Tras el experimento formal de Oteiza, Hans Laguna retoma el pulso de Deletrea, Hans Laguna retoma el pulso con Manual de Fotografía, donde firma un salto estilístico de calidad
Sería una pena que la vorágine de estrenos en la que vivimos sumergidos se llevase al olvido a Manual de Fotografía (El Genio Equivocado, 2016), el precioso disco con el que Hans Laguna culminó ese proceso de cambio abierto en el previo Deletrea (El Genio Equivocado, 2014) y que ha acabado de culminar aquí. El último trabajo hasta la fecha de Hans Laguna nos lo devuelve tras varios viajes y un camino interior que le ha llevado al que es probablemente su mejor trabajo hasta la fecha, un disco en el que se ha sentido absolutamente “cómodo” y que le ha permitido seguir indagando en esa huida del “formato canción”, una senda que seguramente arrancó ya en el más expeimental Oteiza y que se manifiesta aquí en su sentido más autoral.
Tras su paso por 2000 Enemigos Mortales hace algunas semanas quedaba pendiente esta charla más reposada en la que reflexionamos con nuestro protagonista sobre el recorrido vital que le ha llevado a su mejor colección de canciones, retales de un viaje interior, también físico, en el que se acompaña de músicos amigos para regalarnos su versión más libre. Me atrevería a decir que también la mejor.
TEXTO: R. I | FOTOGRAFÍAS DE NOEMÍ ELÍAS CEDIDAS POR HANS LAGUNA
Como sabes, he seguido tu carrera desde casi el principio y me da la sensación de que ahora estás en el lugar donde querías estar a nivel creativo y compositivo. ¿En qué crees que ha cambiado más tu música desde el también acertado Primeras Marcas?
Sí, nos conocemos desde hace tiempo… No sé si estoy donde quería estar, pero lo cierto es que me siento más cómodo que nunca. En ‘Primeras marcas’ ya hay algún intento de salirme un poco del formato típico de canción, pero el enfoque del disco no deja de ser el del pop o rock ‘indie’ convencional. Ahora me siento menos acotado, más libre a la hora de crear música. Seguramente será porque tengo más confianza.
La primera canción que escuché del disco fue ‘Cantar y pasear’, y realmente me atrapó. ¿Qué puedes contarme de las letras? ¿Ves cambios respecto a tus trabajos anteriores?
En las letras intenté quitarme de encima mi exceso de melancolía habitual y traté de hacerlas más optimistas. En ‘Cantar y pasear’, sin ir más lejos, hablo de alguien que quiere cerrar la boca y desaparecer para siempre, pero en cambio acaba saliendo a pasear y cantando. Creo que ese sería un buen resumen del mensaje general del disco.
En lo instrumental creo que sí se dan novedades de manera clara, algo que se aplica ya en Cantar y pasear. En la radio estuvimos hablando un poco de eso pero me gustaría profundizar sobre ello. ¿Cómo trabajaste los nuevos matices que encontramos en el disco?
La novedad principal está en las bases rítmicas. Con mis productores (Cristian Pallejá y Ferran Resines) y mi baterista (David Romero) construimos los ritmos a base de capas de percusiones menores (maracas, timbales, congas…) y las mezclamos con samples de otras canciones sacados de Youtube o Spotify, y también con ritmos de baterías que grabé con el móvil.
No sé si en ese sentido expansivo han jugado un papel importante las colaboraciones ¿Qué puedes contarme de éstas?
Quería que el disco fuese sobre todo luminoso, y por eso invité a músicos-amigos que de un modo u otro han traído luz a mi vida. Además, grabé mucho material en casa, horas y horas completamente solo, y me parecía importante abrir la puerta y que entraran otras personas. Así, en el disco colaboran con sus voces Blanca y Tuixén de Les Sueques, Julio Bustamante y Montse Azorín y Nacho Vegas.
Una curiosidad. Tengo que decir que siempre te he considerado un gran titulador de canciones; evocan mucho y sitúan la canción en un estado anímico del que ya no sales. No sé si esa capacidad de evocar tiene relación con el manual de fotografía del título. ¿Encierra el título alguna metáfora?
¡Claro! Me interesé por los pioneros de la fotografía y por cómo consiguieron capturar la luz con procedimientos químicos. Yo con mis canciones he intentado algo parecido, de ahí la metáfora.
