos Addictive TV. Y eso es como un cine al aire libre pero con buena música. Hacen vídeos bizarros al ritmo del musicote, con homenajes a Start Trek, mezclando películas, anuncios y series. Todo ahí metido en un ‘cut and paste’ que no sabes si embobarte con la pantalla o bailar.
Y en el escenario Jagger, Kostrok. Que son dos niños, pero niños, niños, venidos desde Valencia pero que ya llevan mucha carrera a sus espaldas. Remixes de temas ajenos para última hora, de esos que hacen botar al más dormido. Pero también tienen tema propio y eso es de aplauso para unos veinteañeros. Right now, oído en directo, nada mal. Apunten el nombre por si acaso. Y no llegamos a The Warriors, porque eso de tener tres cosas a la vez en tres escenarios distintos ni con el reloj del tiempo de Hermione Granger.
Y cerramos festival. Y no nos quedamos a limpiar de milagro. Retirada al camping que el domingo es complicado. La juerga se ha acabado, llevas tres días comiendo mal, y las cervezas no parecen haberse aposentado bien. El calor aprieta, hay que recoger maletas y desmontar la dichosa tienda y que vuelva a quedar en la misma forma inicial [añadan risas enlatadas]. Y salir del camping rápido y sin mirar atrás. Para que duela menos la despedida.
Hasta el año que viene, SOS 4.8.
[1] Agradecimientos a hermana servidora 2, aka Alba, la verdadera experta musical de la familia. Conoce todos los grupos que tienen vídeo en Youtube. Repetimos, todos.