Volvemos a sumergirnos en el mundo de la fotografía, y en esta ocasión lo hacemos de la mano de Joel Peter Witkin, uno de los fotógrafos con mayor personalidad de la escena neoyorquina que ha creado un lenguaje iconográfico propio en el que la muerte juega un papel destacado. Como es habitual, dejamos la explicación en manos de nuestra experta, en una nueva entrada de JESSE OAKS.
Cuentan de él mil y una historias tenebrosas que intentan explicar su arte. Como que cuando tenía 6 años presenció un accidente de coche que hizo que una cabeza rodara a sus pies y que ese hecho influenció profundamente su visión artística. Lo hizo tanto, que durante un tiempo acabó trabajando en una morgue adecuando los cadáveres. Joel Peter Witkin (New York, 1939) replica a su propia leyenda: «Se han dicho muchas mentiras sobre mí. Como por ejemplo, esa de la cabeza cortada, no fue a los 6, sino a los 7 años.»
Sea como fuere, estamos ante la obra de todo un personaje que encuentra belleza en los tabúes y nos abofetea con ella, un creador único, marcado por su peculiar cosmovisión.
Encontramos múltiples referencias en muchas de sus imágenes del visionario cuadro de El Jardín de las Delicias de El Bosco, así como una reinvención total de los incomprensibles y aburridos bodegones, donde la carne de caza yace al lado de piezas de colorida fruta y un montón de flores decoran la típica mesa de casa rural, sustituyendo al ave de turno por una cabeza humana, cambiando a golpe de flash los roles de cazador y cazado establecidos, y cuestionando la delgada línea entre la vida y la muerte.
Reconozco que algunas de sus fotografías pueden dañar la sensibilidad del más curioso, si bien en otras en capaz de plasmar una sencillez y belleza absolutamente impactantes, sin restar un ápice de crudeza a sus imágenes. Toda la obra de este fotógrafo, se contrapone a la típica armonía visual a la que estamos acostumbrados, ofreciéndonos fotografías y collages fascinantes.
Si obviamos los prejuicios y los conceptos básicos que hemos ido heredando, encontraremos en Witkin un apasionante imaginario de maravillosas imágenes sobre la frescura de la muerte, la fantasía más real, la belleza que negamos ante la imperfección y la infracción de los límites. En resumen, cualquier fotografía que se haya sacado de la manga, hará que nos quedemos atónitos mirándola. Ya sea para plantearnos la propuesta de belleza que nos hace o para descolocar las reglas fotográficas que habíamos aprendido hasta ahora.