Great Caesar ha ido evolucionando su estilo desde unos orígenes humildes como trío jazzístico a su concepción actual, un sexteto que fusiona estilos y apuesta por el jazz-rock como base para apuntillar su sonido, siempre con el carisma escénico de su solista John-Michael Parker como punto de partida. Por RUBÉN IZQUIERDO

  • Vibrante EP de cuatro temas para Great Caesar, trabajo de continuidad que reafirma lo intuido en sus trabajos anteriores
  • Originarios de Brooklyn, Great Caesar han editado hasta la fecha dos EP’s y un 7», primeras píldoras para ir familiarizándonos con su sonido multi-referencial

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Hay bandas que función a golpe de estímulos cíclicos, y Great Caesar entra sin duda en esta categoría. Basta escuchar los primeros acordes de Tuned to break para convenir que hay en su música cierta llamada a la épica, una senda que sus seis integrantes recorren sin tapujos en pos de la rotundidad de su sonido, alzado desde su Brooklyn natal, habitual foco mediático del indie norteamericano, protagonista en esta web de un recurrente diálogo a dos voces entre ella misma y la alzada desde California.

Pero sería injusto reducir el sonido de la formación a una única escena: Great Caesar toma de aquí y de allí, de Sonic Youth y The Strokes para acabar de lanzar una propuesta que se beneficia en mucho del talento de su solida, John-Michael Parker, convertido en una suerte de maestro de ceremonias del que se beneficia el conjunto en la multi-instrumentalista Fact, segundo pico de intensidad en este nuevo trabajo presentado en cuatro actos, dotado de una regularidad notable en sus temas.

El grupo tuvo un inicio modesto como formación jazzística, evolucionando en número y estilo hasta la configuración actual, con Rearview tal vez como tema más representativo de esa evolución, una amalgama ecléctica, trufada de múltiples variantes (la instrumentalización es aquí especialmente significativa, con la inclusión de los instrumentos de viento mediado el corte) que avalan un crecimiento constante desde el lanzamiento del EP homónimo que lanzaron en 2007 y el Sweet Banana que presentarían en 2010, antes de hacer lo propio ya este 2012 con Scattered Air.

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El grupo, que firmó en 2009 uno de sus mejores temas, como fue el caso de Everyone’s a VIP to someone, está de gira estas fechas por Estados Unidos, con conciertos programados en Brooklyn o New Haven, una buena oportunidad para seguir dando a conocer su talento, después de haber gozado una residencia fija en el Arlen’s Grocery de Brooklyn el año pasado durante varias semanas.

La banda recupera su vertiente más deliberadamente jazzística en Son, un guiño a sus orígenes con el que cierran el EP, una buena muestra de jazz-rock, muy válido a la hora de recuperar melodías de esa primera época suya, a la que no dan la espalda en nombre de una evolución que les vale para seguir trufando las esencias de un trabajo que hace ese rock-jazz ya comentado su mejor carta de presentación. Valga este notable acústico para refrendar lo aquí señalado.

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