Antes de Manual Fotografía, y con permiso de Deletrea, creo que pasaron cosas importantes en tu vida: viajaste mucho y editaste uno de los trabajos más arriesgados y completos que has presentado hasta la fecha, Oteiza. ¿De dónde surge aquella idea?
En aquella época estaba leyendo sobre el escultor Jorge Oteiza y me parecía una figura crucial en el arte del s. XX que no gozaba de todo el reconocimiento que se merecía. Además, por aquel entonces dedicaba tiempo a jugar con pedales de efectos e investigar con sonidos y texturas. Y un buen día se me ocurrió juntar las dos cosas: hacer un disco instrumental de homenaje a Oteiza.
Recuerdo que aquel disco tuvo muy buena crítica en medios como Rockdelux. ¿Crees que fue un punto de inflexión en tu carrera a nivel de valoración crítica?
Así, en general, no sabría qué decirte. Quizá para algunos pasé de ser un simple cantautor a alguien con mayores inquietudes o más difícil de encasillar. Aunque sí creo que, como mínimo, Rockdelux se fijó más en mí desde ese disco.
Hablando de los viajes, me gustaría saber si tienen alguna incidencia en tu manera de relacionarte con la música, ya sea como oyente o como músico. ¿Te proporcionó algún feedback en lo artístico 2016 a través de lo que viste fuera? Lo digo pensando sobre todo en las novedades en la sección rítmica.
La música indostaní me ha influido mucho, pero aún no sé muy bien cómo integrar todo lo que aprendí en India y Nepal. Lo que sí es cierto es que me ha servido para tener más confianza en mi voz. Y en el disco me atreví a poner una tanpura (un instrumento tradicional indio) en una canción. Pero poco más. De momento creo que mis viajes me han influido más como oyente y como persona que como músico. De hecho, sobre lo que comentas de la sección rítmica, la influencia es más africana y latinoamericana.
Cambiemos de tercio. El año pasado acompañaste a Nacho Vegas en varios conciertos. Dos preguntas al respecto. ¿Cómo surge aquella colaboración?¿Te ha dado una nueva visión sobre el modo de ver la escena que nos rodea?
Conocí a Nacho a raíz de un concierto que dio en Barcelona hace tres años. Luego yo fui a tocar a Gijón y nos conocimos mejor. Para este disco quería que cantara una canción conmigo, se lo planteé y aceptó encantado. De hecho, cuando nos encontramos para la grabación, él aprovechó para proponerme ser su guitarrista en la gira que tenía en verano. Para mí fue una gran experiencia acompañarle en esa gira, y sin duda me hizo ser consciente de todo lo que significa dedicarse profesionalmente a la música.
El hecho de desarrollar un rol diferente al de solista con él, ¿qué te aportó? ¿Ha implicado variaciones en tu manera de trabajar?
Al principio estaba bastante nervioso porque nunca había hecho de músico estable para nadie, y menos a ese nivel. Imagínate, en Latinoamérica hicimos conciertos de más de hora y media y ante casi mil personas entregadísimas. Después de la gira, puedo decir que me he quitado complejos y que ya me considero un guitarrista ‘de verdad’.
Siguiendo la tónica del disco y su relación con el directo, en la presentación para Caprichos de Apolo contaste con varias colaboraciones. ¿Cómo planteas tus futuros directos?
Siempre que sea posible, mi intención es tocar con la banda al completo, unas seis personas, ya que en el disco son muy importantes las bases rítmicas y los coros. Si no puede ser, está la versión reducida: yo con mi pedal de loops y un percusionista.
Voy acabando. Justo al acabar estas preguntas he visto una foto tuya en la Continental con Les Sueques, de un concierto que diste creo que el pasado viernes. ¿En qué consistió la colaboración?
Tocamos una versión de “No puedo vivir sin ti” de Los Ronaldos en catalán… Fue algo excepcional, una fiesta para un amigo que está pasando un mal momento.
No quería acabar sin preguntarte por Bienvenido, mi canción favorita del disco. ¿Crees que es la canción que capta el estado anímico del álbum?
Es una canción muy especial: es la que cierra el disco, la más larga (más de ocho minutos), tiene trompetas, flautas… Ya que me lo preguntas, creo que es la canción que mejor refleja mi itinerario entre este disco y el anterior: la historia de alguien que se marcha lejos, se rompe, se recompone y finalmente regresa a casa.