En plena explosión del 3D, con los grandes tótems de los efectos especiales ultimando sus nuevas propuestas, en un tiempo en el que el cine parece haber apostado por la reformulación definitiva para aspirar a su supervivencia en las salas, The Artist ha aparecido como un inesperado torbellino de emociones que, tomando por bandera la esencia perdida del cine mudo, parece haber cautivado a crítica y público como hacía tiempo que una producción europea no lograba. Michael Hazanavicius ha realizado una declaración de amor a un tiempo ya perdido, en un film que termina por reivindicar, cosas de la paradoja, el progreso en el lenguaje cinematográfico a través del optimismo de los personajes principales de una trama cautivadora y honesta. Una reseña de ART VANDELAY.

Ficha Técnica: The Artist. Francia, 2011
Dirección y guión: Michel Hazanavicius.
Intérpretes
: Jean Dujardin, Berénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Penelope Ann Miller.
Fecha de estreno: 16/12/2011

Michel Hazanavicius ha explicado en varias entrevistas que tuvo que esperar la llegada del éxito en otros de sus proyectos antes de poder afrontar el rodaje de The Artist. Y no es de extrañar. Su nueva película es un desafío mayúsculo, y la prueba latente de que si al talento se le une la determinación por llevar a cabo lo pretendido los resultados terminan por llegar. Así, después de acariciar el proyecto durante muchos años, Hazanavicius se encontró con la fuerza suficiente para hacerlo una vez dos de sus proyectos –OSS 117 El Cairo: Nido de Espías y OSS 117: Perdido en Río– alcanzaron un gran éxito en Francia.

Con el favor de crítica y público en el país vecino, el director galo encontró a un productor valiente, Thomas Langmann -al que no cuesta imaginar como a John Goodman ante el regalo que se le vino encima- y a un presupuesto holgado, cercano a los doce millones, con los que rendir su particularísimo homenaje al cine mudo con un equipo de trabajo de confianza y un reparto al que podría considerar una familia, si se tiene en consideración que el actor principal es Jean Dujardin, con el que trabajó en los citados proyectos que le dieron el reconocimiento crítico en Francia, y que la actriz es Berenice Bejo, su esposa.

Peppy Miller, antes de su ascenso al estrellato // The Artist

The Artist es una joya, un filme de técnica exquisita, arropada por el talento de la pareja protagonista, ella está encantadora y él es todo carisma, el eslabón perdido entre el Hollywood dorado y lo que nos queda de él. Hay algo mágico en su interpretación, el modo con el que mimetiza con los divos del cine mudo, la manera con la que afronta su caída en desgracia con la llegada del sonoro y la relación que establece con el personaje de Bejo.

El film termina por ser una comedia triste, trufada de un sinfín de momentos entrañables -cualquier escena entre Dujardin y su perro lo es- pese a a la tristeza y nostalgia que rodea al personaje principal, e ilustra de manera concisa como se vivió el trasvase del mudo al sonoro, con la llegada de nuevas estrellas y el ocaso de los que no se adaptaron al cambio.

El gran mérito del filme es el de recuperar un modo de hacer cine en evidente desuso, y aún así enamorarnos, todo bajo el influjo de Dujardin. Mejor actor en Cannes, el actor francés da brillo al personaje y una dignidad apagada cuando éste cae en desgracia, con planos para el recuerdo -ver cuando mira con nostalgia un smoking en el escaparate y el efecto óptico con el que se imagina con él-, y establece una de las relaciones más bellas del cine reciente con Peppy Miller, el personaje de Bejo. Junto a ellos, John Goodman, Penelope Ann Miller y James Crowell (todos en pie) terminan de dar forma a un casting tan bien cincelado como efectivo.

La película homenajea al género y a los filmes que homenajearon al género, sin caer en imitaciones y hallando un espacio propio. Recuerda a Ha nacido a una estrella, a Cantando bajo la lluvia, y la escena del escaparate es puro Chaplin. Pero lo hace todo sin perder su esencia propia, que cautiva y emociona hasta reencontrarnos con un cine perdido hasta hacernos salir con un estado de ánimo innegociable del cine. En belleza.

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